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La banca que se va

viernes, 16 de diciembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Acabo de saber por La Crónica el retiro de Óscar Jaramillo Jaramillo de la gerencia del Banco Santander. Así, aquella banca de Armenia que dejé hace 14 años, está hoy casi completa­mente renovada. El único que queda es Diego Álvarez de la Pava, de Bancafé (y ya hasta de nombre le cambiaron a su antigua entidad, el Banco Cafetero).

Es ley de la vida. A todos nos llega el final, no sólo en la vida del trabajo sino en la propia existencia. Todo cam­bia, nada se detiene. Las institucio­nes, que a nada se aferran y que son tan duras como sus propias bóvedas de caudales, hoy más que nunca vi­ven en plan de renovar sus equipos directivos para mantenerse remozadas en medio de la competencia. Prefieren lo nuevo a lo antiguo. Con lo cual, a Óscar Jaramillo no le estoy diciendo que es viejo –ni más faltaba–, sino maduro. Y le llegó la hora.

La hora del reposo. Óscar, que cumplió una larga y des­tacada labor en la banca local, demos­tró siempre gran laboriosidad. Nunca se le vio quieto ni amodorra­do –en la banca ni en su vida priva­da–, y ese mismo ritmo lo llevará en adelante, para qué dudarlo. En esa forma tiene garantizados muchos años de plenitud –para él y para Solita– en la dorada etapa que aho­ra emprende.

Me invade hondo senti­miento de nostalgia cuando veo que mi banca, la que ya no exis­te, termina desintegrándose con la salida del actual decano de la banca de Armenia, que decidió irse a descansar. Cuando miro al Quindío desde mi tranquilo re­manso en Bogotá observo que día a día algo nuevo se desmorona. Pero no es la vida la que cambia, sino los hombres. Armenia, cuyas raíces son indestructibles en el afecto, cada vez aparece más borrosa en la distancia, y tan en­trañable como siempre. Cierto que hoy existen allí menos ami­gos, pero los que quedan son más leales que muchos de los que te­níamos cuando éramos banque­ros.

Hablando de los antiguos co­legas, resulta doloroso rememo­rar la partida definitiva de gran­des amigos: Silvio Ramírez, Ra­miro Giraldo, Augusto López, Ál­varo Aguado, Pablo Echeverry, Jorge Arango, Uriel Patiño. To­dos prestaron eficientes servi­cios a la ciudad. Y todos mere­cen ser recordados. En fin, se fue Óscar. Mañana le tocará el turno a Diego.

Y es que a los bancos, como a los ca­maleones, les gusta cambiar de piel. Hoy la banca de Armenia tiene fresca la piel. También, en general, la tienen los actuales banqueros (aunque al­gunos comienzan a mostrar cier­tas arrugas inevitables: las de la madurez).

Óscar: en la capital del país un grupo de exbanqueros –en­tre ellos, Josué López Jaramillo, antiguo gerente del Banco de la República– formamos una insti­tución privada, sin acciones ni sobresaltos, que llamamos «la banca en la sombra» y que nos sirve para reír, murmurar y re­cordar. Y la pasamos muy bien. Estás invitado.

La Crónica del Quindío, Armenia, 6-IX-1997.

 

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