Inicio > Temas varios > El lustrabotas

El lustrabotas

domingo, 8 de mayo de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Los lustrabotas del Quindío, un gre­mio organizado, escogieron este año la festividad de San José Obrero para fes­tejarse a sí mismos. Designaron su patrono y le pidieron a la ciudadanía que se acuerde de ellos cada 19 de marzo. Un solo día al año, a cambio de la constancia y la efectividad de este me­nudo servidor público que ayuda a la gente, en inevitables jornadas de sol a sol, con una caja de madera portadora de betunes, de cepillos, de telas y hasta de raras combinaciones acuosas, dócil instrumental en manos suyas con el que acomete la dura defensa contra un destino áspero.

Es el lustrabotas personaje fami­liar, pero olvidado. Anda de calle en calle, de café en café, vendiendo sus servicios a trueque de no dejar enveje­cer el calzado. Requiere de habilidad y de cierto toque artístico para que el cliente, tras escasos minutos en que debe borrarse el lodo, evaporarse el polvo y resplandecer el cuero, quede satisfecho y vanidoso.

Ser lustrabotas no solo consiste en embadurnar el cuero y darle brillo. Es­ta competida profesión no admite co­sas a medias. El trapo o el paño han de ser manejados con maestría en perse­cución de las suciedades que han pene­trado hasta las más ocultas costuras, para luego dejar tersa la superficie, que tal es la pretensión de ciertos parroquia­nos –falsos o pedantes intérpretes del poeta cartagenero– que siguen con­vencidos de que no hay como los zapa­tos viejos y olvidan que existen grietas que ya no se detendrán, o arrugas cada día más protuberantes, o fealda­des imposibles de mejorar.

Este humilde servidor de la humani­dad gana sus diarias batallas armado de fáciles herramientas de trabajo que co­bran, en su poder, significado y noble­za. Pocos oficios tan honrados como este donde la vida discurre con esfuer­zo, con tenacidad, con pulso firme. Es un amigo imprescindible de la civiliza­ción, aunque para proporcionar con­fort y limpieza tenga que vivir mu­griento, y quien, como pocos, tiene acceso a los diferentes niveles sociales de donde extrae confusos conoci­mientos de todos los aconteceres, que lo empujan a parlar de política, de eco­nomía o de sexo, de corrido y con chispazos geniales, cuando no a aseve­rar deslices o inconcebibles devaneos de algún parroquiano.

La letra menuda entra fácilmente por el oído del lustrabotas, pero la noticia suele desparramarse en sus labios. Aun­que así sea, su ingenua sabiduría lo convierte en sagaz traductor de este mundo que no es menos engañoso en mentes superiores.

Apenas justo que el lustrabotas tenga su día y bien escogido a San José como su padrino para que en adelante las cajas de madera salgan mejor pulidas de su taller. Grato tratamiento este de ponerle claridad a las prendas deslucidas. Con una buena lustrada se siente como si se desmanchara la conciencia. Y hay toda una poesía en el arte de rociarle colorido a la vida sacándole música a un par de zapatos  viejos.

La Patria, Manizales, 8-V-1974.

Categories: Temas varios Tags:
Comentarios cerrados.