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Dimensión de la violencia

viernes, 11 de noviembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

A pesar de ser Colombia el país más violento del mundo, hay gente patriotera que condena tal aseveración con el argumento, si la noticia proviene del exterior, de la mala prensa internacional; y si el comentarlo nace en nuestro propio territorio, se dice que es sensacionalista. Por desgra­cia, esta verdad es incuestionable, por dolorosa que sea.

No hay otro país donde haya más impunidad que en Colombia. Los hechos diarios así lo ratifican. El instinto de sangre, de destrucción, de mala levadura, que mantiene destrozado el sentido de la vida, nos llega como un fermento atávico difícil de eliminar. Hay violencia e im­punidad debido al destierro de la justicia y a la burla flagrante de la ley. La inmoralidad está pegada en el ambiente. Los códigos parecen letra muerta.

Gobernantes, políticos y jueces blandos o ineptos, inca­paces de ejercer con altura sus delicadas misiones, per­miten toda clase de tropelías contra la moral pública y luego, como Poncio Pilato, se lavan las manos. Ellos pertenecen a la nómina de gente inútil que ni ve ni oye ni entiende. Todo lo pervierten.

¿Cómo no será Colombia el país más violento del mundo si aquí se comete un homicidio cada 18 minutos y un secuestro cada 6 horas? ¿Cómo no ha de serlo si la tortura se practica como si se tratara de un deporte? A los mendigos y los parias de las calles, lo mismo que a honrados ciudadanos que se ganan la vida en oficios sencillos, se les sacrifica como a ratas infecciosas con el argumento de que son seres desechables.

En este reguero de iniquidad quedan huérfanos, viudas, hogares destruidos. Es la propia patria la que se desinte­gra en manos de la barbarie. En cambio, los grandes capos abren todas las puertas y continúan comprando conciencias. Hay 28.000 menores vinculados a procesos judiciales. Según Cenco, el 68% de la población tiene temor de salir a la calle. En Bogotá, 140.000 personas consultan al sicólogo, sólo en instituciones públicas.

Esto produce escalofrío. ¿Seremos o no el país más violento del mundo? El chauvinismo trata de disfrazar la verdad. Esta es una forma más de impunidad. Por eso, estamos como estamos.

La Crónica del Quindío, Armenia, 5-IX-1992

 

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