Inicio > Periodismo > Maestro de periodistas

Maestro de periodistas

sábado, 23 de octubre de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

José Salgar agrega, a las muchas preseas que se le han otorgado, el Premio al Mérito Periodístico que acaba de conferirle el Círculo de Periodistas de Bogotá. “El hombre de la calle”, como él mismo se nombra en la columna que escribe en El Espectador desde hace largos años, se ha ganado a pulso la valía profesional que le reconoce la opinión pública.

El país de hoy, tan diferente al que le tocó vivir en los inicios de su carrera, está, sin embargo, adherido a su alma de periodista, oficio que nunca ha dejado de ejercer a partir de los 13 años de edad. En las siete décadas transcurridas desde entonces, ha sido testigo excepcional de buena parte de los sucesos de la vida colombiana del siglo veinte, y se ha asomado al despertar del nuevo siglo con mente fresca y analítica. Su espíritu nunca ha dejado de ser joven.

Todo cuanto ha acontecido en Colombia durante este considerable espacio de tiempo, lo ha sopesado José Salgar con la mirada atenta del periodista comprometido con la suerte del país. Aprendió a medir los hechos y juzgar las personas de manera pragmática, con los méritos y las fallas que ostenta cada caso.

Como testigo del tiempo, ha sabido interpretar, tanto dentro de su tarea profesional como en el ámbito nacional, los cambios, los conflictos, las grandezas y miserias que presenta la vida cotidiana. Bien distantes están aquellos días en que comenzó a fundir las barras de plomo para alimentar el mecanismo de los linotipos, labor elemental para la que fue contratado en la que sería su casa espiritual para el resto de sus días.

Con su pulso juvenil, con el que más tarde teclearía las letras de la máquina de escribir –lejos de suponer que la metamorfosis de los tiempos lo llevaría al reto del procesador de palabras, de la internet y de los complejos sistemas de esta época enredada–, José Salgar se abrió las puertas del periódico y desafió,  a partir de 1933, todos los escollos que le salieron al paso, hasta llegar a ser jefe de redacción, subdirector y dos veces director encargado de El Espectador, y durante 15 años director de El Vespertino, diario alterno del mismo periódico.

Guillermo Cano lo definió a la perfección en su Libreta de apuntes: “Se hizo a sí mismo, en todos los sentidos. Se educó, se capacitó, se perfeccionó por su propio esfuerzo, sin ayuda externa, en razón de su inteligencia y del alma de periodista que nació con su alma”.

Con semejante bagaje, se volvió maestro de periodistas. Bajo su orientación se formaron grandes figuras de esa actividad, entre ellos Gabriel García Márquez, que siempre le reconoció sus especiales dotes para la enseñanza y la corrección, para la creatividad y el ingenio, para el estilo y el desempeño cabal. El Espectador era semillero de vocaciones autodidactas, donde la universidad estaba en el esfuerzo diario, en la convicción, en el ánimo de superación, en la cátedra de los maestros propios. Los mayores les enseñaban a los menores a seguir sus pasos, y entre todos formaban –y formaron a lo largo de varias generaciones, sin pausa y con miras indeclinables– la escuela de vencedores.

Benditos tiempos aquellos que le mostraron al país las excelencias de este periodismo ejemplar, a la vez orientador y censor, imbuido de principios éticos, vigilante de la moral pública e implacable contra los abusos y las corruptelas. Periodismo practicante de las mejores pautas literarias, descubridor de escritores, tribuna de ideas y sanas controversias.

Ese es El Espectador que lleva en la sangre y en el alma el decano del periodismo nacional, José Salgar, el mayor exponente de aquella época memorable e insuperable.

El Espectador, Bogotá, 7 de febrero de 2008.

* * *

Comentario:

Su columna sobre el maestro José Salgar es una página ponderada. Usted reconoce los valores periodísticos de un profesional de la información que se formó en la vieja escuela de los Cano, que fue columna dorsal de un periódico que ha sido símbolo de independencia y que contribuyó a formar periodistas de vocación. Su caso demuestra que los mejores periodistas del país han sido los empíricos, aquellos que no salieron de una universidad llenos de teoría, sino que se hicieron a través de la práctica, manejando un elevado nivel cultural. José Miguel Alzate, Manizales.

Categories: Periodismo Tags:
Comentarios cerrados.