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Emilio Robledo Uribe

martes, 19 de octubre de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

Con motivo de sus cien años de vida, el maestro Emilio Robledo Uribe ha sido objeto de múltiples y entrañables tributos de admiración y afecto por parte de organismos oficiales, de instituciones universitarias y académicas y del amplio círculo de sus familiares y amigos.

Ha sido la suya una existencia de pleno y jubiloso desarrollo en los campos del derecho, la cátedra universitaria, la academia y las humanidades, y de entrega total a su familia y al cultivo de sus convicciones filosóficas y religiosas. Su maestría como tratadista le ha hecho ganar prestigio en las ciencias jurídicas, siendo de destacar el texto “nstrumentos negociables, convertido en venero de estudio y consulta de miles de estudiantes y abogados.

Su labor docente en prestigiosas universidades ha dejado huella indeleble en las juventudes estudiosas. Grandes figuras de la vida pública del país, que han recibido sus sabias enseñanzas a lo largo de varias generaciones, hoy lo recuerdan como el maestro por excelencia que no se conformó con irradiar conocimientos teóricos, sino que hizo de su cátedra una brújula de la ética, la dignidad, la altura de las ideas y la solidaridad humana. Combinaba sus clases con los ingredientes de la gracia y la profundidad.

Entre sus discípulos aprovechados recuerda al presidente Alfonso López Michelsen, de quien en reportaje reciente dice que era dado a las travesuras, travesuras por supuesto ingeniosas –como todas las suyas–, y en quien siempre reconoció aguda inteligencia. Formador de juventudes y de futuras celebridades, Emilio Robledo tuvo el don de la intuición al descubrir e incentivar muchos talentos ocultos.

Nació en Manizales en noviembre de 1907 y es hijo de Emilio Robledo Correa, oriundo de Salamina, eminente médico, profesor universitario, ministro, académico, parlamentario, escritor y poeta. Ambos cultivaron las artes de la poesía y las letras en general, y tienen características comunes, entre ellas la de la longevidad, ya que el padre alcanzó la cima de los 87 años.

Robledo Uribe fue el único constituyente que se opuso a la reelección del general Rojas Pinilla, hecho que lo hizo distinguir en aquellos tiempos difíciles. Más tarde, en la Junta Militar de 1957, se desempeñó con lujo como miembro de la Comisión Paritaria de Reajuste Institucional, que reactivó la vida democrática del país.

En estos días, el gobernador de Caldas se hizo presente en Bogotá, en la Fundación Santillana, para rendir honores a Robledo Uribe con motivo de su centenario de vida. Allí vimos a personalidades representativas de la región rodeando al hijo ilustre de Manizales, quien dio muestras de estupenda lucidez y vivo espíritu hacia los valores familiares y sociales, al igual que de alto optimismo hacia la suerte de Colombia en esta época de conflictos.

De igual manera, la Academia Colombiana de Jurisprudencia, de la que es miembro de número y miembro honorario, exaltó sus virtudes en homenaje de días pasados. Como parte de ese tributo, la entidad ha recogido en cinco volúmenes su obra intelectual, que se convierte en rico tesoro universitario.

Su yerno, el ex ministro Jorge Mario Eastman, que parece una prolongación de esa estirpe privilegiada, enalteció con sentidas y justas palabras la trayectoria humana, jurídica y literaria del gran colombiano y caldense que nos da ejemplo de sabiduría, recto juicio y hondo sentido cristiano y patriótico, en medio de esta sociedad tan necesitada de derroteros morales, espirituales y éticos.

El Espectador, Bogotá, 17 de diciembre de 2007.

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