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A propósito de los correos

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Una costosa campaña publicitaria difundida en la televisión, en periódicos y revistas, y pagada por la Administración Postal, o sea, por el bolsillo de los contri­buyentes, anuncia una gran transformación en el servicio de los correos nacionales. Para hacer más llamativo el men­saje se ha tomado la efigie de nuestra preciosa reina Paola Turbay, con un sobre en la mano y una sonrisa encan­tadora. Lo malo es que el sobre no llega con la rapidez que allí se pregona.

Hay que ser francos: a Adpostal le falta aún mucha dinámi­ca para competir con las em­presas particulares –esas sí en verdad eficientes– que, por unos pesos más, ponen al día siguiente el sobre en manos del destinatario en cualquier sitio del país. Como usuario perma­nente que soy de los correos, encuentro que las entregas de Adpostal son inconstantes: unas veces llegan con la celeri­dad que anuncia la publicidad, y otras se demoran por días injustificables.

Me han llegado, y me siguen llegando después de la campaña adornada con sonrisa de reina, correos de la misma ciudad hasta con ocho días de retardo. En contraste, en muchos casos es más veloz la correspondencia del exte­rior.

¿Se justifica un costo tan elevado para tratar de cambiarle la imagen a Adpostal? Si la empresa nos suminis­trara el dato de la erogación por este concepto, nos quedaríamos pasmados. ¿Cuánto valen páginas enteras en periódicos y revistas, con el lujo que se ha empleado, repetidas en múltiples ediciones?

Estos son dineros oficiales gas­tados con alegría. Poco o nada es lo que se ha cambiado. La austeridad pregonada por el Gobierno no se observa en este capítulo. La mejor publicidad es la que se deriva del propio servicio, que ojalá, en este caso, se pusiera a la altura de las cuñas publicitarias para explicar, siquiera en mínima parte, semejante derroche.

La ineficiencia burocrática

A propósito de un comentario de esta columna, he recibido la siguiente comunicación de la Alcaldía Mayor de Bogotá:

«Hemos leído con suma aten­ción el artículo Abusos silencio­sos en su columna Salpicón, en el cual, con el fino estilo que lo caracteriza, usted describe la desidia y la deficiente atención de algunos funcionarios de la Empresa de Energía de Bogotá.

“Aprovecho la oportunidad pa­ra reiterarle el interés de la presente administración por mantener una comunicación abierta y espontánea con nuestros conciudadanos. En este proceso de acercamiento con la comunidad, los medios de comunicación cumplen una trascendental labor informati­va al interpretar el sentimiento colectivo y al brindar, con me­surada reflexión, las diversas alternativas de solución a los problemas de nuestra ciudad. Este compromiso asumido de manera directa por usted se traduce en su empeño de pro­pugnar condiciones de vida más justas para todos los bo­gotanos, y se identifica con nuestro propósito de mejorar el nivel de vida de nuestros conciudadanos.

“En nombre del señor alcalde mayor de Santafé de Bogotá, doctor Jaime Castro, quiero comunicarle que su inquietud ha sido remitida, con instruc­ciones precisas del alcalde mayor, al doctor Alberto Calde­rón Zuleta, gerente de la Em­presa de Energía, quien anali­zará las fallas señaladas por usted, con el objetivo de erradicar el círculo vicioso de la ineficiencia burocrática”. Ignacio Pombo Villar, secretario privado.

El Espectador, Bogotá, 26-VIII-1992.

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