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Carta de Hernando Giraldo

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Leí en Eje 21, de Manizales, la carta dirigida por Hernando Giraldo, el notable columnista de El Espectador en la época de los Cano, a Nicolás Restrepo, director de La Patria, de Manizales. Con este documento, Giraldo reaparece en la vida pública después de muchos años de silencio.

Es una carta de tono desolado en la que, aparte de referirse a sus años de estudio para la vida sacerdotal, y luego a su fugaz desempeño como juez de Bojacá, narra su larga carrera periodística en los diarios La Patria, La República y El Espectador. En total, cerca de medio siglo de actividad periodística. El mayor recorrido corresponde a El Espectador, durante más de 30 años.

A la edad de 13 años, como estudiante de la Escuela Apostólica de los padres lazaristas o vicentinos en Santa Rosa de Cabal, descubrió su vocación para el periodismo. A tan corta edad, ya tenía su periódico propio, El Misionero. A los 20, comenzó a escribir en La Patria. Trasladado a Bogotá, se vinculó a La República, cuyo director era su paisano caldense Silvio Villegas.

Más adelante se entrevistó con el director de El Espectador, Gabriel Cano, conocido como el “jefecito”. Llevaba como credencial una crónica que deseaba publicar en el suplemento dominical de dicho periódico. Conocido el escrito por don Gabriel, gran descubridor de periodistas (como años después lo sería Guillermo Cano), se le abrieron las puertas de El Espectador.

Tomaba impulso una de las carreras más exitosas en la prensa nacional. En principio, el “jefecito” le pidió que escribiera dos columnas semanales. Días después, conocido su estilo paisa, desabrochado, directo e irreverente, que conquistaba amplia audiencia en el país, el director le solicitó que su Columna Libre pasara a ser diaria. Además, se hicieron célebres los “grandes reportajes dominicales”, así bautizados por Gabriel Cano, en los que Giraldo sobresalía con su pluma ágil, a la vez que combativa y erudita.

Fue esta la época de oro de El Espectador. Se trataba del periódico más leído del país, autor de sonados debates y crítico vehemente de la corrupción pública y de los abusos de la clase dirigente. Uno de los principales protagonistas de este periodismo aguerrido y justiciero, donde los hechos se denunciaban con absoluta precisión y alto profesionalismo, fue Hernando Giraldo, considerado por muchos el mejor periodista de opinión pública. Se le apodaba “El Calibán de los Cano” y su ánimo de lucha y denuncia social corría parejo con el de Klim

Entregó su Columna Libre cuando el periódico cambió de dueño. No pudo aceptar la salida de la familia Cano. El asesinato de Guillermo Cano, su gran amigo y aliado de grandes combates de la época, le produjo honda perturbación. Desde entonces, el columnista estrella de El Espectador se silenció en el panorama nacional. Volvemos a saber de él con motivo de la carta dirigida al director del diario manizaleño.

Cuenta en ella que a pesar de la promesa que hizo de no volver a escribir en El Espectador por las razones aludidas, hace tres meses cambió de parecer. El periodismo que practicaba desde los 13 años lo llamaba de nuevo en el atardecer de su vida. Necesitaba la combustión espiritual del noble oficio. Necesitaba volver a opinar sobre la suerte del país. Y le escribió al director de El Espectador, “diciéndole –según palabras textuales de su carta– que anhelaba volver a mi ‘casa espiritual’ de tantísimos años, al escribir una Columna Libre cada quince días”. Pero no recibió respuesta.

Hoy tiene 83 años y vive en una finca de La Mesa (Cundinamarca). Como hombre de profunda formación humanística, es gran lector. Y abatido ermitaño, como puede inferirse por la carta en referencia. Pocos saben en la actualidad que Hernando Giraldo fue uno de los periodistas más brillantes de aquella época convulsa de la vida colombiana.

El Espectador, Bogotá, 9-IX-2011.
Eje 21, Manizales, 9-IX-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 10-IX-2011.

* * *

Comentarios:

Excelente columna sobre el gran Hernando Giraldo, otrora bastión del «canódromo» (término acunado por el excelso don Alfonso Castillo Gómez, autor de la Coctelera, de la misma época). Extraña que El Espectador, con la dirección de un Cano, no responda a la petición de Hernando. Gustavo Valencia, Armenia.

De vez en cuando interrumpo su soledad en La Mesa llamándolo a su celular y aun cuando sigue de igual mal genio que antes, no ha perdido su espíritu de humor. Es una reliquia viviente del periodismo que ya no se da. Gardeazábal, Tuluá.

Magníficos recuerdos de Hernando Giraldo a través de esta columna, que he leído con entusiasmo. He tenido la oportunidad  de recordar a quien fue mi amigo y conocí cuando trabajaba en La República. La última vez que lo vi fue hace unos 30 años en un restaurante paisa del cual era propietario, muy concurrido, por él y por su ambiente artístico musical. La verdad que era un gran señor paisa y una pluma respetable. Ramiro Lagos, Greensbore (Estados Unidos).

Qué bueno que esta columna sirva para hacer justicia y honrar la vida y trabajo de tantas personas que pasan al olvido y a la desmemoria del país. Esperanza Jaramillo, Armenia.

Muy triste lo de Hernando Giraldo, y más triste aún que en su antigua casa no le hayan siquiera respondido su carta. La hidalguía de los antiguos jefes y mecenas ya es materia obsoleta. ¡Qué tristeza! Hernando García Mejía, Medellín.

Qué dolor con la actitud de los nuevos directivos de El Espectador hacia el gran periodista  Giraldo, que sirvió con talento, compromiso, dedicación, calidad y cualidad, entre otros muchos valores. Inés Blanco, Bogotá.

Claro que Hernando Giraldo, de grata recordación, fue y muy seguramente sigue siendo un gran periodista. Lo que pasa es que en El Espectador ya no están, por desgracia, ni Fidel, ni Gabriel, ni el mártir del periodismo Guillermo Cano. jaime m arb (correo a El Espectador). 

Como leal lector de El Espectador desde tiempo ha, cuando nos acompañaban el inolvidable Guillermo Cano y hermanos, me gustaría saber la razón por la cual no se le respondió la carta al periodista, y en su defecto las razones por las cuales se omite su colaboración. La edad cronológica no necesariamente coincide con la fisiológica y para el caso el aporte del periodista Giraldo puede ser significativo.  Elanjoc (correo a El Espectador). 

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Muere un acordeón

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Hace diez años, en el hotel Radisson de Bogotá, los amigos de Carlos Eduardo Vargas Rubiano le celebramos, al lado de su esposa y su familia, la publicación de su libro autobiográfico Memorias con mi acordeón. En tal ocasión, Carlosé (como firmaba sus artículos en El Tiempo, y así se le nombraba entre sus amigos) entregó el disco titulado Se nota que no sé nota.

Dije entonces en columna publicada en El Espectador: “Es difícil encontrar una simbiosis tan perfecta entre un instrumento musical y su ejecutante. No se sabe, en realidad, si Carlosé es el dueño del acordeón, o el acordeón es el dueño de Carlosé”. Chapete publicó en 1969 una caricatura con el título Boyacá en los mares, donde aparece el personaje, con el agua al tobillo y la canción a flor de labios, navegando por los mares del mundo como jefe de relaciones públicas de la Flota Mercante Grancolombiana, y acompañado de su inseparable acordeón.

Nació con música en el alma. En su Tunja natal, apenas de 15 años, era ya un ferviente admirador de Gardel, cuyos tangos interpretaba al piano. Pasado el tiempo, supe por él mismo que siempre que llegaba a Buenos Aires no podía prescindir de ir a visitarlo en su tumba de La Chacarita. Cuando tiempo después estuve en dicha ciudad, me acordé de aquella adhesión al “zorzal criollo” y fui a dar a La Chacarita, por cierto bajo un torrencial aguacero. Gardel, Agustín Lara y José A. Morales eran sus tres ídolos musicales.

Siendo gobernador de Boyacá, en 1987, me invitó a una correría por el norte del departamento. En Soatá, mi patria chica, entregó una condecoración al colegio de la Presentación, que cumplía un aniversario importante. Realizado el acto, me pidió que estuviera listo para viajar en horas de la noche a Tipacoque, distante 13 kilómetros, luego de atender un compromiso en mi pueblo. Carlosé, amigo entrañable de Eduardo Caballero Calderón, llegaba a la casona histórica como si fuera su propia casa. Al son del acordeón, aquella grata velada musical  se prolongó durante varias horas, como una pausa refrescante del camino.

Fue alcalde de Tunja a los 25 años. Dirigió las relaciones públicas de la Flota Mercante Grancolombiana por cerca de tres décadas. En 1987 ocupó la Gobernación de Boyacá. Enfrentado entonces a la politiquería de su tierra, a cuyas presiones no quiso acceder, prefirió retirarse con dignidad del cargo. Sus propios paisanos no lo dejaban gobernar. Después se le ofreció una nominación como senador, y no aceptó: estaba desencantado de la vida pública.

Como columnista de El Tiempo durante largos años fue el gran promotor de la tierra boyacense. Y fue el mejor relacionista de Boyacá. Su don de gentes y exquisita amabilidad le abrían escenarios en todas partes, que él canalizaba hacia el progreso de su comarca. El patrimonio histórico y la vida cultural de Boyacá eran grandes afanes suyos como dirigente cívico.

Ahora que llega al final de la travesía, a los 91 años de su generosa y bienhechoraexistencia, algo se silencia en el panorama nacional. Algo deja de vibrar en los aires boyacenses. Es su célebre acordeón, sinónimo no solo de alegría y vitalidad, sino de confraternidad y servicio. Puede decirse que a sones de acordeón, como discípulo de Gardel y fiel intérprete de la música colombiana y sobre todo boyacense, Carlosé ejerció a plenitud su liderazgo de la simpatía y el servicio a Boyacá y al país.

El Espectador, Bogotá, 30-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 31-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 3-IX-2011.

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Comentarios:

Muchos presidentes y ministros decían que Vargas Rubiano era media Flota Mercante; la otra mitad eran las embarcaciones que surcaban los mares poniendo en alto la bandera colombiana. Orlando Cadavid Correa, Medellín.

Por algo fue merecidamente nombrado y reconocido como «El boyacense del año» (finales de la década de los 60) y posteriormente como «El boyacense del siglo» (principios del siglo 21), en amenas reuniones del Grupo Boyacá. Fue un hombre que supo vivir la vida. Capitán de navío (r) Jorge Alberto Páez Escobar, Bogotá.

 

 

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El encanto de los parques

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Colombia es un país maravilloso por su diversidad y riquezas ecológicas. Existen 56 áreas protegidas (parques, reservas naturales, santuarios de fauna y flora) y un número indeterminado de parques temáticos. Estos últimos, ideados para resaltar la cultura, las costumbres y las joyas autóctonas, son obras de arte que muestran atractivas facetas regionales. Por medio de los parques se descubre el alma de los pueblos, se entienden la historia y las leyendas que forman el acervo cultural y se alimenta la fascinación. Son sitios apropiados para el deleite, el descanso y el conocimiento.

De plácemes está la zona cafetera situada en Caldas, Quindío, Risaralda y el norte del Valle con motivo de la declaratoria que de este territorio hizo la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Zona privilegiada por sus bellos paisajes, sus pintorescas casas campesinas adaptadas como parajes hoteleros, el colorido de sus cosechas y la amabilidad  de sus habitantes. Su geografía es un poema al café. Un canto a la vida. Con estas líneas se hace un recorrido por algunos parques de la región y del país, para apreciar, a través de estas muestras, los portentos que tiene Colombia en su ecología y en sus tesoros artísticos.

En Montenegro se encuentra el Parque Nacional del Café. Allí, desde una torre mirador de 18 metros de altura, se divisa el embrujado panorama quindiano. Y se dispone de una serie de diversiones mecánicas (como la montaña rusa) y de diversos shows para la familia. Un grato paseo se realiza por los senderos ecológicos, las casas campesinas, el cementerio indígena, el tren del café, el teleférico, el jardín de las fábulas… En “El secreto de la naturaleza” surge una sensacional atracción movida por pantallas holográficas que exhiben la flora y la fauna del país. En el “Show del café” se ofrece la historia del grano con la magia de 22 artistas que conducen al espectador por las regiones productoras y le enseñan las bellezas de la tierra colombiana.

En Quimbaya se halla el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria (Panaca), que hace una interacción entre la ciudad y el campo y destaca las labores agropecuarias como nervio de la economía nacional. El visitante descubre aquí un mundo divertido manejado por jinetes acróbatas, carrozas tiradas por hermosos caballos, graciosos trovadores y otras sorpresas admirables. En el parque residen más de 4.500 animales, entre los que merecen destacarse los avestruces (el ave más grande del mundo), 16 razas de gatos de todo el planeta y una selección de simpáticos cerdos. Para las emociones fuertes se cuenta con un cable extenso bautizado con el nombre de Canopea Panaca, que lleva a los visitantes a más de 80 kilómetros por hora en medio del fascinante paisaje quindiano.

En la carretera que une a los municipios de Montenegro y Quimbaya se localiza el Parque Cultural Los Arrieros, de reciente fundación, donde se enaltece uno de los símbolos más auténticos de la raza paisa, el de la arriería. En este recinto se retiene y evoca el pasado a través de escenarios históricos, exposiciones y otras alegorías que reviven las epopeyas de los bravos colonizadores que descuajaron montañas e hicieron surgir poblaciones.

Los amantes de la naturaleza admirarán en el Jardín Botánico del Quindío, situado en Calarcá, una expresión espléndida de la fauna y la flora, en medio de senderos, jardines, árboles centenarios y fuentes cristalinas de agua. Una de las mayores atracciones es el mariposario, construido con una forma gigante de mariposa. Este pedazo de bosque natural es un mensaje para amparar la vida de los insectos y las plantas, fortalecer los suelos, cuidar los árboles y consentir el agua, dones básicos para la existencia humana. Es un jardín edénico convertido en taller de investigación científica que atrae el interés del caminante hacia los dones de la naturaleza y la vida.

A 42 kilómetros de Cali se halla el municipio de El Cerrito, donde se localiza el Museo de la Caña de Azúcar en la hacienda Piedechinche. Lugar especializado en la conservación de los utensilios que tienen que ver con el cultivo y el proceso de la caña de azúcar. Su sede es una típica casa del siglo XVIII rodeada de preciosos jardines. Sitio de enorme belleza ambiental que recoge la historia de la industria azucarera del Valle del Cauca, que tuvo sus primeros trapiches en esta zona.

Sobre la carretera Panamericana, a tres kilómetros de Buga, se llega al Parque Natural El Vínculo, dedicado a la investigación científica, la preservación de la fauna y la flora, la conservación del paisaje y el ecoturismo. Sitio ideal para el contacto con la naturaleza en las 80 hectáreas que lo conforman, que puede recorrerse en animadas caminatas y que está constituido por bosque seco tropical. Allí se protegen especies exóticas que se han ido extinguiendo en otros lugares, como los písamos, las palmas zanconas, los caracolíes, los guásimos, las pavas de monte, las águilas caracoleras o los venados coliblancos.

Si el viajero quiere cambiar de panorama, puede tomar la vía de Manizales y buscar el Parque de Los Nevados, uno de los espectáculos más imponentes que ofrece el mapa de Colombia. Este parque natural está situado en jurisdicción de Caldas, Risaralda, Quindío y Tolima, en 58.300 hectáreas de extensión. Territorio majestuoso de nevados (como el del Ruiz), lagunas, alturas impresionantes que pasan de 5.000 metros sobre el nivel del mar, y fauna diversa, como el tapir y el oso de anteojos.

En fin, son variados los espacios para encontrarnos con este lindo país que, a pesar de los atropellos forestales y de la indiferencia cultural de muchos colombianos, conserva su esencia pastoril y mantiene sus valores, su historia y tradiciones.

Revista Naturaleza y Descanso, Armenia, diciembre de 2011.

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El Quindío rechaza la minería

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Poe: Gustavo Páez Escobar

El presidente Santos fue al Quindío a escuchar la inconformidad regional hacia la actividad minera que ha tomado impulso en el país, y que en el caso de este departamento comprometería un alto porcentaje de su territorio.

El jefe de Estado fue claro en manifestar que en los planes del gobierno está el apoyo a la minería en sitios estratégicos, pero “no podemos dar autorización para que se desarrollen actividades mineras en la zona del Paisaje Cultural Cafetero”. Esta declaración la hizo el 13 de este mes en el marco del Acuerdo por la Prosperidad, como se denominan ahora los foros que realiza el alto gobierno con las autoridades y las fuerzas vivas de la opinión pública en las diferentes regiones.

Precisión necesaria esta de frenar de manera tajante los proyectos que habían venido avanzando para la explotación y exploración del suelo quindiano con finalidades propias de la gran minería. La comunidad se opone a dichas intenciones, estimuladas por el propio gobierno nacional, al considerar que de esa manera se atentaría contra la riqueza forestal, se empobrecería la tierra y se causarían daños inmensos, de tipo social y económico, a la actividad agrícola y a la industria turística afianzada en los campos, y que en los últimos tiempos representa uno de los renglones de mayor productividad regional.

Por otra parte, sería un contrasentido que mientras la Unesco premió al Quindío y otros departamentos cafeteros al declarar sus entornos como Patrimonio Cultural de la Humanidad, se degradara el paisaje con las ejecuciones de la minería, que resultarían lesivas para la belleza de los cultivos. Esa belleza lleva implícita la preservación de la ecología. Salirse de ese cauce equivale a un atropello contra la naturaleza.

Un caso reciente donde la propia comunidad se opuso a la explotación minera se vio en Santander, respecto al páramo de Santurbán. Este páramo, que abarca más de 60.000 hectáreas en las que se afinca un valioso ecosistema formado por más de 40 lagunas, centenares de riachuelos y densa vegetación centenaria, es al mismo tiempo abundante en oro, plata y otros  minerales. ¿Qué estaba primero: el oro que da riqueza o el agua que da vida? Los santandereanos, con su gobernador a la cabeza (como los escuchamos en forma persistente durante los días del debate), se fueron por el segundo camino y salvaron para la posteridad su tesoro ecológico.

En el Quindío, su gobernador Julio César López Espinosa y la defensora regional del pueblo, Piedad Correal Rubiano, lideraron el movimiento colectivo en que los quindianos rechazaron la invasión de la minería que se veía llegar. Además hicieron acto de presencia los gremios cafetero, ganadero y turístico, la Cámara de Comercio, las organizaciones ambientalistas, indígenas y campesinas, al igual que algunos alcaldes, concejales y diputados. Y le presentaron al presidente Santos el clamor ciudadano para que se detenga el proyecto minero que, siendo propicio para otros lugares, sería funesto para el Quindío.

El mandatario atendió con buen ánimo estas razones de peso. Por encima del afán de lucro se ha impuesto la sensatez ante una medida desestabilizadora para el bienestar de una región tan progresista como es el Quindío.

El Espectador, Bogotá, 25-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 26-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 27-VIII-2011.

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Comentarios:

Nosotros en el Tolima también rechazamos ese atentado contra la vida de mucha gente que pretende imponer las transnacionales con el visto bueno de ciertos gobernantes. Afortunadamente el presidente Santos parece distinto a otros. Aquí, en Cajamarca una firma surafricana, la Anglo Gold Ashanty, quiere convertir  parte de nuestra Cordillera Central en un desierto, envenenar las aguas con cianuro, mercurio y algo más. Nos oponemos a ese atentado ecológico que acaba con ríos, quebradas y perjudica, además,  gran parte del plan del Tolima y el Magdalena. Aquí crece el descontento y aumenta la protesta contra la explotación de La Colosa,  ubicada a espaldas del Patrimonio Cultural de la Humanidad declarado por la Unesco. José Antonio Vergel, Ibagué.

Debemos machacarle a ese tema a ver si logramos crear algo de conciencia entre la gente, antes de que lleguen los depredadores extranjeros y nos dejen este país convertido en un desierto. Qué bueno que todos pudieran ver lo que queda del río Dagua en el Valle del Cauca; dan ganas de llorar. Esta columna es un grito de alerta para quindianos y residentes en todos los rincones del país. Pablo Mejía Arango, Manizales.

Muy bien por los quindianos, saben lo que tienen y no lo arriesgan. De los buenos días (correo a El Espectador).

Excelente artículo. Es curioso que aún se pueda hablar de personas con dignidad en esta narco-republiqueta bananera; y más increíble aún que un Presidente les haga caso. Ojalá sea cierto que se va a respetar el ecosistema por encima de los intereses de las multinacionales. JDNA (correo a El Espectador). 

Los quindianos debemos oponernos a la minería en nuestro territorio como si se tratara de la llegada del Apocalipsis, porque eso sería la minería para nuestro pequeño departamento, tan rico y variado en ecosistema como frágil. La naturaleza nos premió con un territorio bello y exuberante en sus paisajes y naturaleza. La misma naturaleza concentró tanto en un territorio tan pequeño con todos los climas, que esto parece increíble. Por eso debemos decirle no a la minería sin titubear. Juanquindío (correo a La Crónica del Quindío). 

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Discurso de Cantinflas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Hace 100 años, el 12 de agosto de 1911, nace en Méjico un personaje singular: Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, quien cambiaría su  larga denominación por un solo vocablo: Cantinflas. Muere el 20 de abril de 1993.

El motivo para formar dicho apelativo hace parte de la leyenda que el actor creó en el cine mejicano. El que mejor parece descifrar el acertijo es Carlos Monsiváis, quien comenta lo siguiente: cuando el joven Mario Moreno fue a pronunciar un texto que debía decir en la carpa Ofelia, entró en pánico y olvidó su monólogo original. Ante semejante embrollo, prorrumpió en una serie de frases y palabras inconexas que hicieron reír al público. Esto le hizo descubrir su vocación para la comicidad. Algún asistente  le gritó algo así como “cuánto inflas”. Con estas palabras se acuñó más tarde el nombre de Cantinflas.

El actor había pronunciado su primer discurso. Discurso que bajo diversas facetas repetiría en todas sus películas. Proveniente de los barrios pobres, perteneciente a una familia de doce hermanos, hijo de un humilde cartero, boxeador a la fuerza para ganarse la vida, Cantinflas es el vocero auténtico de los desprotegidos. A su gracia une su sensibilidad hacia las causas sociales. Caracteriza en el cine a un tipo humano en el que las grandes masas populares se sienten representadas.

Domina el arte de hablar sin decir nada. Sin embargo, se hace comprender de todos. Su trabalenguas se vuelve magistral y único. Se le llama el “Charlie Chaplin de Méjico”. Su fama lo lleva a participar en la superproducción de Hollywood La vuelta al mundo en ochenta días. Ejerció el cargo de presidente de la Asociación Nacional de Actores y fue el primer secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Producción.

Su mejor actuación oratoria está en la película Su Excelencia (1966). Lopitos, la figura que representa, un burócrata de la república de los Cocos, es nombrado embajador y debe pronunciar el último discurso en una asamblea mundial. Se le presenta un problema al tener que tratar el conflicto entre los dos grandes bloques del poder: los Verdes (el sistema capitalista) y los Colorados (el sistema comunista).

Confiesa que su pequeño país no tiene poderío militar, ni económico, ni mucho menos atómico. Pero será decisivo en el triunfo de una de las dos potencias. “Estamos viviendo un momento histórico –dice– en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”.

Y se explaya en serias reflexiones, como las siguientes: “Tan fácil que sería la existencia si tan solo respetáramos el modo de vivir de cada quien” (…) “debemos luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio“ (…) “debemos luchar por el bien colectivo e individual, por combatir la miseria y resolver los tremendos problemas de la vivienda, del vestido y del sustento” (…) “el señor embajador dijo que el remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, refrigeradores, aparatos de televisión, y yo me pregunto: ¿para qué queremos automóviles, si todavía andamos descalzos?”.

Del primer discurso en la carpa Ofelia, al de 1966 en un escenario mundial, Cantinflas ha evolucionado en dicción e ideas. Ahora es gran estadista. Pero no abandona su peculiar juego de palabras. Ahora habla más claro, para que lo entiendan los gobernantes del mundo.

Así concluye su discurso de hace 45 años, que es válido para el momento actual: “…si tan solo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras que hace 2.000 años dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones: ‘amaos, amaos los unos a los otros’, pero desgraciadamente ustedes entendieron mal, confundieron los términos y qué es lo que han hecho, qué es lo que hacen: ‘armaos los unos contra los otros’. He dicho”.

El Espectador, Bogotá, 19-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 21-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-VIII-2011.

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Comentario:

Daba vueltas por la web tratando de encontrar la mejor descripción que pudiese sobre la genial película de Mario Moreno -Cantinflas-, Su Excelencia, y me encontré con ese gran artículo que usted escribió en Eje 21. Me he tomado la libertad de publicarlo en mi blog paseandoteporelperuyelmundo.blogspot.com, junto con la película completa que bajé de Youtube. Usted condensa toda la esencia de aquella memorable película en su maravilloso artículo, y por eso quería felicitarlo. Como lo he puesto con su nombre, espero que no le moleste que lo haya utilizado, pero no me resistí al leer una crítica tan bien hecha y que resume todo lo que cualquiera quisiese decir con tanta honradez sobre la película. Lucy Valdivieso, peruana residente en Estados Unidos, 10-I-2014.

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