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Quiebra moral

jueves, 15 de diciembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Más que a la quiebra física que hoy amenaza a los cafete­ros quindianos, hay que te­merle a la quiebra moral que ronda por la región. El comandante de la Policía de­nuncia la invasión de mafiosos que se apoderan de este edén tropical, entregado a ellos por los propios quindianos en for­ma silenciosa. Helio Martínez Márquez clama por la caída de los valores y se duele por el silencio ciudada­no y cómplice que permite esta distorsión de la conciencia colectiva.

El resquebrajamiento moral del Quindío no es de ahora sino que arranca de hace va­rios años. Todo comenzó con la tristemente célebre Piper Navajo. El señor Ledher, con su tentadora avioneta ejecuti­va que ofrecía en regalo al gobernador de entonces, y que por casualidad es el mismo mandatario actual, comenzó a hacerle coqueteos a la socie­dad quindiana. De ahí en ade­lante parte su hábil penetra­ción en el medio. Con el disfraz de benefactor social, líder deportivo y protector de los pobres, se inicia su carrera de corruptor público.

Jóvenes pertenecientes a destacadas familias, halaga­dos por la vida muelle y el po­der del dinero, vendieron su conciencia al diablo. Sobre los cielos quindianos comenzaron a verse insólitas apariciones de lujosas avionetas con las que el dueño del capital imponía su trono de la concupiscencia. Después, toda la ciudad le ren­día culto al amo de los nue­vos tiempos. Jóvenes y vie­jos veneraban el becerro de oro que todo lo compraba y todo lo pervertía.

Ahora, cuando sigue la invasión con otros prota­gonistas, es preciso saber que, dislocada la moral co­lectiva, no es fácil purificar el ambiente. Pero hay que intentarlo. Ante todo, es necesario que sus dirigentes (cívicos, intelectuales, políticos, religiosos) tomen conciencia de la ur­gencia inaplazable de sal­var la región, para ellos mismos y para sus descen­dientes.

La Crónica del Quindío, Armenia, 15-IV-1994.

 

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