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Raíces familiares

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Bajo la compilación del pres­bítero Jorge Medina Escobar –capellán del Batallón Guar­dia Presidencial, Universidad de la Salle y Universidad Jorge Tadeo Lozano– se publica uno de esos libros que sólo se aprecian cuando entran en circulación: un árbol ge­nealógico. Tesonera labor cumplida tras largos años de investigación, con el concurso de varias personas, entre ellas, Luis Carlos Escobar Molano, gran estudioso de esta genealogía.

Los troncos de las familias boyacenses analizadas (linaje que me hon­ra por la línea materna) son los siguientes: Medina, Calderón, Escobar, Corso. Estos ape­llidos provienen de España, Portugal e Italia, y la llegada de los primeros inmigrantes a Colombia se remonta a 250 años atrás. De estos ances­tros se ha derivado una descen­dencia heterogénea donde se desta­can estadistas, políticos, diplomáticos, escritores, periodistas, militares, ecle­siásticos, médicos, ingenieros, hacen­dados.

En el apellido Calderón sobresalen Clímaco y Carlos Calderón Reyes, que desempeñaron altas posicio­nes como las siguientes: ministro, embajador, senador, procurador ge­neral, canciller, miembro de la Cons­titución de 1886, presidente encarga­do de la República. Aristides Calderón Reyes fue ministro y presidente del Estado Soberano de Boyacá, y se casó con Ana Rosa Tejada Marino. Ellos fueron propietarios de la histórica hacienda Tipacoque. Una de sus hi­jas, Carmen Calderón Tejada, fue la esposa del general Lucas Caballero Barrera, y en este matrimonio nacie­ron los insignes escritores y periodis­tas Lucas y Eduardo Caballero Calde­rón.

Con el apellido Corso, de origen italiano, vinieron al país científicos de la Expedición Botánica, que apoyaron a Nariño y a los próceres de la época.

Los apellidos Medina Calderón y Me­dina Escobar tuvieron como tronco primario a Agustín Justo de Medina, fundador de la hermosa hacienda El Salitre, familias con eximias actua­ciones en campos como el militar, el religioso y la abogacía.

El apellido Escobar, de origen por­tugués, se conoce en Boyacá desde 1735 con Antonio de Escobar y Tamayo, corregidor y juez de la provincia de Tunja. Sobre mi abuelo Policarpo Es­cobar Corso se cuenta que acompañó al general Ramón González Valencia cuando éste se posesionó como presi­dente de Colombia en 1909, en viaje de Pamplona a Bogotá, con paso por Soatá. El libro trae esta memoria: «Como anécdota de este viaje se recuerda que en la escala hecha en Chocontá, tanto el señor presidente como don Policarpo, sin previo acuer­do, se dieron cita en el atrio de la iglesia para entrar a la misa de cinco de la mañana, con lo cual se confirma el justo título de presidente cristiano dado al general González Valencia».

Imposible hacer caber en la bre­vedad de esta nota, siquiera en forma somera, las características de tantos miembros que forman los ances­tros investigados, cuya posteridad se encuentra regada por diversos sitios de Colombia y el exterior. Sobre estas familias, ramificadas en nume­rosos apellidos, cabe decir que están comprometidas por el sentido ético de la vida, los valores morales y religiosos y el servicio a la patria, dones que configuran el alma boyacense.

En un club campestre de Bogotá nos reunimos en días pasados, por primera vez, 400 integrantes de nues­tra raza, orientados por esta premisa anotada en  el libro comen­tado: «En memoria de nuestros ancestros para que su ejemplo y méritos constituyan compromiso y estímulo a nuestros descendientes».

El Espectador, Bogotá, 5-X-1992

 

 

 

 

 

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