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Un banco popular… y cultural

martes, 4 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Después de la muerte del doctor Rafael Pardo Buelvas, exministro de Gobierno asesinado hace cerca de un año por el fanatismo, escribí la siguiente nota para el próximo número de su revista que no alcanzó a ser editado:

Cuando la Revista Agropecuaria me pide que escriba un perfil sobre la gestión cumplida por el Banco Popular en Armenia, del que soy gerente, se me ocurre que bien podrían combinarse los campos financiero y cultural y así tendríamos un enfoque distinto al tradicional de las solas cifras. La empresa moderna necesita una concepción más humana.

El turista que encuentra un lujoso edificio como el que poseemos en pleno corazón de Armenia, ignora que para llegar a esa realización tuvimos que sortear y sufrir no pocas dificultades. El Banco sintió que había cumplido un deber al aportar con su edificio una marca en el progreso arquitectónico de esta ciudad en constante evolución.

La participación de la entidad en los programas de bienestar económico de la región y sus gentes eviden­cia el sentido de servicio que inspira su razón de ser. Están distantes los tiempos en que la banca era un instrumento rígido y ortodoxo. Ser cliente bancario significaba un privilegio, y tal condición se juzgaba como un signo oligarca. El Banco Popular impuso un carácter no solo flexible en la mecánica bancaria, sino además humano. Si en sus comienzos el sistema se prestó para que la chequera tuviera una desviación de sus prácticas sanas, se cuenta hoy con una clientela responsable que sabe de ética comercial.

Lagama de servicios de este Banco, que va desde el crédito popular al empleado y al pequeño empre­sario, hasta la financiación a la factoría que crea empleo y fomenta el progreso regional, habla muy bien de lo que es un organismo de utilidad publica consagrado a todos los sectores, pero con mayor atención a las clases pobres. Esto lo sabe el país entero.

Vencido el concepto que definía a los bancos solo como empresas metalizadas, que aún prevalece, el Banco Popu­lar despertó una conciencia de cultura que no existía. Aquí, en Armenia, están dedicados dos pisos al museo arqueológico donde se exponen y rotan piezas re­presentativas de nuestras culturas precolombinas. Si­tuados en la tierra de los quimbayas, poseemos todo un patrimonio de cerámica que se estaba dilapidando por falta de protección.

Como ironía del destino, el doctor Eduardo Nieto Calderón, inspirador de ese museo, no lo conoce en fun­cionamiento. Se retiró, días antes de su inauguración, de la presidencia del Banco Popular, por no estar de acuer­do con el arreglo que se le había dado al movimiento huel­guista de la institución, cuyo propósito parecía ser acabar con el principio de autoridad y luego arrasar los estamen­tos de una obra de inmenso contenido social y cultural, en uno de los capítulos de mayor insensatez que haya conocido el país. Mantenemos hoy en Armenia, abierto a todos los vientos, este formidable Museo Arqueoló­gico del Quindío, el mayor patrimonio cultural de Ar­menia.

La labor silenciosa de imprimir libros colombianos ya agotados y de gran valor formativo, no ha sido suficientemente apreciada por la gente. En todas las oficinas de la institución se venden al público, a precios in­creíbles, obras de profunda significación. Son logros evi­dentes que se conjugan para imprimir humanismo al ári­do terreno de las cifras.

Tal, en síntesis, la esencia de un Banco que sabe de finanzas y además extrae de sus balances significa­tivos aportes para la cultura. Al pueblo se le sirve no solo con dinero, sino también con cultura.

La Patria, Manizales, 31-V-1978.

 

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Corporación Financiera Popular

martes, 4 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En días pasados fue inaugurada la junta asesora de la Corporación Financiera Popular para el Quindío, que quedó compuesta así: Hernán Palacio Jaramillo, Arturo Álvarez Maya, Hernán Montoya Lopera, Luis Femando Velásquez Echeverri, Amalia Arango de Aristizábal, Óscar Mejía Echeverri, Nelson Ramírez Ospina y Gustavo Páez Escobar.

Busca la entidad por este medio dotar al Quindío de un órgano de consulta y decisión que impulse los programas de crédito para la pequeña y la mediana industria en un departamento que poco a poco viene tomando conciencia de la necesidad de industrializarse. Si bien la vocación agrícola del Quindío se convierte en un dique para conseguir en corto tiempo un desarrollo más acelerado de la industria, es indudable que la presencia de la Corporación ha aportado grandes logros.

En ocho años que lleva de existencia en Armenia, sus realizaciones son evidentes. La primera de ellas, la más positiva y también la más ardua, y en la que a veces no se repara suficientemente, consiste en la labor didáctica desarrollada para que el pequeño industrial adquiera una razonable organización que le facilite el acceso a las fuentes de crédito. El industrial, pequeño y mediano, carece por lo común de sistemas contables que le indiquen un diagnóstico confiable sobre su actividad. Dicho en otras palabras, muchos industriales se dedican a producir sin saber cómo camina el negocio.

La Corporación Financiera Popular ha vigorizado la marcha de muchas empresas con un crédito barato y a plazos convenientes. En el Quindío registra cifras elocuentes que sin duda habrán de intensificarse en el futuro. Vale la pena resaltar el interés del señor ministro de Desarrollo Económico, doctor Diego Moreno Jaramillo, presidente de la junta directiva nacional y dilecto hijo de Armenia, por incrementar en el Quindío la función crediticia, propósito en el que están empeñados el doctor Carlos Mario Londoño, gerente general, y el doctor Nelson Ramírez, gerente de Armenia.

En esta forma el Grupo Popular demuestra su estrecha vinculación a las necesidades de la comunidad. El Banco Popular, por otra parte, lleva el liderazgo de postulados de hondo contenido social. Son filiales suyas la Corporación Financiera, Corpavi, la Corporación de Ferias y Exposiciones, los Almacenes de Depósito –Alpopluar–, el Fondo de Promoción de la Cultura y la Fundación Jurídica.

La junta asesora regional que acaba de inaugurarse queda comprometida con la suerte del Quindío industrial.

Satanás, Armenia, 22-X-1977.

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¡Bienvenidos, Compañía de Empaques!

domingo, 2 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La Compañía de Empaques, cuya sede principal está ubicada en Medellín y cuenta con 31 agentes en las principales ciudades del país, ha escogido a Armenia como sitio para su convención anual. A partir del 25 de este mes se encuentra entre nosotros cerca de un centenar de di­rectivos y agentes, intercambiando pontos de vista sobre las políticas de esta importante firma.

La ciudad de Armenia, que en los últimos tiempos ha sido escenario de importantes acontecimientos, se siente orgullosa de contar como huéspedes a estos pioneros de la in­dustria antioqueña que vienen contribuyendo al progreso del país.

Las amplias instalaciones que posee la compañía en Medellín se con­vierten en punto de referencia sobre el avance de una ciudad de eminente vocación industrial. Con verdadera sorpresa veníamos presenciando el desborde de fuerzas extremistas que tenían como propósito ame­drentar a la clase empresarial de la Montaña a través de secuestros y otros actos de piratería, para frenar el impulso de una ciudad que se destaca por su sentido patriótico y que aporta a la economía nacional el contingente de su fuerza creado­ra.

El paisa, elemento vigilante de su heredad y que no se asusta ante el peligro, supo reaccionar contra los enemigos de la sociedad y se enfren­tó a tales empeños disociadores. Fueron los industriales, sobre todo, los que se pusieron de pie como un solo hombre para repeler el ataque.

Resulta confortante ver que a solo pocos meses de dominada la revuelta, la Compañía de Empaques se desplaza con todo su equipo hu­mano a deliberar sobre sus propósi­tos industriales. Es una manera de decirle al país que mientras haya hombres de empresa no hay que te­merle al futuro. Y es un  acierto de sus directivos el haber es­cogido a Armenia como sede de su tertulia anual.

La Compañía de Em­paques es una asociada del cafetero, y llegar en pleno a esta tierra que engrandece la economía nacional con sus abundantes cosechas, significa, al propio tiempo que una distinción, un mensaje de confraternidad.

Los productos que procesa la Compañía de Empaques están diri­gidos casi en su totalidad al desarro­llo agrícola. Son múlti­ples los servicios que prestan al agri­cultor los elementos de trabajo que salen de la factoría de Medellín: sacos de cabuya, sogas de nylon y de hilo, cabuyas, sogas de polipropi­leno y una extensa gama de fabri­caciones para uso en el agro se en­trelazan como una contribución elocuente para que Colombia avan­ce en sus derroteros de país en desa­rrollo.

Al lado de lo que es el empu­je canalizado hacia el campo, el mercado nacional se abastece de otros artículos de consumo domés­tico, como tapices y tapetes. Cartonplast, producto patentado por la firma, es una lámina plástica de diversos usos, como la fabricación de cajas para empacar flores, frutas, comestibles y congelados en gene­ral, lo mismo que para la protección de mercancías y artefactos eléctri­cos.

Es afortunada la ocasión para re­gistrar el aporte que en lo cultural dispensa la Compañía al talento co­lombiano. En formidable edición fue distribuido el Libro de rela­tos del maestro León de Greiff, impreso por la Litografía Arco en diciembre de 1975.

El Quindío se siente honrado con esta visita. Si de la Montaña nos lle­gan sacos y cabuyas para proteger y transportar el café, la tierra quindiana entrega el esfuerzo de su pueblo trabajador que sabe aprovechar los adelantos de la técnica. Son voluntades que se hermanan para crear riqueza. Mede­llín y Armenia se estrechan la mano en este encuentro de progreso, aquella con el aporte de su industria, y Armenia y el Quindío con la feracidad de sus suelos.

De plácemes están los distingui­dos anfitriones, Fidel Botero Vallejo, su esposa Nydia Ramírez de Bo­tero y Cecilia de Ortiz, agentes de la Compañía para el Quindío, que sir­ven de intermediarios de la ciudad para saludar a los ilustres visitantes. Fidel, que además conoce los secretos del campo, adiciona así la faena agrícola con sus servicios a la región por medio de esta representación del mercado antioqueño. Valga esta nota para testimoniar el reconoci­miento por la grata visita y expre­sar al doctor Raúl Velásquez de Vi­lla, presidente de la Compañía, un cálido mensaje de aprecio.

La Patria, Manizales, 26-II-1977.
Satanás, Armenia, 26-II-1977.

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Labor social de Comfenalco

domingo, 2 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La Caja de Compensación Familiar de Fenalco cumple meritoria labor no solo en beneficio de sus afiliados sino del pueblo en general. La droguería ubicada en la ca­rrera 15 con calle 16 representa una demostración de servicio so­cial. Las drogas, cuyos precios son cada vez más especulativos y en muchos casos inaccesibles, son una carga pesadas para los hogares. La citada droguería,  muy bien surtida, está manejada por empleados cultos y eficientes. Además, ofrece descuentos considerables, del orden del 30 por ciento, no solo para los afiliados, sino para el público en general.

En cuanto a la salud se refiere, la entidad dispensa a la esposa y los hijos del afiliado consultas médicas a precios irrisorios, con un competente equipo de profesionales especializados en las diferentes ramas de la medicina. De acuerdo con los ingresos sala­riales del trabajador, el costo de la consulta está graduado entre $ 10 y $ 50, cuando las tarifas en los consultorios particulares oscilan entre $ 400 y $ 500. Para las intervenciones quirúrgicas se atiende hasta el 90 por ciento de la operación. Por otra parte, la entidad subsidia los costos por exámenes de laboratorio, radiogra­fías y odontología.

En su centro social se dictan cursos permanentes de capacitación. Se atienden alrededor de 15 frentes, como culinaria, modistería, tarjetería, chaquetería, pantalonería, panadería, pastillaje, guitarra, teatro, cosmetología, pintura al óleo y en tela. En 1976 se capacita­ron cerca de mil personas y de ellas hay unas trescientas colaborando con ocupaciones permanentes al sustento del hogar.

En la vía al Club Campestre fue comprada una considerable extensión de terreno para lo que será el centro de recreación, programa bandera de la Caja, cuyo costo ascenderá a $ 40 millones. Todo cuan­to se haga para llevar a la familia distracción y reposo merece respaldo. Las facilidades para el descanso son escasas ante la voracidad de los costos.  Cualquier desplazamien­to en los días festivos implica sacrificios para los hogares.

En el futuro cercano se iniciarán los trabajos para poner a dis­posición del afiliado, su esposa e hijos, piscina popular, cancha de fútbol y restaurante para 500 personas. El plan com­pleto se complementará con piscina olímpica, cancha de fút­bol estilo estadio, camping, patios para entretención de los niños y ambiente campestre a la altura de cualquier exigencia.

En la parte cultural, los directivos de la Caja están empeñados en apoyar diferentes actividades. El Ballet Folclórico del Quindío cuenta con patrocinio permanente que le permite desplazarse por diferentes lugares del país llevando una expresión de nuestra cul­tura vernácula.

Estos logros son posibles cuando al frente de las entidades se encuentran personas serias y comprometidas con la suerte de la co­munidad. Dirige la junta directiva Raúl Mejía Calderón, uno de los más destacados propulsores cívicos, y son sus compañeros los siguientes distinguidos ciudadanos: Edilberto Godoy Torres, Jaime Henao Quintero, José Gregorio Casas, Nelson Ramírez Ospina, Fabio Vi­llegas Cardona, Delio Holguín, Manuel Mendoza Gómez, Aníbal Jaramillo Botero, Álvaro Aguado, Luis Eduardo Henao, Eduardo Jaramillo. Como director ejecutivo se retira Efraín López Velásquez, después de breve pero fructífera labor, para regresar a su cargo de gerente de Publicar Ltda. Ha sido designado en su remplazo Ramiro Londoño Mejía.

Así cumple su cometido el subsidio familiar. No caben en una síntesis de periódico todas las realizaciones de esta entidad, pero se ponen de presente las principales, como ejemplo para imitar y motivo de ponderación. Estos enfoques, cuando saben ca­nalizarse con prudencia y sentido social, construyen obras de las dimensiones anotadas. Los directivos de Comfenalco se hacen  me­recedores del beneplácito de la comunidad.

Satanás, Armenia, 19-II-1977.

 

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La Corporación Financiera Popular

domingo, 2 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Entre los instrumentos útiles para el país se cuenta la Corporación Fi­nanciera Popular. Su función básica es la de fomentar la pequeña y la mediana industria, y con tal postu­lado se ha convertido en podero­so motor de la economía colombia­na. Sus directores, cons­cientes de su misión y compenetrados de la necesidad de elevar el me­dio de vida del pueblo, han hecho de este instituto un mecanismo ágil y eficaz.

Todas las instituciones tienen, por fuerza, que superar no pocos esco­llos antes de definir su imagen ante el público. La Corporación Financiera Popular, que se proyectó para cumplir una vasta labor en el desa­rrollo industrial del país, tuvo que sortear naturales contingencias tan­to de tipo operativo como económi­co para llegar a convertirse, como lo es, en abanderada de las inquietudes de esa inmensa población de peque­ños y medianos productores que no contaban ni con recursos crediticios ni con estímulos para desplegar sus iniciativas.

La entidad fue ensayando siste­mas, corrigiendo errores, simplificando formularios, adiestrando a sus colaboradores, aprovechando las capacida­des de estos y apoyándose en la ex­periencia para estructurar mejores planes. Se criticó en sus comienzos, y vaya esto como ejemplo, la com­plejidad de los formularios, ideados con tal abundancia de renglones, trabas y pormenores, que los peti­cionarios, generalmente personas ajenas a complicaciones, desistían, solo comenzando, de llevar a térmi­no los pasos de la operación. Hoy no solo están diseñados formatos fáciles, sino que se cuenta con fun­cionarios que ayudan al solicitante y le brindan, sin costo alguno, la asesoría necesaria para el acopio de los datos y el diag­nóstico de la real necesidad crediti­cia.

Estos asesores visitan al industrial en su factoría o en su incipiente ta­ller, revisan el proceso de la indus­tria, examinan sus necesidades y orientan el plan indicado. Bien es sabido que el crédito ina­decuado, lejos de traer beneficios, creará traumatismos. La Corpora­ción Financiera Popular es una con­sejera, una amiga del industrial. Su labor no solo es de crédito, sino también didáctica.

En esta forma se ejecuta una sa­ludable política de beneficio social. El país requiere un vigoroso incre­mento industrial. Lo está buscan­do. La Corporación, cada día más especializada, lleva su radio de ac­ción a todos los rincones del país; fomenta, con crédito cómodo, la vida de las industrias existentes; estimula la creación de otras; genera empleo e impulsa el progreso de la nación.

Es sano registrar hechos reales. Lamentablemente muchos eje­cutivos son más dados a la palabre­ría, a las declaraciones ostentosas, al incensario, que a las obras tangi­bles. Hay mucha farsa en anuncios demagógicos, en planes ficticios, en propósitos imposibles, y pocos he­chos realmente elocuentes.

El doc­tor Guillermo Galán Correa, gerente general de la Corporación, y su equipo de colaboradores tanto en la directiva central como en las regio­nales conforman un grupo dinámi­co, bien estructurado y con cla­ro sentido de servidores de la co­munidad. No todas las entidades tienen la misma preocupación por ordenar esta clase de engranajes, crear mística en sus funcionarios y demostrar eficiencia en el servicio, y bien está que se destaquen méri­tos que deben servir de ejemplo pa­ra imitar.

La Patria, Manizales, 26-VII-1976.
Satanás, Armenia, 22-X-1976.

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Comentario:

Deseo agradecerle de manera especial la atención que dedicó a la Corporación en su columna de La Patria. Considero que sus comentarios sobre la entidad además de alentadores son de gran utilidad para el desarrollo de la labor en que nos encontramos empeñados. Guillermo Galán Correa, gerente general.

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