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Archivo para julio, 2017

Injusticia social

martes, 25 de julio de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Estaba cantado que el presidente Santos no sancionaría la ley de reducción de la cuota de salud de los pensionados. Desde que hace tres años el proyecto comenzó a abrirse campo en el área legislativa, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, manifestó su clara intención de oponerse a él. Y lo hizo hundir varias veces.

En el último trayecto, se veía el horizonte más despejado, gracias, en primer lugar, a la vigorosa acción de varias organizaciones de pensionados, y en segundo, al eco que tenían esas voces en el mundo político, medios de comunicación y opinión pública.

Según dijo Edmundo López en su columna del 27 de febrero de 2015 en El Nuevo Siglo, el ministro “se salió de los trapos para amenazar con su renuncia si el Congreso aprobaba la nivelación para la salud”. Esta intimidación insólita vino a cumplirse, si no con su renuncia, que ya no era necesaria, con el acto del Presidente al objetar la ley (junto con la que reducía en 150 semanas el tiempo para que las mujeres que devengaran menos de dos salarios mínimos pudieran pensionarse), por ser “inconvenientes e inconstitucionales”.

Era todo lo contrario de lo que había dicho en su campaña presidencial: “Hay un proyecto de ley en el Congreso de la República, y yo voy a respaldar ese proyecto de ley. Ustedes han sido las víctimas de un sistema lleno de dificultades, de burocracias, inclusive de corrupción”.

Tamaña contradicción pone de bulto su insensibilidad social hacia los pensionados (hablemos solo de ellos), y ratifica, por otra parte, lo que se ha dicho en distintos tonos: que el Presidente se ha caracterizado por decirle mentiras al país. En este caso, se hace evidente la conocida actitud del ministro Cárdenas al entorpecer el proyecto aprobado por la plenaria del Senado (con 59 votos a favor y ninguno en contra). Resultado contundente.

Las objeciones presidenciales sobre el par de leyes representan la voz cantante –y victoriosa– de su ministro estrella, a quien no quiere perder, y por quien parece sentir temor reverencial. Con el socorrido argumento de que no existen recursos y se carece del aval del Gobierno, se aumenta el bache de la injusticia social del país. ¿Acaso la promesa en la campaña presidencial no significa ese aval?

Esto es lo que tendrá que dilucidar la Corte Constitucional en caso de que la ley objetada tenga la ratificación del Congreso y se traslade a la Corte. Por encima de todo, debe prevalecer el sentido de la justicia.

No es que se carezca de recursos. Es que no se quiere arbitrarlos. Así lo expresó   Mauricio Lizcano, presidente del Congreso: “Al ministro de Hacienda le gusta el Congreso que impone impuestos, pero no el que atiende los sectores más desfavorecidos de la población”. Y agregó: “En el Congreso tenemos en cuenta el impacto social de las iniciativas, pero también tenemos en cuenta que a este Gobierno le aprobamos una reforma tributaria con la que se podrían cubrir este tipo de gastos”.

Queda, con este acto desenfocado, una mancha en el Gobierno. Lo mismo que esta columna ha reconocido y ponderado los logros de Juan Manuel Santos hacia la conquista de la paz –la que cada vez se afianza más en el país–, lamenta estos desvíos inexplicables de su administración.

 El Espectador, Bogotá, 21-VII-2017.
Eje 21, Manizales, 21-VII-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-VII-2017.
La Píldora, n.° 189, Cali, septiembre-octubre/2017.

Comentarios

En verdad uno de los puntos flacos de Santos es el de ser un mentiroso crónico. Yo también he respaldado sus esfuerzos en pro de la finalización del conflicto con las Farc, pero como se suele decir, «una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa». Lo de la falta de recursos es una disculpa, porque aquí hay dinero para todo, menos para hacer justicia social. Pero si en verdad fuese cierto, el ministro ha debido por lo menos proponer una disminución escalonada de ese oneroso 12% hasta llegar al 4% que todo mundo paga. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

El ministro Mauricio Cárdenas ha hecho entrar en graves contradicciones democráticas a Santos. Las discutibles medidas económicas son de estirpe neoliberal, dictadas por el Banco Mundial y el FMI. Esto ha impulsado una redefinición de ganadores y perdedores en la esfera social y política y no sólo en el terreno de la economía. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

El clamor de los pensionados, de sus organizaciones que los representan, la solidaridad que despierta remediar la injusticia que tengamos que aportar un 12% de nuestras  menguadas pensiones, denuncian una falla social que debe ser solucionada sin más dilaciones. Gustavo Valencia García, Armenia.

Con el tiempo se viene uno a dar cuenta de que todo se logra con mentiras, promesas incumplidas, burlas, etc. Pero en las próximas elecciones votaremos por los mismos animales de siempre. ¿Quiénes serán más animales: ellos que nos roban y no cumplen, o nosotros que volvemos a votar por los mismos? Jaime Robayo Muñoz (comentario en La Crónica del Quindío). 

Hacia una Colombia mejor

martes, 11 de julio de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Colombia no está en la boca del lobo, como dicen los pregoneros de desastres. Ni frente a un despeñadero. Las voces apocalípticas que buscan nutrir sus propios instintos con fines egoístas y electorales no hacen otra cosa que falsear la realidad nacional para presentar al país al borde de la catástrofe.

Como lo manifiesta el general Óscar Naranjo en su entrevista con Yamid Amat, su mirada al país le hace recordar los 260.000 muertos y los 8 millones de víctimas dejados por la guerra. Hace memoria de las 3.800 personas secuestradas a finales de los años 90, y de los policías asesinados (uno cada 36 horas) durante el tiempo en que fue director de la Policía. Hoy, esa ola de secuestros y asesinatos es historia del pasado. “Creo —dice— que la dejación de las armas ya hizo de este proceso un hecho irreversible”.

Entramos en la etapa de la paz. Serán muchos los obstáculos que aparecerán en  el camino de las confrontaciones políticas. No obstante, la inmensa mayoría del país siente los aires de la reconciliación y percibe los beneficios de este pacto sorprendente que le cambia el rumbo a Colombia. A medida que el tiempo transcurra, se verá el surgimiento de un país nuevo que lejos del estallido de las armas ha de florecer en los campos social y económico.

La llegada de la paz nos toma de sorpresa a los colombianos, porque estábamos acostumbrados a la guerra sin fin. Somos hijos de la guerra. Y víctimas del terror y la maledicencia. La apatía nacional, la desinformación, el torrente de rumores y mentiras propagados por las redes sociales, el auge de las amenazas y los miedos, los mensajes de ira y destrucción crearon una atmósfera enrarecida y bárbara. Colombia se volvió indescifrable.

Todo esto es lo que debe cambiarse. Las palabras de monseñor Luis Augusto Castro al retirarse de la presidencia del Episcopado representan una urgencia inaplazable: “Tenemos que perdonarnos y reconciliarnos. Ahora que las Farc se desarmaron, tenemos que desarmar nuestros corazones”.

En medio de este turbión de noticias fatídicas y perturbadoras, muchas voces se han expresado desde los espacios de opinión con serenidad, mesura y raciocinio. En sentido contrario, abundan las columnas explosivas, guiadas por la pasión y el ánimo aniquilador. El derecho a disentir es uno de los dones más preciados de la democracia, pero debe ejercerse con altura y respeto. En la sana controversia sobran las palabras hirientes y los juicios exacerbados.

Por desgracia, este es el ambiente que hoy se vive al entrar el país en la etapa del posconflicto. El periódico El Tiempo, en su Manual de Redacción que acaba de promulgar, hace esta recomendación a sus periodistas: “Cuide el lenguaje para que no escinda, estigmatice, generalice o divida”.

Es cierto que con el acuerdo firmado con las Farc no se obtendrá la paz absoluta. Sin embargo, mucho se ha avanzado. Y se seguirá avanzando. Habrá que ajustar algunas piezas dentro de los mecanismos establecidos, pero los puntos centrales de la negociación, que ya se encuentran en marcha, garantizan que las condiciones están dadas para que al fin Colombia salga de la horrenda noche luego de 53 años de lucha fratricida.

El Espectador, Bogotá, 7-VII-2017.
Eje 21, Manizales, 7-VII-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 9-VII-2017.

Comentarios

Comparto a plenitud los términos de la columna. Estoy en las filas de quienes creen que avanzamos a pasos agigantados hacia la paz, la convivencia y la justicia social. Augusto León Restrepo, Bogotá.

En mi bambuco Hermano, perdóname, que interpreta el dueto de los Hermanos Martínez,  expreso mi preocupación, con alta dosis de esperanza, para que reine la tan anhelada paz entre los colombianos. Cuando en mi canción digo con visos de angustia:  A Colombia no la salva sino el perdón y el olvido, considero esa posibilidad sobre la base de que las partes piensen y obren con sinceridad, porque la hipocresía, la deslealtad y la traición no tienen cabida frente al angustiado grito de paz y concordia de 40 millones de colombianos. Carlos Martínez Vargas, Fusagasugá.

Seguirán los enemigos de la paz atacándola, pero solo perderán su tiempo y seguirán haciendo daño. La paz es un hecho, y aunque se demore en llegar, llegará. Jesús Escobar, Armenia.

La paz en nuestro país se va adelantando a golpecitos, como cuando uno clava una puntilla en un bloque de madera muy dura: no se puede hacer de un solo martillazo, sino que se precisan muchos golpes hasta lograr que quede firme. Es verdaderamente lamentable que una parte de la población colombiana (la que nunca ha sufrido los horrores de la guerra) haya formado el bloque de dura madera que se opone a que la paz penetre en los espíritus de un solo golpe. Pero la persistencia vencerá al final. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Esa ha sido mi cantaleta desde hace mucho tiempo, en las columnas que publico, porque nosotros somos, tristemente, de la que llamó Fabio Lozano Simonelli «generación de la violencia». E insisto en que esto no se cambia con viejos. Los jóvenes son los llamados, porque algunos de ellos ya han expresado: «Nosotros no tenemos por qué pelear una guerra que no iniciamos». José Jaramillo Mejía, Manizales.

Su prosa clara y precisa, y su notoria actitud conciliadora, es un canto que refresca, cual bálsamo, el ambiente pestilente que hoy divide a nuestro país, que debería estar alborozado por los resultados ya evidentes, con los recientes hechos de paz, como el desarme de una guerrilla que después  de 52 años de infructuosa lucha armada buscará protagonismo político mediante el voto, mecanismo de las  democracias,  y con sus hombres integrados a la sociedad civil. Gustavo Valencia García, Armenia.

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El agua y el aceite

martes, 4 de julio de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nadie, con mediano conocimiento de la realidad nacional, puede augurarle éxito a la alianza de Uribe con Pastrana (SEMANA n.° 1834). Son dos personajes antagónicos que a lo largo del tiempo han dado muestras divergentes en los ajetreos de la política. Matriculados en distinto partido, este hecho los sitúa en orillas opuestas, y en ocasiones pugnaces, por más imágenes hermanables que transmiten hoy al país. Quieren alinearse con la consigna de combatir los acuerdos de La Habana –lo cual produce dividendos políticos–,  y pregonan  la intención de conquistar en 2018 la Presidencia de la República con el nombre que salga del Centro Democrático, cuya voz cantante será la de Uribe. No la de Pastrana. No se sabe a cuál de los dos le gusta más el protagonismo. Es aquí donde van a chocar en forma quizás inevitable (una vez más), ya que ninguno se resignará al segundo puesto. A ambos los seduce el demonio de la figuración, y ninguno permitirá que el otro lo opaque o le quite campo de acción.

Veamos estas perlas. Palabras de Pastrana el 5 de septiembre de 2012: “Uribe es el único colombiano que nunca le dio a Colombia la posibilidad de paz”. Por su parte, Uribe se fue lanza en ristre contra su adversario del momento: “Pastrana entregó al país literalmente ‘secuestrado’”. En el gobierno de Santos, manifestó Pastrana: “Mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria”. Y esto dijo Uribe: “Pastrana vive en trance de picarme pleito, pero yo soy un caballo cochero, que solo mira para adelante”. Es larga la historia de encuentros y desencuentros entre los dos exmandatarios. El país la conoce muy bien. Cabe preguntar: ¿qué tanto alcance tendrá la fementida alianza? ¿Alguna vez han logrado mezclarse el agua y el aceite?

Semana, n.° 1835, Bogotá, 2 de julio de 2017.

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Yo creo que el agua y el aceite también se juntaron con Santos y Samper, hoy amigos de marras. Recordemos los editoriales  y cartas de Santos contra Samper desde El Tiempo, con ocasión del proceso 8.000. Jaime Vásquez Restrepo,  Medellín.

Eso es lo que se llama auténtica politiquería. Son los típicos vaivenes que los politiqueros en época preelectoral ponen en práctica para tratar de capturar votos. Y como hay muchísimas personas desinformadas, ignorantes o fanáticas, caen en la trampa y convierten a estos farsantes en ídolos. Y mientras tanto los problemas del país, encerrados sin solución en el baúl del olvido. ¿Cómo progresar así? Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Estos personajes son realmente vergonzosos para un país que quiere la paz y la equidad. Pero es aún más deprimente evidenciar que estos especímenes tienen seguidores. Al final el odio los derrotará en los espacios políticos. Esperanza Jaramillo, Armenia.

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