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Archivo para domingo, 17 de marzo de 2024

Peligros de la tecnología digital

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Leo en este momento el libro Cómo hacer que te pasen cosas buenas, publicado por Espasa, de la connotada siquiatra española Marian Rojas Estapé, convertido en un éxito de ventas. Obra que contiene consideraciones de la mayor importancia, entre ellas, las contenidas en el capítulo La era digital, del cual entresaco los siguientes fragmentos que deseo compartir con mi red de amigos:

* * *

Volvía de México y cuál fue mi sorpresa al leer en el periódico una noticia impactante: “Facebook admite que juega con la mente de sus millones de usuarios” (…) Los que nos dedicamos al mundo de las emociones y del comportamiento sabemos que el universo de la pantalla –internet, redes sociales, vídeos y aplicaciones varias– está afectando profundamente la manera en la que nos relacionamos, la manera en la que procesamos la información –memoria, concentración, multitarea, educación, motivación… –, y por lo tanto, a la larga, la felicidad (…) ¿Qué reconoció el fundador de Facebook en el evento de Filadelfia? Sus palabras fueron: –Cuando la gente recibe un like, recibe este pequeño golpe de dopamina que les motiva a subir más contenido… (…)

No nos damos cuenta de que los niños desde edades tempranas están siendo expuestos a todo este mundo digital –sin restricción– y con grandes posibilidades de alterar profundamente sus mentes, en procesamiento de la información y su capacidad de gestionar las frustraciones y las emociones (…) Cuando los niños y jóvenes se encuentran en conflicto, aburridos o estresados buscan el dispositivo para “relajarse”. Su mente se acostumbra a que, ante el esfuerzo, su vía de escape es la pantalla, las redes sociales o internet. Un alto porcentaje de la población acude a las redes –WhatsApp, Instagram, Facebook, Twiter, Tinder… –buscando este pico de dopamina que se activa al contacto con ello (…)

Estamos en la era del exceso de información y de la superabundancia de estimulación. Esta hiperestimulación está profundamente ligado a un consumo desmedido tanto de información como de bienes materiales e incluso ficticios. Todo se logra fácilmente a base de un clic (…) Los avances cambian a una velocidad impresionante, e impiden que la sociedad frene, pare y reflexione sobre el impacto que está teniendo todo ello en su mente, en su cuerpo y en su vida (…)

Internet y sus derivados poseen ventajas poderosísimas para hacer la vida más sencilla en múltiples aspectos, pero su mal uso deriva en conductas perjudiciales para la mente y para el comportamiento (…) No olvidemos que el éxito en la vida lo logran las personas que son capaces de concentrarse en lo que realmente desean, siendo capaces de perseverar en el propósito (…) Una exposición excesiva a la pantalla inhibe el correcto funcionamiento con un claro déficit en la atención y en la concentración (…)

Realmente hay algo que no estamos haciendo bien (…) Hay que educar offline. Sí, sobre todo a nivel emocional y social. “La comunicación cara a cara es el mejor modo de aprender a leer las emociones del otro”, apuntaba Nass. No olvidemos que la conocida inteligencia emocional es una de las claves del éxito en la vida. La pantalla es la peor educadora para lograrla. Aísla y encapsula al niño de todo lo que le rodea (…) Eduquemos a los niños para que sean capaces de paladear la vida, las emociones y las relaciones personales de tú a tú, mirando a los ojos de la persona que tienen enfrente (…)

Los jóvenes conectan más fácilmente con una pantalla, una red social o un videojuego que con la naturaleza, las personas y la realidad. No se trata de negar la tecnología, ni negar el avance digital, sino de saber introducirla de forma sensata y escalonada en la vida de los niños y los adolescentes, enseñándoles a ellos mismos a controlar el acceso a las aplicaciones y a los contenidos.

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El Quindiano, Armenia, 3-II-2024.

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La luz de un atardecer literario

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

Mi archivo es una rareza. Queda de legado para mis hijos. Gustavo Páez E.

Gloria Chávez Vásquez

La aparición de la antología de cuentos del escritor y periodista colombiano Gustavo Páez Escobar (Soatá, Boyacá, 1936), publicada por la editorial La Serpiente Emplumada en Bogotá, induce a una seria reflexión sobre el actual declive social en Colombia, tomando como punto de partida la dualidad que rige al hombre iberoamericano. 

Brisas del atardecer (30 cuentos, 216 págs.) es el canto de cisne de un intelectual que ha equilibrado su vida, con disciplina, consagración y precisión monásticas. Desde ese orden, histórico, familiar, social y cultural, reflejado ahora en su página web, Páez Escobar ha dedicado más de medio siglo a rescatar los valores históricos y literarios de su patria, como parte de su legado a América y al mundo.

Sus artículos periodísticos resumen el impacto de las fuerzas bipolares que cohabitan en una nación tradicionalmente acosada por la violencia. Como comentarista de El Espectador por más de medio siglo, GPE fue testigo de crueles eventos como el asesinato de su editor Guillermo Cano, y los ataques terroristas al periódico y al Palacio de Justicia. El flagelo, de narcos y guerrilleros, que ha azotado al país desde tiempo inmemorable, está disperso en sus artículos, cuentos y novelas.

En 1987 su novela de juventud Destinos cruzados fue adaptada y producida para la televisión por el escritor y guionista Fernando Soto Aparicio con la que RCN inició el ciclo de telenovelas en Colombia.

Historia de un pueblo 

Gustavo Páez se considera un “descubridor de pueblos”. Y esto lo corrobora en su libro de viajes El azar de los caminos y en muchos de sus artículos de prensa: “Tanto la aldea más remota como la urbe más populosa son un reflejo del hombre, con sus pasiones y miserias, sus trabajos y esfuerzos, sus sueños y grandezas. Todos los pueblos tienen cuerpo, historia, estilo propio, vida y espíritu. Somos pueblos ambulantes: los llevamos con nosotros mismos. Los paisajes que admiramos, y a veces destruimos, son nuestros mismos paisajes interiores”.

De ahí que Gustavo Páez hurgue en la naturaleza pueblerina en dos de sus novelas, Ventisca La noche de Zamira. En esta últimalos habitantes de “una sociedad amable y hospitalaria, luchadora y laboriosa, ligada a los afanes del campo” caen en la degradación moral. Páez recuerda la llegada de la droga a Armenia, la ciudad donde vivió y en la que se inspiró para su novela. La visita de un capo que venía de Estados Unidos “a rendir homenaje a su tierra natal” coincidió con la bonanza cafetera de los años 70, cuando gran parte de esa sociedad tiró sus virtudes y riquezas ancestrales por la ventana. El dinero obtenido sin esfuerzo condujo a los excesos y malogró muchas vidas. A partir de entonces no sólo la sociedad quindiana, sino el resto del país y el mundo se dejaron seducir por la economía del narcotráfico.

Los vicios del subdesarrollo humano

Los cuentos contenidos en Brisas del atardecer (2023), varios de los cuales ya aparecen en selecciones anteriores, ilustran el machismo alardoso, desde cuya idiosincrasia la mujer es, a la vez, víctima del abuso y el maltrato y partícipe de la sexualidad promiscua e irresponsable. El machismo moderno, más subversivo, descarta la lealtad y la fidelidad, y con ello los amigos y la familia. Es la obsesión por la inseguridad de los celos y la envidia, así como la inmadurez en sus relaciones con el prójimo.

No es de extrañar, pues, la presencia constante y súbita de la muerte o el fallido amor conyugal en su narrativa, como observa el político y analista Germán Vargas. Una manera de abortar la felicidad, el triunfo o la victoria individual y castigar, de ese modo, la crueldad humana.  En sus cuentos Páez retrata la insensibilidad con los animales: el autor –continúa Vargas– los lleva hasta la tristeza del refugio más pobre y donde prospera la miseria; como el escuálido caballo que cae a la hondonada, después de sus duras jornadas de solidaridad en la lucha del hombre. 

Cosechando lo sembrado

Alcanzar la octava década de vida en la armonía de un hogar es testimonio de las prioridades morales en la existencia del individuo. Como el buen labriego, Páez Escobar ha sembrado y recogido un noble fruto. Sus quehaceres han transcurrido en el rol de esposo, de padre de familia, ciudadano, amigo, trabajador 9-5, a lo que se añaden las horas extras a su pasión literaria: estudioso, lector, analista, escritor, historiador, comentarista. Gustavo trabajó como ejecutivo del Banco Popular, donde se pensionó tras cumplir con su servicio en las finanzas.

En 1994, bajo el sello del Instituto Caro y Cuervo, Páez publica Biografía de una angustia, sobre la vida del poeta Germán Pardo García. En 2003, la Academia Boyacense de Historia edita el libro Laura Victoria, sensual y mística, sobre la pionera de la poesía erótica en Colombia. Ambos autores residieron en México hasta su muerte. Con esos dos libros, el autor rescata del olvido la vida y obra de dos notables escritores colombianos.

Sus libros de ensayos periodísticos Caminos y Alas de papel son el producto intelectual del trabajador que espera ansioso sus ratos libres para buscar la catarsis en el ejercicio de escribir. Como bien dice GPE, la banca es una máquina de hacer dinero, que es el caso opuesto de la literatura. Pero su experiencia en el mundo de las finanzas no le significó el apego por las cosas materiales. Al contrario: Páez E. no padece del consumismo ni el derroche que afecta a los que quieren llenar con lo material sus carencias emocionales.

El político e historiador Otto Morales Benítez (1920-2015) escribe sobre la energía creadora de Páez E.: en este escritor impera el entusiasmo espiritual, que conduce a los sueños. Los más fieles en la cercanía a la voluntad de un ser que lucha con sus propios demonios, para verterlos, dosificados, en sus libros. Su signo es la lucha mental. Su gran pasión son los problemas relacionados con el universo cultural.

De la literatura y la política 

Páez Escobar ha sido defensor tanto de la creación como de la vida, dijo una vez Otto Morales, su amigo por varias décadas. Leal a sus amigos y a quienes admira aun en la lejanía. Él acepta como evangelio que la comunidad se perfecciona en la medida en que escucha, examina o mira las obras de sus creadores.  

El diálogo de Gustavo Páez, afín con las viejas y nuevas generaciones de escritores, periodistas y políticos, documentado en su atesorado epistolario, lo coloca como referente en la cultura colombiana. Pero como asegura el veterano periodista, su vocación ha sido la de columnista de opinión dedicado a los temas sociales y culturales. En 1998, Diario de Colombia lo catalogó como uno de los críticos sociales de más amplia visión en el país.

La experiencia de Gustavo Páez Escobar en esta vida le lleva a concluir que “el mundo no cambia. Ese es el duro estigma del hombre”. Como la del grupo selecto de aquellos que siguieron el camino del deber, la de GPE es una luz que se contrapone a la oscuridad de los tristemente célebres por dañinos. Los unos dignos de elogio y emulación y los otros, víctimas de su propio invento, yaciendo en frías tumbas o en celdas carcelarias.

Pero, en contraste con la fortuna de aventureros “arrepentidos” que deducen de publicaciones y películas de sus avatares en el mundo de la droga, la de los hombres honestos es una riqueza más duradera que aumenta con el tiempo. Como moraleja y símbolo, en la cápsula preparada por el periódico El Tiempo en 1982, para abrirse en el 2052, se guarda el legado para las generaciones futuras. Entonces, los descendientes de Gustavo Páez Escobar, como su nieta Valeria, podrán apreciar la obra de su abuelo, que ayudó a construir la cultura de su patria.

Enlace http://www.gustavopaezescobar.com/site/el-autor/biografia/

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

http://www.gloriachavez-vasquez.com

https://www.hablemosescritoras.com

https://zoepost.com

 

EPISODIOS Y GENTES Nuevo libro de Gustavo Páez Escobar

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

El autor se asomó hace medio siglo al mundo literario con su cuento El sapo burlón, que fue publicado con honores dentro de un concurso del Magazín Dominical de El Espectador. Con el mismo nombre editó, diez años después, su primer libro de cuentos, que un jurado escogió –junto con otra obra suya, Caminos– para integrar la Cápsula del Tiempo, que será abierta en el año 2052. En el 2000, apareció Humo, su segundo tomo de narrativa breve.

Con el tercero, Brisas del atardecer, que ha entrado en circulación con el sello de la editorial La Serpiente Emplumada, y que comienza a distribuirse en la librería Nacional, regresa, por el camino de los cuentos, a su nacimiento literario, como un tributo al recorrido persistente y fructífero que se traduce en catorce libros editados y en más de dos mil artículos de prensa. La presente edición consta de treinta cuentos: doce inéditos y dieciocho rescatados de su época dorada en el Magazín Dominical, hace medio siglo, y llevan, cuando cae la tarde, el entrañable sabor de la nostalgia.

Valeria, la nieta única del escritor, es una estrella en el firmamento que representa la renovación de la vida y el fulgor de la esperanza. A sus diez años de edad se vincula a este suceso con la alegre carátula en la que pinta, con gracia y talento, el mundo elemental que ella concibe, movida por el encanto y la fantasía, que también son características del cuento.

Sobre el cuentista escribió Fernando Soto Aparicio por los días en que su paisano boyacense iniciaba su carrera literaria y periodística, y al mismo tiempo ejercía la gerencia del Banco Popular en la ciudad de Armenia:

“Raro es hallar un escritor dentro de gentes metidas en las disciplinas de la economía y de la banca. Gustavo Páez Escobar lleva años vinculado al mundo (para mí oscuro y misterioso, indescifrable) de las finanzas. Y dentro de ese trajín cotidiano, ha sacado tiempo para escribir varios libros y cuentos que se leen con interés y agrado”.          

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Entre líneas, inteligencia y cuentos pasa sus días el escritor Gustavo Páez

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

POR EJEMPLO

SU VIDA TRANSCURRE ENTRE BANCOS Y LETRAS

 

Por Laura María Espinosa Estrada      

En la escritura fue explorando su inteligencia, la emotividad del arte y del ser mismo. Gustavo Páez Escobar, escritor colombiano, nació el 1 de abril de 1936, en Soatá, Boyacá. A los 17 años escribió en Tunja su primera novela titulada Destinos cruzados, y más adelante, en 1971, fue publicada en Armenia, Quindío, la cual, más adelante, en 1987, fue adaptada como telenovela nacional con libretos de Fernando Soto Aparicio.

Este hombre llegó al Quindío para convertirse en el gerente del Banco Popular de Armenia, un ciclo que terminó hace casi medio siglo. Aunque es originario de Boyacá, Gustavo se estableció en el departamento con la intención de marcar una buena etapa del banco, la cultura y escritura.

En 15 años que se desempeñó como gerente, se convirtió en el autor de la construcción del edificio actual del banco y de lo que fue hasta entonces el Museo Arqueológico del Quindío. Su labor e incursión en el mundo literario inició en 1971, y fue entonces como un año después, con El sapo burlón, cuento que se publicó en el Magazine Dominical de El Espectador, obtuvo a su paso algunos honores, y se dio a conocer en el mundo de las letras. En este mismo año, de forma simultánea, dio inicio a su carrera de novelista, cuentista y periodista.

Una vida literaria llena de desafíos, riquezas y buenas experiencias, esa misma que al día con su más reciente tomo de cuentos publicado, que se convierte en el tercero, completa 14 libros publicados y 2.000 artículos de prensa.

Desde entonces no ha dejado de escribir, ¿cuál es la motivación para estos escritos?

No he dejado de escribir porque esa es una pasión absorbente. Esa es una vocación que nace con la persona, uno siente ese deseo, así como lo tienen los artistas, pintores, es innato, pero se puede ir cultivando, que es lo que ha sucedido conmigo a través del tiempo.

¿Cuál es esa mayor característica del Gustavo escritor, por qué decidió hacerlo?

Yo escribo porque es un deseo, es parte de la vitalidad de una persona, de la parte espiritual y artística, la cual desde que se cultiva va creciendo y floreciendo cada vez más. Así como se nace para otras condiciones como el ser político, orador, médico, también nace el escritor.

Combinó la gerencia y la escritura, ¿cómo describe esa experiencia?

La parte mía especial es que podía cambiar las dos profesiones, o era gerente de un banco, pero al mismo tiempo escritor, lo cual se hace un poco extraño en la literatura y generalmente se ve raro, ya que estas dos actividades chocan, no son paralelas y no es frecuente que ocurra. Entonces para mí es un privilegio haber logrado unirlas. Combiné mi tarea bancaria, actualmente vivo en Bogotá, estoy pensionado, y llegué al otro extremo de la vida, pero escribiendo.

¿Cuáles han sido esas publicaciones que más lo han marcado?

En el año 1971 yo publiqué el primer cuento, el que fue laureado; eso me dio la motivación para seguir escribiendo cuentos, y 10 años después, esto quiere decir que en 1981, publiqué mi primer libro de cuentos que fue El sapo burlón, una recolección de 20 cuentos, la generalidad de ellos escritos en el Magazine Dominical de El Espectador. Más adelante, en el año 2000, publiqué el segundo tomo de cuentos que se llama Humo, y el tercero es el que acaba de salir en este momento, el que está editado por la editorial La Serpiente Emplumada, una editorial famosa en Bogotá, y se distribuye en la Librería Nacional en este momento.

Ahora, cuéntenos un poco más sobre su más reciente publicación.

Brisas del atardecer es un libro de 30 cuentos, 12 inéditos y 18 que recolecto o recupero de esa vieja época de hace 50 años, y tuvo la suerte de haber sido seleccionado, junto con otro de mis libros, publicado por la gobernación del Quindío, llamado Caminos, para ser incorporado en la Cápsula del Tiempo, donde está un material que será abierto en las instalaciones del periódico; estas publicaciones están bajo tierra, y será abierto en el año 2052. Es una especie de mensaje para que dentro de algunos años la generación presente pueda entender y conocer qué se hacía con la escritura en ese entonces. Para mí es honorífico y grato.