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Mariposas en el Quindío

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Por: Gustavo Páez Escobar

En 1975, siendo alcalde de Armenia Alberto Gómez Mejía, invitó al botánico Jesús Idrovo a dictar una conferencia sobre ecología. Animado con la conversación privada que tuvo con el conferencista, Gómez Mejía creó en 1979 el Jardín Botánico del Quindío, y diez años después recaudaba los recursos para comprar en Calarcá el terreno que desde entonces funciona como sede del jardín.

Iniciados los trabajos en 1990 –con los diseños estructurales de la construcción donados por el arquitecto Simón Vélez–, la entidad se abrió al público en diciembre del 2000. Esto pone en evidencia que al frente del jardín existía una voluntad dinámica y perseverante que nunca se ha arredrado ante las dificultades y ha tocado en cuanta puerta ha sido necesaria para sacar adelante los programas. La tarea no ha resultado fácil, pero los resultados están a la vista de todo el país.

Con ese mismo talante se desempeñó en los dos períodos en que fue alcalde de su ciudad. Hubiera podido cumplir una brillante carrera en la vida pública o en la rama judicial, pero renunció a ellas para vincularse al campo de la ecología.

César Hoyos Salazar, que al igual que él fue alcalde de Armenia con magnífico desempeño, y que años después ocupó la presidencia del Consejo de Estado, me cuenta que en el 2003 sugirió al Consejo Superior de la Judicatura el nombre de Gómez Mejía para consejero de Estado. Indago al ecologista sobre este hecho, y él me comenta: “Al averiguar que tendría que retirarme del Jardín Botánico del Quindío y de la Red Nacional de Jardines Botánicos, decliné mi aspiración. Nunca llegué a ser tan importante, pero en cambio tengo fortalecida mi alma”.

Sobre esto de la importancia, cabe destacar que su liderazgo se ha mantenido durante largo tiempo y con nota excelente en el área de la ecología, tanto en la comarca quindiana como a escala nacional. Desde 1996 preside la Red Nacional de Jardines Botánicos, que realiza ponderada labor con 20 sedes situadas en las diferentes regiones del país.

Para ampliar sus conocimientos iniciales, visitó jardines botánicos por todo el mundo. Cuando trabajaba en Bogotá, leyó en 1990 un libro de la científica británica Miriam Rothschild titulado El jardinero de mariposas, el que explica la técnica para hacer un mariposario. Fascinado con la obra, viajó a Londres para conocer a la autora y recibir de ella lecciones sobre esta materia que lo apasionaba. Más clara y decidida no puede  ser su vocación ecológica.

Así nació el mariposario de Calarcá, convertido en el mayor encanto del jardín. Allí se albergan más de 1.500 mariposas en una extensión de 680 m2., las que hacen parte de más de 50 especies nativas diferentes. Quien visita el sitio disfruta de las delicias de un edén tropical cruzado por senderos naturales y lleno de riachuelos, puentes, palmas, helechos, heliconias y plantas diversas. Durante el recorrido estará acompañado por las mariposas, que parecen brotar de un sueño fantástico.

Para rematar la excursión efectuada en días pasados por este asombroso santuario de la naturaleza, viene de perlas el siguiente poema del escritor portorriqueño Andrés Díaz Marrero: De bellos colores, / sus alas pintadas, / se posa en las flores / con leve pisada. / Perfuma su aliento / besando una rosa, / se mece en el viento, / ¡frágil mariposa!

El Espectador, Bogotá, 17-IX-2016.
Eje 21, Manizales, 16-IX-2016.
La Crónica del Quindío, 18-IX-2016.

Comentarios

Ciertamente Alberto mantiene su alma llena, como pudimos comprobarlo en nuestra visita y podrán hacerlo muchos colombianos, que al leer esta bella historia podrán decir que al frente de su jardín botánico y su mariposario el Quindío tiene un señor líder, un hombre brillante, emprendedor y pulcro que brinda todo de sí en beneficio de su región. César Hoyos Salazar, Armenia.

Qué grato saber de Alberto Gómez Mejía, a quien le perdí el rastro hace más de treinta años cuando era secretario general de la Contraloría. Muy grato también ver recordado el nombre del profesor Jesús M. Idrovo, gran botánico, fundador de la Sociedad Colombiana de Ecología y un hombre sencillo y siempre dispuesto a popularizar el conocimiento científico. Alberto Donadío, Bucaramanga.

La columna destaca con sencillez la labor, más bien silenciosa, de un hombre inteligente, un quijote que prefirió educarse de naturaleza y expandirla con sabia constancia, a buscar otros méritos, con su formación de abogado, a pesar de su inicio en el sector público, como alcalde de recordada y positiva gestión. Gustavo Valencia García, Armenia.

Muchas gracias por compartir esa bonita y muy interesante biografía del mariposario del Quindío. No conocía varios detalles de su fundación. Lindo el poema de Díaz Marrero, tampoco lo conocía y ya entró a hacer parte de los versos que sé de memoria. Josué Carrillo, Calarcá.

Justo reconocimiento a la extraordinaria labor realizada por Alberto. Evidenciamos que  el compromiso con los objetivos propuestos, y la continuidad de los proyectos lejos de las ambiciones personales y políticas, permiten la realización de obras cuyo significado trasciende. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Qué buen artículo. Hemos sido muy avaros con el reconocimiento que se merece alguien tan excepcional como Alberto Gómez Mejía. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Calarcá es una fiesta de colores gracias al mariposario. José Nodier Solórzano, Calarcá.

Me encantó el artículo, en especial porque es un claro  reconocimiento a la paciencia, tesón y sacrificio que Alberto ha realizado a lo largo de su existencia, con el único objetivo de defender la naturaleza y al mismo tiempo dejar elementos que crean conciencia de los beneficios que ella nos deja y del respeto y cariño que debemos tener para con ella. Luis Carlos Gómez Jaramillo, Cali.

Los poemas sobre la mariposa y las racionales propuestas sobre documentación no son de hacer a un lado. Como miembro de la Junta del Jardín Botánico del Quindío, y el apoyo permanente y solidario por años a la gestión de Alberto, abrigo la esperanza de que podamos hacer ese centro de documentación. Se necesita. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Tratándose de mariposas, no puede uno menos que  estar absorto ante  la maravilla del leve vuelo y del color, como si de suspiros se tratara. En alguno de mis viajes tuve la oportunidad de conocer y disfrutar de este sitio en el Quindío, de la mano de la poetisa Esperanza Jaramillo. Bellos y gratos recuerdos que se mecen al vuelo de alas de mariposas. Gratitud para su fundador y para quienes los han mantenido al vuelo. Inés Blanco, Bogotá.


De una carta de Alberto Gómez Mejía sobre la vida de las mariposas:

La vida de las mariposas comienza cuando eclosiona el gusanito del huevo. En esta etapa se alimenta vorazmente y luego se encierra en un capullo, para hacer la metamorfosis, uno de los procesos más asombrosos de la naturaleza. Pasado un tiempo surge la mariposa adulta, que ya no crece más. Podría decirse en términos generales que en estas tres etapas: larva, crisálida y mariposa adulta, gasta en cada una la tercera parte de su vida. Como mariposa adulta hay especies que solo viven unas cuantas horas en tanto que otras pueden durar meses. Con las que trabajamos en el Mariposario duran mes y medio, aproximadamente.

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