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Golpe a la cultura boyacense

jueves, 10 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Se suponía que ya por esta época estaba solucionado el problema financiero del Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá. Pero la situación se ha dejado avanzar desde hace dos años, y ahora los empleados se han visto obligados a decretar un paro laboral como medio para pre­sionar el pago de sus sueldos y llamar la atención sobre la decadencia del organismo por culpa del recorte presupuestal que le impuso el gobierno del departamento.

El presupuesto de la entidad, reducido en un 50%, no alcanza a sufragar los gastos. El personal no recibió es­te año, como los demás funcionarios del Estado, aumento salarial. Con esta economía, absurda e injusta, se busca­ba nivelar las cifras, y como de todas maneras la restric­ción es drástica, los sueldos se atienden con demoras y los gastos de funcionamiento se hallan castigados con se­veridad, hasta el punto de que el pago de la nómina va a cumplir dos meses de retardo y la prima de junio está to­davía sin cancelar.

A las cajas de previsión y de subsidio familiar no se les cubren, dentro de la misma política de errónea auste­ridad, los aportes que el patrono debe hacer para benefi­cio de los afiliados. Tampoco existe dinero para erogacio­nes tan elementales como el aseo. No ha habido recorte de la nómina pero sí renuncias de varios funcionarios que se han visto precisados a acudir a otros empleos. Esto equi­vale a una disminución de personal, ya que los cargos se han dejado vacantes.

Desde tiempo atrás se habla de una reestructuración del instituto y ésta no se ha visto ni se sabe en qué con­sistirá. Lo único cierto es que el gobierno seccional le ha propinado duro golpe a esta institución de tanto arraigo en Boyacá. La Escuela Superior de Música es la mejor de Latinoamérica y representa, no sólo para Boyacá sino para el país, título de honor más allá de nuestras fronteras. La Orquesta Sinfónica de Vientos de Boyacá tiene más de cien años de existencia y osten­ta una de las tradiciones más ponderadas del arte colom­biano.

El perjuicio no es sólo para el personal de la ins­titución, que ha tenido que afrontar serios tropie­zos para el sostenimiento de sus hogares, sino para los alumnos que se capacitan en diferentes discipli­nas. Hoy está en peligro, debido a la huelga, la culmina­ción del año académico de 450 alumnos que cursan estudios en música y en artes plásticas. Y si las cosas siguen co­mo van, también se verá afectado el Aguinaldo Boyacense, uno de los espectáculos más celebrados en el país, por la ausencia de las escuelas de música del festejo po­pular.

Cuando se antepone el simple afán económico al con­cepto de cultura (y parece que en esto estriba todo el problema), suceden episodios lamentables come éste de Boyacá. No es sensato, ni conveniente ni patriótico, mutilar la vida de este organismo meritorio sólo porque no produce dinero. Y tampoco votos. Los gobernantes deben saber que la cultura está por encima de los menesteres económicos. Enderezar las finanzas del departamento sacrificando la cultura no tiene ningún mérito. La gracia sería hacer producir los orga­nismos realmente productores del dinero. Y castigar (lo que también es producción) las manos que cercenan los bienes públicos.

Una junta de exgobernadores se ocupó en días pasados de este y otros apremios de la vida boyacense. Sin embargo, la enfermedad no ha sido atacada. Al señor gobernador, un joven inteligente y bien inten­cionado, le decimos: salve usted la cultura boyacense. Boyacá es tierra culta por tradición. No rompa usted, se­ñor gobernador, tan bello legado.

El Espectador, Bogotá, 27-XI-1989.

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