Inicio > Historia, Periodismo > La muerte del general París

La muerte del general París

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Por: Gustavo Páez Escobar

El Tiempo, en su edición del pasado 25 de junio, informó que el general Gabriel París Gordillo, presidente de la Junta Militar que reemplazó al general Rojas Pinilla en 1957, había muerto en la ciudad de Bogotá y que sus exequias se realizarían al día siguiente con asistencia del presidente Álvaro Uribe Vélez. Al día siguiente, en lugar de las exequias y de los numerosos avisos funerarios que se presentían, apareció en el mismo diario la rectificación de la noticia, con esta manifestación de un hijo del general: “Él está en una finca del Tolima, no tiene problemas de salud y hasta da conferencias”.

Lo cual, por supuesto, es digno de celebración. Un personaje de la categoría del general París, que aparte de cumplir brillante carrera militar tuvo alta figuración en aquellos lejanos sucesos, ocupa sitio destacado en la historia colombiana. Sus otros compañeros del gobierno provisional fueron los generales Luis E. Ordóñez Castillo, Rafael Navas Pardo, Deogracias Fonseca Espinosa y el contralmirante Rubén Piedrahíta Arango. En ese tiempo, el general París contaba 47 años de edad, y hoy tiene 95. De entonces a hoy mucha agua ha corrido bajo los puentes, y la historia se ha olvidado.

El alto militar resucitó con estas palabras suyas, expresadas desde Flandes a un corresponsal del periódico, municipio donde reside desde hace varios años: “No estoy muerto, estoy vivito y coleando, con 95 años de vida, bien bebidos y bien comidos”. Palabras que equivalen a otra célebre frase que se viene repitiendo a lo largo de los años, como respuesta irónica, e incluso festiva, ante las muertes inexistentes (que las hay, las hay, como queda visto): “Los muertos que vos matáis gozan de completa salud”.

Ya ocurrido el caso, es pertinente hacer unas reflexiones sobre la falsa noticia,   cometida acaso por los apuros con que se arma el diario los fines de semana. Esto, desde luego, no justifica semejante equivocación. Frente a los códigos de responsabilidad que debe observar el periodismo en el campo informativo, no se entiende cómo se coló la pifia sin que nadie la hubiera detectado.

El Manual de Redacción de El Tiempo, en el numeral 2.05.07, dice que “los rumores no son noticia” y recomienda a los periodistas acudir a fuentes serias de información para confirmar la exactitud de los hechos. Aquí se pretermitió esa regla. Era fácil buscar contactos con la familia del presunto muerto, o con los mandos militares, y de paso enterarse de otras circunstancias relacionadas con el deceso. Y no se hizo.

La noticia fue a dar a página interior del periódico y no tuvo la notoriedad que ha debido concedérsele. La presente nota no entra a enjuiciar la gestión pública cumplida por el general París, figura sobresaliente del gobierno militar –tanto el de la dictadura como el le que siguió en el período de transición–, sino la equivocación cometida al darse una noticia infundada.

La rectificación apareció en el mismo espacio interior del diario, cuando lo indicado era hacerlo en primera página por tratarse de un error de gran tamaño, ya difundido en todo el país. Además, El Tiempo ha debido presentar excusas al general y su familia, por las incomodidades y el dolor que les causó. Una hija suya que vive en Bogotá quedó consternada cuando supo la muerte de su padre, y las horas siguientes fueron de ahogo y sufrimiento en medio de las incontables llamadas telefónicas que entraron a su residencia. ¿Qué piensa sobre este caso la defensora del lector de El Tiempo, en lo referente al ejercicio periodístico?

En la hoja de vida del general París se destacan las posiciones de comandante de la segunda y cuarta brigadas, con sedes en Barranquilla y Medellín. Durante el gobierno militar fue comandante del Ejército, embajador extraordinario y plenipotenciario en una misión en Estados Unidos, ministro de Justicia y de Guerra y encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores. El 10 de mayo de 1957, a la caída de la dictadura, Rojas Pinilla lo escogió para presidir la Junta Militar, la que designó un gabinete de reconciliación nacional y convocó al plebiscito que estableció la alternación de los partidos en el poder durante 16 años, fórmula conocida como el Frente Nacional.

El 7 de agosto de 1958, los cinco militares entregaron el gobierno al doctor Alberto Lleras Camargo tras cumplir un papel de equilibrio y moderación luego de los graves hechos que había vivido la nación, y Colombia pasó a otro proceso histórico. De ese equipo, el único sobreviviente es el general París.

El Espectador, Bogotá, 30 de junio de 2005.

 * * *

Comentarios:

Felicitaciones por tu muy acertado y ameno artículo sobre la “muerte” que El Tiempo le dio al general París. Das una lección sobre cómo se deben manejar esas cosas desde el rigor periodístico que merecen. Eduardo Durán Gómez, Bogotá.

En nombre de toda nuestra familia, le agradezco infinitamente el artículo que escribió sobre la metidota de pata de El Tiempo. Y lo que usted dice es cierto: ni le dieron a la noticia la dimensión que merecía, ni la corrigieron con la misma fuerza. Tan cierto es esto, que cuando me comuniqué telefónicamente con él, me dijo que lo grave de ese asunto no era que lo hubieran matado, sino que no lo habían revivido. A mí, además de haberme dañado el sueño –pues mi mamá me llamó muy a las 5 a.m. a darme la noticia–, por poco me hacen abordar un avión hasta Bogotá. ¿Puede creer que hasta la oficina de Protocolo de la Presidencia llamaron a mamá a preguntar si la noticia era cierta, pues el presidente Uribe estaba preocupado y necesitaba saber los detalles de la situación? Enrique Gómez París, director de Desarrollo Económico, Gobernación de Santander.

La reacción que tuvo tu corrección sobre la supuesta muerte del general París es más que merecida, pues tú pusiste las cosas en su sitio. Los columnistas mayores –¿viejos?– al menos tenemos la virtud de la indagación, la reflexión y la prudencia, asuntos bastante menospreciados por los jóvenes picateclas. Hernando García Mejía, Medellín.

(El general París murió en Girardot el 21 de marzo de 2008, a los 98 años de edad. Es decir, murió cerca de tres años después de que El Tiempo dio la falsa noticia).

* * *

Defensora del lector de El Tiempo: Cecilia Orozco T:

El 10 de julio intervino en este caso la Defensora del lector con la columna Sucesión de errores, quien anota, entre otras cosas: “Pese a que las posibilidades de equivocarse siempre están presentes, no es usual que se cometa un error tras otro (…) La responsable es una reportera experta en trabajos espinosos (…) Pero es obvio que en esta oportunidad falló (…)”.

La Defensora del lector  hace hincapié en las siguientes normas periodísticas:

“Podemos aprender varias lecciones de este capítulo excepcional:

“A. Las apariencias son más engañosas de lo que solemos aceptar. Con demasiada frecuencia, los periodistas llegamos a conclusiones apresuradas, basados en premisas tales como “todo indica que”…

“B. Es indispensable entender que cada uno de los datos que se van a utilizar tiene importancia y, en consecuencia, debe ser preciso. Muchos reporteros le dan prioridad a la verificación del punto central de su artículo y subestiman los detalles. Si estos son de corte histórico, el desprecio parece incrementarse, lo que puede conducir a serias inconsistencias, como quedó demostrado.

“C. La falta de interés en la historia es una falencia grave en cualquier periodista, no importa cuál posición ocupe en su profesión.

“Finalmente, si uno se equivoca, lo peor es evitar el tema. La mejor forma de salir airosos del apuro es reconocer con grandeza el error y guardar en la memoria –para no fallar de nuevo– el descuido que nos hizo caer en la trampa”.         

Categories: Historia, Periodismo Tags: ,
Comentarios cerrados.