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Nuevo ritmo quindiano

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Nada fácil se mostraba para Mario Gómez Ramírez la batalla, en esta primera elección por voto directo del pueblo, de la Gobernación del Quindío. Siendo Ancízar López su mayor competidor en el debate electoral –en una región que éste siempre mantuvo so­metida a su dominio–, había que pensar en lo temeraria que resultaba la pretensión de destronar a quien ostenta hace 25 años, desde la creación del departamento, el título de Cacique. Cualquiera sabe en el Quindío que el nombre propio de su primer gobernador se fue diluyendo poco a poco hasta quedar convertido en una identificación personal: el Cacique.

El país está lleno de caciques o gamonales –en minúscula–, lo cual es diferente a que exista en la tierra quindiana este apelati­vo en mayúscula que identifica a una sola persona, y que es probable que desaparezca con él. Por eso, a Mario Gómez le quedaba cuesta arriba disputar­le al eterno dueño de las eleccio­nes el primer puesto del depar­tamento, que como premio de consolación buscaba Ancízar por segunda vez, después de haber sido senador permanente por más de 20 años y de haber ocupado hasta hace poco la pre­sidencia de la alta corporación.

Sin embargo, Mario Gómez fue el triunfador. Ha llegado a su final, por consi­guiente, el imperio de Ancízar López, y de aquí en adelante nace una nueva era en el Quin­dío. La misma situación ocurre en otros departamentos, y esto pone de presente un viraje polí­tico en el país, no con el vigor que el pueblo deseaba pero sí como principio de una transfor­mación que puede calificarse de revolucionaria. En el Quindío no quedó desmontada la vieja maquinaria –lo que no puede suceder de la noche a la mañana–, pero el ambiente enrarecido se ha despejado.

El autor de este cambio na­cional es el señor Presidente de la República, quien con la im­perfecta Constitución que hoy nos rige abrió el camino para que el pueblo buscara mejores horizontes. Con el programa del revolcón (fea palabra, pero expresiva) se pone en marcha un nuevo estilo, un saludable pro­pósito que tiende hacia la depu­ración de las costumbres políti­cas y hacia el progreso el Estado. Queda mucho trayecto por reco­rrer, pero es indudable que ya se ha despertado otra mentalidad ciudadana.

La mayor equivocación de An­cízar López –que es el mismo error en que insisten otros jefes que todavía se mantienen en pie– fue la de no haberse retira­do a tiempo. El poder desgasta, y cuando éste se ejerce con excesos, consume. Al margen de esto, es preciso reconocer en Ancízar López al gran luchador de las causas quindianas y au­tor de no pocas iniciativas que se traducen en avance regional. Figura él como líder principal de la creación del departamento y de la fundación de la Universi­dad del Quindío, entre muchas realizaciones que deben abonár­sele.

El triunfo de Mario Gómez fue luchado con garra y valentía, casi contra la corriente. Es por eso más significativo. La batalla ha sido dura, pero más difícil será gobernar con acierto, sobre todo cuando se trata de erradi­car vicios y poner en marcha otro estilo de administración. Una administración pulcra y progresista que signifique verdadera transformación en la vida del Quindío, departamento que ha demostrado vigoroso desarrollo y que sin duda continuará en permanente superación.

El Espectador, Bogotá, 20-XI-1991.

 

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