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La casa del gamín

domingo, 8 de mayo de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Andrés Pastrana, acaso sin propo­nérselo, ha demostrado sorprendentes condiciones para convertirse en el líder que debe salir de su condición de hijo de presidente. Si tenemos ahora tres delfines disputándose la presidencia de la república, atrás viene otra generación que comienza a empu­jar.

El nuevo delfín nos ha dado un anticipo sobre lo que puede ser su situa­ción en el mañana, al movilizar desde ya grandes masas que han respondido a su llamado para fomentar obras socia­les. Ni corto ni perezoso, le «vendió» al pueblo bogotano fáciles boletos para recorrer la ciudad a pie limpio, sin exponerse al mortal tráfago cotidiano y respirando una atmósfera más pura. No sabemos de dónde sacó la idea de hacer plata en esa forma, y bien clara queda su destreza para escul­carles el bolsillo a las empresas y a las gentes y formar, de peso en peso, una pirámide de sensibilidad so­cial.

Las caminatas comienzan a practi­carse en otras ciudades. Se ha irradiado la fórmula y en poco tiempo pondrá el joven Pastrana a caminar a todo el pue­blo, recordándole que entre paso y pa­so se logra más que con bruscas sa­cudidas. Es posible que en un futuro no remoto, ya que a estos inquietos adolescentes pronto les crece la barba, lo tengamos dosificándonos las cargas tributarias con pildoritas no comple­tamente insípidas.

Armenia, que es pronta para sumar­se a las actitudes constructivas, amane­ció con ánimo trotador en una esplen­dente mañana dominguera. Recorrer diez kilómetros entre el jolgorio de un desfile democrático y retozón, pleno de colorido y simpatía, a peso el kiló­metro, resulta programa atractivo e in­dicado para expandir los pulmones, vi­gorizar el corazón, desalojar toxinas, lubricar órganos oxidados y botar el mal genio. Entre murgas, disfraces, pancartas y grata extroversión, vi­mos desfilar una masa compacta de chicos y grandes,  de mujeres hermosas y hombres feos, confundida en el propósito de ponerle bases al hogar del gamín.

Las autoridades le dieron realce al evento, con el entusiasta gobernador y su esposa a la cabeza. Enti­dades aglutinadas, familias enteras, gentes dispersas, engrosaron este movi­miento humano. Sacerdotes, militares, monjas, colegios, pueblo, mucho pue­blo, se confundieron en un abrazo de solidaridad  para con el gamín. El caudillo Ancízar López, con su capacidad para estar presente en todo acontecimiento, pasó dirigiendo una resuelta comparsa, distante esta vez de los ruidos electorales, mientras en otros lugares de la caravana hacían lo propio varias figuras de la política.

Se habla desde ahora de la ciudadela del gamín y el gobernador ofrece construir las dos primeras casas. Preclaras damas adelantan, al lado de la Orden Franciscana, esta cruzada de rehabili­tación. Lástima que Armenia, ejemplo para el país en tantos órdenes, haya dejado proliferar la vagancia y la indigencia hasta extremos vergonzosos.

Pero como las grandes necesidades imponen grandes soluciones, ahí tene­mos a la ciudadanía de pie y respon­diendo al llamado para aplicar una cu­ra eficaz. Vamos a limpiar las calles de esos pequeños pordioseros, vagabun­dos por necesidad y hasta por costum­bre, y al proporcionarles una vida decorosa los integraremos a la sociedad de que hacen parte, en lugar de permi­tirles que siga creciendo su rebeldía an­tisocial.

Terminó la caminata con una inva­sión de maizena, para disgusto de mu­chos y diversión de otros. Tuvo cierto toque carnavalesco, ajeno a los organizadores. Algunas monjitas, todas vestidas de negro, corrieron en desbandada, pero eufóricas. Muchas caras pálidas, mucho atuendo desluci­do, muchos ojos llorosos. El gobernador, buen blanco para es­ta puntería, parecía la paloma de la paz. Magnífico símbolo en este mo­mento de luchas ideológicas.

El suceso tuvo bautizo blanco, y los demás colo­res fueron opacados. La gente respon­dió, el producido fue abundante y ha quedado colocada la primera piedra pa­ra la casa del gamín, este vistoso perso­naje que recorre la ciudad en busca de protección, que duerme en las calles y que aprende rápido a delinquir al amparo de una sociedad no siempre sensible ni abordable, pero que también sabe reaccionar como se ha demostrado con esta saludable caminata.

La Patria, Manizales, 16-III-1974.

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