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Navidad en libros

viernes, 16 de diciembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Generosa cosecha de libros ha entrado por estos días a enriquecer mi biblioteca. Varios de ellos, como los maravillosos de Villegas Editores, los he comentado en otras columnas. Voy a referirme hoy a los libros de cuatro amigos muy allegados con quienes realizo frecuentes tertulias literarias en el ámbito de los hogares, y que parecen haberse puesto de acuerdo para celebrar la Navidad en medio del parto jubiloso de sus propias producciones.

El exmagistrado y poeta Homero Villamil Peralta publica su sexta obra: Mi canta por Boyacá. Poema folclórico en 227 páginas, que se recrea por todos los pueblos del departamento y enaltece las virtudes más acendradas de la raza. Con grato tono costumbrista, a la altura de los grandes intérpretes del lenguaje popular, la emoción lírica de Villamil, llena de gracia y sabor picante, pinta el alma boyacense y hace el inventario de las riquezas de la tierra nativa a través de los paisajes, los accidentes geográficos, las tradiciones, la cultura y los hombres. Su libro conquista sitio de honor en la bibliografía regional, como referencia auténtica del alma de su pueblo.

Inés Blanco, alma tierna y romántica, sabe que el amor, la ausencia y el recuerdo se beben con fulgores de luna. El sólo título de su nuevo libro sugiere poesía: Piel de luna. Poetisa sensible, en plena maduración como las mieles de las campiñas, se embriaga con las delicias del amor y sufre con las penas del olvido y la distancia. Traduce la emoción humana. Su obra es un canto a los más nobles sentimientos de la vida. Fina poesía de ensoñación y arrebato, de carne y delirio, de evocación y luna. En breves versos llenos de melodía y metáforas hace surgir el encanto del amor hechizado que hincha las venas y estremece las estrellas.

Hace apenas cuatro años se reveló una gran escritora de literatura infantil, y ya lleva tres libros publicados. Se trata de la historiadora boyacense Merce­des Medina de Pacheco, cuya vena literaria se mantenía oculta y sale ahora a relucir en espléndidas ediciones llenas de originalidad, ternura y colori­do. Sus fantasías vuelan sobre la realidad de la historia colombiana y consiguen, con soplos mágicos, inflamar la mente de los niños. Su nueva obra, El palomar del príncipe, es el deambular fascinan­te por el mundo infantil de José Asunción Silva, autor, entre otros bellos poemas, de Los maderos de San Juan. El poeta lúgubre y trágico adquiere en el libro de Mercedes Medina de Pacheco, para que lo disfruten chicos y grandes, el alma pura que un día se descargó el tiro mortal en mitad del cora­zón.

Óscar Londoño Pineda, exmagistrado y exal­calde de Tuluá, su patria chica, vive enamorado de las letras. Nunca ha dejado de hacer literatura. Es su pasión creadora. Con reconocido éxito ha incursionado en los géneros del cuento, la novela y el ensayo. Tras su retiro de la magistratura, y como  testimonio fresco de sus vivencias judiciales, recoge en doce cuentos el mundo escondido de la tra­gedia humana que se ventila, y por lo general se asfixia, en el ambiente sórdido de la justicia.

Londoño Pineda, agudo observador de la hu­manidad, capta los menudos y tremendos dramas del ser anodino que a duras penas logra hacerse sentir. Y como los jueces ni lo escuchan ni lo entienden, lo hace el cuentista –cual otro Chéjov– en el volumen que titula La justicia no sonríe. Libro duro y de protesta, escrito con ágil estilo y amasado con el real nervio del cuento, ese que crea tensión y le traslada al lector la solución que debe hallarse como consecuencia del relato.

La Crónica del Quindío, Armenia, 17-XII-1996

 

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