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Maestro del humorismo

lunes, 23 de diciembre de 2013

Gustavo Páez Escobar

 Julio de 1952. Murió en Manizales, a los 62 años de edad, el escritor costumbrista Rafael Arango Villegas, cuya prosa impregnada de exquisito humor constituía un manjar para sus innumerables lectores. Era uno de los escritores más destacados de la época, y su fallecimiento súbito estremeció a Caldas y al país.

La muerte lo sorprendió en la casa de Ambrosio Echeverri, donde todas las tardes un grupo de amigos realizaba una especie de rito sacramental alrededor del juego de lulo, con el combustible indispensable de las tazas de café y la vena humorística del escritor. Tertulia de típico sabor antioqueño.

Seis décadas han transcurrido desde entonces, y hoy el nombre de Arango Villegas, que el paso del tiempo ha condenado al olvido, revive con el libro que lleva por título Este soy yo, tal cual…, que acaba de ver la luz en los talleres de artes gráficas de AD Impresos, de Manizales. El autor y compilador de la obra es el escritor y periodista José Jaramillo Mejía, otro destacado oficiante del humorismo en su columna de La Patria y autor de varios libros de este género.

Eduardo Arango Restrepo, único hijo sobreviviente del escritor, cumplió la feliz tarea de recoger entre familiares y amigos el material que sirve de base para exaltar la memoria de su padre. Nadie tan indicado como Jaramillo Mejía para ordenar recortes de prensa, anécdotas, fotos, textos críticos, páginas inéditas y otros papeles, y saber encarrilarlos y comentarlos dentro del propósito de presentar la imagen cabal del maestro del gracejo, la gracia y la simpatía que fue Arango Villegas. El diseño y diagramación de la obra lo ejecuta Álvaro Marín Ocampo, versado en esta materia.

Se tienen, pues, distintas voluntades, aptitudes y adhesiones que confluyen hacia una misma finalidad: revivir la estampa de este personaje del pasado que con sus humoradas de fina ley hizo reír al país y dejó en sus páginas grandes trozos del género costumbrista, hoy, por desgracia, en desuso. Sus escritos son retozones y al mismo tiempo pintan la seriedad y la filosofía de la vida corriente a través de menudos y típicos personajes del diario acontecer.

Virtud suya muy acentuada fue la de no zaherir a nadie con sus agudezas mentales, que manejaba con caballerosidad, tino y donaire. Era respetuoso, como el más, del prójimo que recreaba en sus escritos. No tenía un solo enemigo. Todos gozaban con sus ocurrencias geniales. Al reírse de la humanidad, se reía primero que todo de él mismo. Con su personaje Feliciano Ríos dibujó muchas facetas humanas.

Su legado está constituido por libros de delicada ironía, que ojalá volvieran a tener imprenta, como Bobadas mías (su obra más popular), Asistencia y camas (adaptada en Bogotá por Jaime Botero Gómez como obra de teatro, en 1995), Astillas del corazón, Cómo narraba la Historia Sagrada el maestro Feliciano Ríos, Salve mochito, Ai perdonan pues, Pago a todos, entre otros. Y dejó inédito La familia Castañeda, por un suceso muy simpático que el autor narra en escrito que ahora se divulga. (Don Eduardo: ¿cuándo nos hará conocer las intimidades de la familia Castañeda?).

Muy apropiado el título Este soy yo, tal cual… Si alguien quiere tener un bosquejo fiel sobre el singular escritor caldense, maestro del talento humorístico y la pluma fina, no es sino que lea este libro.

El Espectador, Bogotá, 1-XI-2013.
Eje 21, Manizales, 1-XI-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 2-XI-2013.

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Comentarios:

Sin duda alguna don Rafael Arango Villegas es todo un maestro del humorismo. Lo he leído con devoción desde hace muchísimos años (…) Conozco sus obras completas (1979), en 623 páginas,  impresas por  Editorial Quingráficas de Armenia, para Ediciones Seguros Atlas, de la Compañía de Seguros Atlas. Mi amplio conocimiento de la obra de Arango Villegas, por lo tanto, me permite hacer unas precisiones a su columna en este sentido: Cómo narraba la Historia Sagrada el maestro Feliciano Ríos no es un libro, es una de las crónicas de su libro Bobadas mías; Salve mochito tampoco lo es, pues es una de las crónicas de Sal… de Inglaterra (crónicas de Listz); Ai perdonan… pues tampoco es un libro, es el muy breve prólogo (página y media) de su novela Asistencia y camas.

Durante más de 50 años he mirado con mucho detenimiento su obra, pues ella refleja su enorme inteligencia y su buen humor del que él mismo era víctima, en tantas de sus crónicas, como su divertida Mis primeros calzoncillos, o Fregao de ángel, para citar sólo dos. Cómo no destacar su pulcritud intelectual cuando nunca utilizó su pluma contra persona alguna y en sus escritos, algunos muy críticos a entes públicos, o al sistema bancario, en su crónica El cupo,  y en  El problema agrario, y en El café palo arriba, se manifestó como un hombre conocedor de los problemas del país en su época. Gustavo Valencia García, Armenia.

Respuesta. Mi fuente de información, que está equivocada, fue el Diccionario de escritores colombianos (Plaza & Janés, 1982), de Luis María Sánchez López. La carta de usted, que revela amplio conocimiento sobre el autor y su obra, queda incorporada a mi columna en su traslado a mi página web, y de esta manera se corrigen los errores que anota. Gracias por su aclaración. GPE


Leí su columna de hoy y me hizo recordar Bobadas mías, que leí hace unos 40 años. Todavía recuerdo las risas de mi padre desde su cuarto lejano leyendo el libro. Me gustaría leer el libro que usted menciona en su artículo y le agradecería si me puede orientar para comprarlo. Alfredo Echavarría, Medellín.

Respuesta. El libro se puede conseguir en Manizales por intermedio de José Jaramillo Mejía  (josejara@epm.net.co). GPE


Gracias por mostrarnos la inteligencia de este gran señor del gracejo, Rafael Arango Villegas.  Gracias a su hijo Eduardo por la tarea de recopilar y hacer posible, junto con  el periodista José Jaramillo Mejía, la edición del libro. En este país tan convulsionado por el dolor, una buena dosis de fino humor nos caería muy bien. Inés Blanco, Bogotá.

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