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Normas de procedimiento penal

martes, 1 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Editorial Tercer Mundo, gerenciala por el doctor Santiago Pombo, ha puesto en circulación la octava edición del libro titulado Normas básicas de Procedi­miento Penal, del que es autor el conocido jurisconsulto, a la par que humanista e historiador, doctor Horacio Gómez Aristizábal. Es la quinta vez que se ree­dita la obra durante el presente año, lo que pone de presente el interés que ha suscitado en universidades, jueces y litigantes, e incluso en personas no versadas en cuestiones jurídicas pero in­teresadas en conocer el análisis sencillo de las leyes.

El trabajo se convierte en guía práctica para juristas y profanos y ha sido adoptado como texto de estudio en varias universidades. Lleva incluido el texto completo del nuevo Código de Procedi­miento Penal, con comentarios, doctrinas, jurisprudencias y crí­ticas de autorizados tratadistas, aparte de disponer de índices analíticos que ofrecen una ayuda valiosa para cualquier consulta.

Exentas de erudita pedantería, es ésta la mayor ventaja para asimilar los ensayos que se en­cuentran dispersos a lo largo del libro. Los tratados de Derecho pecan, por lo general, de oscuros y enredados para la gente del montón, y por eso se vuelven pe­sados y muchas veces impene­trables. Pero cuando a la ciencia jurídica se le trata con huma­nismo, que es el tono con que Horacio Gómez Aristizábal ejerce su profesión y elabora sus tesis, se logran mayores beneficios y se conquistan entusiastas adhe­siones. Todo es asunto de estilo. Decía Voltaire que la ra­zón es elemental, pero el hombre se encarga de hacerla complicada y misteriosa.

«El Derecho nos envuelve por todas partes —manifiesta Gómez Aristizábal—. Si uno no se mete con el Derecho, el Derecho se mete con uno. En el Derecho vivimos, nos movemos y somos. Todas las revoluciones del mundo se han hecho por falta de justicia. Sin justicia no hay seguridad y sin seguridad no hay libertad ni dignidad. Todo impulso revolu­cionario se calma y se torna en serena quietud cuando se con­vierte en Derecho».

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La experiencia forense de este maestro con 30 años de entrega a las disciplinas jurídicas y al cultivo de la inteligencia, en los que no se ha dado tregua como estudioso y autor de numerosos libros de géneros diferentes, acredita el bagaje de la nueva edición. Los enfoques de la obra no se limitan a comentar la sola juridicidad de los estatutos penales, sino que siembran inquietudes sobre los defectos de la justicia, las erradas interpretaciones de los códigos, la desviada conducta de ciertos jueces, el atraso técnico de los trámites judiciales y la comple­jidad, en fin, de esta rama ex­puesta a tantas vicisitudes en este momento de descomposición moral y debilidad humana.

Se queja Gómez Aristizábal de la falta de preparación de muchos jueces y sobre todo de su indife­rencia por actualizarse y espe­cializarse. Este es defecto pro­tuberante que él denuncia desde tiempo atrás y al cual atribuye no pocas de las cojeras de nuestra justicia.

A la independencia del juez y del magistrado, ajenos como deben mantenerse a pre­siones de tipo político, económico, religioso o social, le da la máxima importancia como garantía de rectitud y eficacia judiciales «Si existe la justicia —dice—, no debe ser permitido que los jueces se engañen».

El Espectador, Bogotá, 6-X-1987.

 

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