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El mar y las palabras

jueves, 10 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Jorge Marel, el poeta del mar, va por su séptimo li­bro publicado. Acaba de salir, en homenaje que le rin­de la Gobernación de Sucre, el volumen El mar y las pa­labras, en el que recoge 90 poemas escritos entre 1970 y 1989. En este tránsito literario de 19 años, Marel ha realizado obra valiosa, silenciosa y profunda, que lo señala hoy como una de las revelaciones de la poesía con­temporánea.

En tal forma se ha compenetrado con el mar –que lo mece desde la cuna en su patria chica de Sincelejo–, que terminó cambiándose el nombre de pila. Se apellidó Marel, y así se sumergió para siempre entre oleajes y misterios marinos. Jorge Hernández Gómez (su nombre pri­mitivo) se desintegró entre el furor de los arrecifes.

Ha sido formado con espumas y tempestades. El mar, con sus resonancias eternas, se le fue alma adentro, lo invadió y le impuso sus leyes del asombro y la inmen­sidad. Casi suena a redundancia decir que Marel es el mar. Hoy es su mayor cantor en Colombia. Por poco digo que es su esclavo. No se sabe si el mar ha caído bajo el gobierno poético de Jorge Marel, o si éste, prisione­ro de la belleza de las aguas que lo vivi­fican, se ha proclamado soberano en la cresta de las olas.

Hay variados contrastes en esta obra escrita junto al océano Atlántico. Su mensaje, nítido, encendido de vi­vas emociones, vital y armonioso, crece como la densidad marítima que, cuanto más colosal, también es mas pro­funda. El mar, siempre el mar, brama en esta poesía, se agiganta, se conmueve, se vuelve agua viva. Las naves líricas de Marel van y regresan, besan las olas y se eternizan en el encuentro con la belleza.

El mar se agita en el interior de Marel. Por eso su poesía es rotunda, clamorosa, huracanada; y otras veces, tierna, sensual, sosegada. Situado ante la turbulencia del océano, medita: «Soñamos olivos creciendo / en nosotros: somos tempestades…» «Hacia el mar de la muerte / corremos como ríos: somos sangre». También exclama: «Toda la noche / me sumerjo sin cesar / en tu cuerpo bello / como en el mar».

El universo lírico de Jorge Marel está movido por cargas dinámicas, por gracia vitalizante, por símbolos de lozanía y desolación. Tal será, siempre, el eterno ondular da las aguas marinas, que también saben de rit­mos interiores. El poeta pasa de la soledad al alborozo, y del olvido al amor pleno. Se va por entre lluvias, re­lámpagos, brisas y claridades acariciando sueños y sofre­nando tempestades. El mar le brinda todos sus recursos.

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La poesía de Jorge Marel está esculpida en fulguran­tes síntesis. Es el poeta de la brevedad. Sus versos son navegantes. Vive enamorado de la palabra. Obsérvense los títulos de sus libros: Palabra en el tiempo, La palabra que amaba, Palabra por palabra, Las antiguas palabras, Palabras cruzadas,  El mar y las palabras. Con otro volumen, Nocturnos del mar, cumple un itinerario sorprendente para sus 43 anos de vida, y como si fuera poco, otros libros esperan edición.

Es trabajador infatigable de la cultura regional. Poeta de tiempo completo. Su tierra de Sucre lo tiene como ejemplo de producción y de valía.

El Espectador, Bogotá, 4-X-1989.

 

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