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Poetisa

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

De acuerdo con el Dicciona­rio de la Real Academia de la Lengua, la mujer que escribe versos o está dotada de ima­ginación poética recibe el nombre de poetisa. Y si se trata del hombre, se le llama poeta. Las dos palabras diferencian los sexos, y la poesía será siempre poesía —ni masculina ni femenina—, porque el arte es único.

Dentro de las cam­pañas de liberación femenina, en los últimos tiempos se ha puesto de moda designar a la poetisa con el título del varón: poeta. Se comete así un error de concordancia. Es lo mismo que decir señora ministro —un sustantivo femenino con uno masculino—, o sea, un caso de hermafroditismo idiomático; o distinguido ministro, tratán­dose de una dama, con lo que se desconoce de plano el bello sexo de la agraciada funcio­naria.

¿Acaso las campañas de li­beración buscan borrarle el sexo a la mujer? ¡Ni más fal­taba! Esto sería lo mismo que arrebatarle, en aras de una causa mal entendida, su dulce identidad. No se trata de masculinizar a la mujer, sino de ponerla a competir por los puestos y las dignidades. Decir la poeta Guiomar equivale a inyectarle hormonas mascu­linas a la tierna poetisa y así desnaturalizarla. Esto no es invención del cronista. Es el genio del idioma.

Hay dos palabras similares: profeta y profetisa, consagra­das para cada sexo. También existen definiciones exclusivas: pitonisa será siempre palabra femenina por asimilación con la mujer que en la mitología de Apolo predecía el porvenir. Si dijéramos el pitoniso Ramiro, o sea, un caso de masculinidad adulterada, ya sabríamos de qué se trata.

Al entrar la mujer a ocupar las posiciones que antes eran exclusivas del varón, la sabiduría del idioma reconoció a nuestras queridas competido­ras, con los términos indica­dos, ese justo derecho. Y cada cual continuó en su puesto. En los tiempos antiguos sólo había médicos. Hoy también hay médicas. Lo mismo ingenieras, abogadas, capitanas, alcalde­sas, gobernadoras, ministras, rectoras, gerentas, presidentas, zapateras, peluqueras…

Sin embargo, algunas universidades todavía le dan el título de ingeniero o médico —sus­tantivos masculinos— a la mujer. Parece que en tales recintos no hubiera entrado la evolución del idioma, que también es una conquista de la mujer.

Poetisas siempre las ha ha­bido —y las habrá—, por más que ciertos alardes feministas persigan, en desmedido afán por igualarlas con el hombre, volverlas machos. ¡Y dicen que el hombre es el machista! La poesía, mientras tanto, seguirá siendo poesía. No importa quién la elabore.

La  poetisa Meira Delmar —que no el poeta— hizo esta defensa de la mujer en su discurso de ingreso a la Aca­demia Colombiana de la Len­gua:

“Tal vez no sobre aquí una breve observación dirigida a los que opinan que se encarece más a la poetisa si se le llama poeta, olvidando así no sólo elementales principios de gramática, sino la verdad in­cuestionable de que si la obra de arte cumple su cometido y trasciende su propia materia —palabra, sonido, color y forma— para transformarse en ese «algo más» que constituye su real esencia, no será ni más alta porque se le atribuya a un creador, ni menos porque se le asigne a una creadora”.

El Espectador, Bogotá, 27-V-1991.
Prensa Nueva, Ibagué, septiembre de 1991.
Boletín de la Academia Colombiana de la Lengua, N° 172, noviembre de 1991.
Revista Mefisto, N° 165, Pereira, julio de 2009.

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Comentarios:

Como asiduo lector de El Espectador, he leído cuidadosamente todas sus colaboraciones, entre las que cabe destacar la referente al pretensioso poeta que usan las hijas de Apolo como una voluntaria abdicación de su feminidad. Tal escrito pienso publicarlo próximamente en nuestro Boletín. Horacio Bejarano Díaz, secretario de la Academia Colombiana de la Lengua.

En más de una ocasión he escrito sobre el tema: es contrario al buen uso y a la concordancia llamar poetas a las poetisas. Lo dice el Diccionario de la Lengua y lo manda la Academia Colombiana. Vuelvo al tema después de leer un artículo del escritor Gustavo Páez Escobar […] Páez Escobar cita al secretario ejecutivo de la Academia de la Lengua, Horacio Bejarano Díaz, quien se muestra totalmente de acuerdo con las ideas expuestas al respecto por Páez Escobar, y reafirma que éstas coinciden con las de la entidad rectora del idioma en nuestro país. De manera que Meira del Mar, Maruja Vieira, Dora Castellanos, Mariela del Nilo, mis ilustres colegas en la Academia, son poetisas, a mucho honor y conforme con lo que mandan las Academias Española y Colombiana de la Lengua. Óscar Echeverri Mejía, Occidente, Cali, 14-XI-1997.

 

 

 

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