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Archivo para la categoría ‘Quindío’

Honor a César Hoyos Salazar

miércoles, 28 de octubre de 2020 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

Corría el año 1969. Han pasado 51 años desde el día que llegué a Armenia y conocí a César Hoyos Salazar como secretario de Gobierno del municipio. Había terminado en la Universidad Nacional sus estudios en Derecho y Ciencias Políticas, y le faltaba obtener el grado al interponerse su compromiso con el alcalde de la ciudad, quien lo motivó para que le prestara ese servicio a su tierra.

No era usual que un joven de 23 años ocupara la segunda posición del municipio, hecho que demuestra la competencia que ya era evidente en su personalidad. Lo recuerdo como persona afable y caballerosa y que además poseía fino sentido del humor. La faceta del humor la exhibía en reunión de amigos con unas cuantas actuaciones jocosas que nos hacían desternillar de la risa, entre ellas la genial imitación del famoso culebrero de las plazas de mercado.

En 1970 se fue para Bogotá a preparar la tesis. Yo le había propuesto que una vez obtenido el título fuera el abogado del banco. En 1971, en viaje que hice a Bogotá, lo encontré de repente en una oficina de correos en la que iba a franquear un paquete de sobres: era la participación a familiares y amigos de su título profesional. Buscó mi sobre y lo puso en mis propias manos. Allí mismo cerramos el proyecto de su ingreso al banco, y de esta manera conté con su valioso concurso en los cobros por la vía judicial.

Bien pronto comenzó a sobresalir en diversas actividades. Fue director de Fenalco y Comfenalco, profesor de la Universidad del Quindío y de La Gran Colombia y decano de la facultad de Derecho de esta última. Cuando me ausenté de Armenia en 1983, era el jurista más prestigioso de la ciudad.

Fue alcalde de Armenia en 1990, posición en la que ejerció una tarea ejemplar, tanto en el manejo económico como en la moralidad pública. Para la primera diligencia que realizó en Bogotá le fue girado el cheque por los gastos de representación, y a su regreso presentó los comprobantes por lo que en realidad había gastado, y el resto lo reintegró a la tesorería municipal. Hecho insólito y único en el país, que hizo resaltar el espíritu moralista con que manejaría su administración.

Cuando su secretario de Obras Públicas provocó un escándalo al llevarse las volquetas del municipio para una construcción particular, y por ese hecho presentó renuncia del cargo, en lugar de aceptársela, como suele ocurrir, lo destituyó en forma fulminante.

En Bogotá desempeñó el cargo de director jurídico de la Federación Nacional de Cafeteros. Luego llegó al Consejo de Estado, y al poco tiempo ocupó la presidencia de la Sala de Consulta. Y más tarde, la presidencia de la corporación. En suma, una carrera en constante ascenso, guiada por el estudio y el trabajo, la moral, la ética y la eficiencia. Ya en la vida privada, fue árbitro de la Cámara de Comercio de Bogotá durante 10 años. A su regreso al Quindío se dedicó a escribir una serie de reseñas biográficas de gente importante de la región, las que merecen editarse en un libro auspiciado, ojalá, por el municipio u otra entidad.

Como reconocimiento a su vida ejemplar y productiva acaba de serle otorgado el Cordón de los Fundadores, la máxima presea regional con que se exalta el mérito de quienes contribuyen al progreso de la ciudad. Aplaudimos esta justa decisión.

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El Espectador, Bogotá, 24-X-2020.
Eje 21, Manizales, 23-X-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-X-2020.

Comentarios 

Quiero decirte que has hecho una formidable semblanza de César, incluso con datos que desconocía. Hace poco, por la radio, me preguntaron acerca de él a propósito de la condecoración, y dije: «Basta contar un breve episodio de su vida y lo demás es una deducción de la audiencia», y narré el caso de la devolución de los viáticos que confirmas en esta columna. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Bella nota sobre el eximio amigo común César Hoyos Salazar, un señor de los pocos que aún existen. Gabriel Echeverri González, Armenia.

Excelente y muy justiciera nota con un noble y grande amigo. Alpher Rojas, Bogotá.

Un ser humano de tan elevadas cualidades es digno de exaltación. Personas de ese talante, hoy por hoy, ni mandadas a hacer. Inés Blanco, Bogotá.

Me encontré en la vida con . . . Gustavo Páez Escobar

lunes, 17 de agosto de 2020 Comments off

Autor: Gabriel Echeverri González

Notable escritor colombiano nacido en Soatá -Boyacá- el primero de abril de 1936, sus padres Pedro Páez Cuervo, quien ejerció la medicina tropical en Casanare, dueño  de inspiración poética, y Herminia Escobar, afamada profesora en Boyacá; en este hogar nacieron: Gilberto, Graciela, Pedro Elías, Leonor, Jorge Alberto, capitán de navío de la Armada Nacional y autor de un libro de poesía denominado Bitácora de ensueños, publicado  en 2001, y, desde  luego, Gustavo.

Cursó  sus  estudios  básicos en su ciudad natal y en Servitá culminó  con éxito su bachillerato en el colegio de los Hermanos Redentoristas; su vocación de estudio y su formación en latín y en griego fue decisiva para la cimentación de su cultura, la preparación intelectual y el desarrollo vital de escritor consagrado.

Contrajo matrimonio con la distinguida señora Astrid Silva Ortiz, de cuya unión nacieron 3 hijos: Liliana, diseñadora gráfica, funcionaria de Caracol Radio; Fabiola, ingeniera de sistemas y especializada en administración de empresas, y Gustavo, administrador de empresas, con especialización en mercadeo, trabaja en Enel-Codensa.

Dedicación y empeño

Desde la adolescencia inició su vida laboral, primero en la Contraloría Departamental de Boyacá, por 2 años, y más tarde como funcionario del Banco Popular, lugar donde alcanzó importantes responsabilidades con mucho éxito, como ser gerente de una oficina de Bogotá a los 26 años, otras gerencias y otras tareas ejecutivas, durante 36 años de su vida

Banco Popular de Armenia

Encargado de la gerencia y con la misión de conseguir gerente titular, apenas llegó al Quindío sintió el influjo mágico de la tierra y, de una vez, solicitó la gerencia para sí mismo; durante 15 años realizó una maravillosa gestión al servicio de la región, logró que el banco construyera la sede moderna de la calle 21 y que el presidente del banco en esa época, doctor  Eduardo Nieto Calderón, afamado promotor de la cultura, ayudara a Páez Escobar en su empeño de que los 2 pisos superiores fueran ocupados por el Museo Arqueológico, como en efecto ocurrió. Durante su gerencia el museo funcionó en forma admirable.

Novelista y cuentista desde la primera hora

Sus estudios  clásicos lo llevaron muy pronto a la literatura y a los 17 años de edad y viviendo  en Tunja, escribió  su primera  novela, Destinos Cruzados, que publicó en 1971, cuando vivía en la ‘Ciudad Milagro’; dicha obra fue la primera telenovela de RCN, con guion de Fernando Soto Aparicio, paisano de Gustavo  y escritor consagrado, y la dirección  técnica del argentino David Stivel.

En Armenia su producción intelectual fue numerosa: publicó  en 1974, Alborada en penumbra; en 1977, Alas de papel, y en 1982, Caminos, además escribió  20 cuentos  que reunió en un libro que denominó El sapo burlón, publicado  en 1981 por la biblioteca del Banco Popular.

En 1998 fue editada su novela La noche de Zamira, uno de sus trabajos más elogiados por la crítica que tiene como escenario la bonanza cafetera, con los problemas sociales y económicos que se derivaron del singular hecho económico  e histórico.

Entre sus libros publicados en Bogotá es dable mencionar los siguientes: la novela Ráfagas de silencio, una obra de vivencias de selva inhóspita con la figura del legendario Tulio Bayer, como personaje central; Ventisca, que describe la destrucción de un pueblo, con cierta semejanza a la inolvidable tragedia de Armero; Biografía de una angustia, sobre la vida  del reconocido poeta colombiano Germán Pardo García, por muchos años residente en México; Laura Victoria, sensual y mística, la vida de su ilustre paisana, una de las aventajadas poetas eróticas del país. En total 13 libros en los géneros de novela, cuento, ensayo, biografía y periodismo.

Columnista de periódicos y revistas

Viviendo en Armenia se hizo columnista de los diarios El Espectador y La Patria de Manizales, con los años sostiene sus colaboraciones además en La Crónica del Quindío, Eje 21 de Manizales y algunas revistas, como Mirador del Suroeste de Medellín y Aristos Internacional de Alicante, España; cerca de 2.000 columnas, un poco más de 300 sobre el Quindío, recogidas casi todas en  su página web.

Debo destacar que Páez ha sido un constante pregonero de nuestra región, de sus tradiciones, de sus gentes, nunca fue en vano su veneración por el Quindío y desde el primer día fue amor a primera vista, igual su familia; lleva con mucho honor su distinción de hijo adoptivo de nuestra región.

Distinciones y reconocimientos

El gobernador Rodrigo Gómez Jaramillo, ya fallecido, a nombre del departamento del  Quindío le otorgó la Medalla al Mérito Artístico; la ciudad de Armenia, el Cafeto de Oro y la Flor del Café; el municipio de Calarcá, la Medalla Eduardo Arias Suárez; la Contraloría de Boyacá, la Medalla Francisca Josefa del Castillo.

La Imperial Orden de la Doctora de la Iglesia santa Elizabeth de Hesse –Darmstadt– le entregó el título de «Barón de los  caminos» por la semejanza con su libro Caminos, editado por la Gobernación del Quindío en su serie de la Biblioteca de Autores Quindianos.

Este libro y El sapo burlón fueron incluidos en la Cápsula de El Tiempo, a ser descubierta en 2052.

Academias

Es miembro de la Academia de Historia de Boyacá, de la Academia Patriótica Antonio Nariño, del Instituto Sanmartiniano de Colombia, entre otras.

Gustavo Páez Escobar es un ciudadano probo y aplicado a su vocación y a su trabajo diario; como banquero fue un ejecutivo correcto y diamantino, que no obstante sus ocupaciones en el  Banco Popular, ejercitó  la pluma y la lectura con constancia ejemplar; ya libre de esas ataduras laborales, está dedicado de tiempo completo a sus  amados libros, a escribir con dedicación, a la elaboración de sus  columnas y a su condición de padre amantísimo de su familia y de su país.

Lo conocí en la gerencia de la oficina principal en Armenia y desde ese momento entablamos una amistad literaria e intelectual: con el aprecio y admiración que le profeso desde esa época, por su honorabilidad a toda prueba, por su vigoroso estilo de escritor ameno y agradable y por su  señorío de boyacense trasplantado al Quindío, un gran señor con toda su cordialidad y sencillez.

Como bien lo dice, supo combinar las letras de cambio con las letras del espíritu, en ambos frentes se ha desempeñado con altura, con paso firme, con seriedad y certeza, en medio de ideales, esfuerzos y muchas realizaciones, un escritor y un hombre de bien; un ejemplo para todos aquellos que avanzan con dificultad en sus tareas diarias: Don Gustavo, valioso ser humano, registro con inmensa alegría su madurez y su consagración.

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Además: Eje 21, Manizales, 10-VIII-2020. Blog de la Academia de Historia del Quindío, 15-VIII-2020.

Comentarios 

Leí con satisfacción el escrito de Gabriel Echeverri González, en el cual presenta las diversas facetas de tu vida, una descripción de tus numerosas e importantes obras literarias, una maravillosa semblanza sobre tu valiosa vida. Felicitaciones y gracias por honrar al Quindío. César Hoyos Salazar, Armenia.

Bien merecidos los elogios que en su columna de La Crónica del Quindío te hace Gabriel Echeverri. A ellos me uno. Siempre te he profesado una profunda admiración por tus invaluables méritos intelectuales, pero principalmente por tu hombría de bien. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Muy merecido el testimonio de Gabriel, porque ha sido una vida magnífica, que bien merecía ser exaltada. Alberto Gómez Mejía, Armenia.

Más que merecida la referencia de Gabriel a tu vida y obra cuya cercanía con nuestra región ya es un logro. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Me enorgullece verte bien plasmado en las letras de Gabriel. Te veo quindiano y amigo como el mejor. Luis Fernando Jaramillo Arias, Bogotá.

Se quedan cortas las palabras al describir la vida de mi papá. En la parte humana: intachable y lleno de sabiduría y de enseñanzas para quienes hemos tenido la dicha de poder caminar al lado, viendo cómo con esfuerzo, amor, disciplina y constancia ha realizado el gran trabajo literario. Gracias, papi, por tantos años de buen trabajo, por seguir creando y dejarnos la mejor de las herencias que son las letras. Estoy muy orgullosa y feliz con esta publicación. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Muy merecido el homenaje que el doctor Echeverri González hace a tu vida y realizaciones. Cuando en vida ocurren estos reconocimientos, se tiene la satisfacción de compartirlos con la familia y amigos, ocasionando, de hecho, otra satisfacción más.  Me adhiero a este reconocimiento. Jaime Vásquez Restrepo, Medellín.

Un justo reconocimiento a la vida y obra del ejecutivo bancario, del escritor y del amigo. Muchos podemos decir también que hace ya bastantes  años  nos cruzamos por la ruta de la palabra con este mismo hombre multifacético de Soatá y que hoy felizmente contamos con el regalo maravilloso de la amistad. Inés Blanco, Bogotá.

Justo reconocimiento a un hombre ejemplar. Tuve el privilegio de estar cerca de ti por un período suficiente para admirar tus valores. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Gabriel Echeverri pone de relieve en esta semblanza tus dos más grandes cualidades, como son las de escritor y hombre de bien. La primera con sobradas razones, pues tu amplia trayectoria en el difícil arte de escribir bien ha quedado grabada en toda tu vasta producción literaria. Y la segunda, en mi criterio, es la más preciada cualidad que actualmente se le puede reconocer a un ser humano, pues infortunadamente en estos oscuros tiempos que nos ha tocado vivir, pocos son los que se hacen acreedores a este honroso título. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Excelente hoja de vida, resultado del estudio, la disciplina y la dedicación. Es un legado a las letras y periodismo de Colombia. Humberto Escobar Molano, Villa de Leiva.

Honrosa semblanza la que hace don Gabriel Echeverri. Un reconocimiento a tu vida honrada y fructífera, plena de realizaciones. Comparto la satisfacción por tan merecido homenaje. Elvira Lozano Torres, Tunja.  

Todas las crónicas sobre personajes quindianos de Gabriel las acostumbro leer. En ellas, como en tu caso, se trata de amigos o personas conocidas que con su accionar le han dado lustre o han impulsado obras que han beneficiado a nuestro querido Quindío. Estar en la lista es algo que emociona e impulsa a seguir adelante. William Piedrahíta, Estados Unidos.

La página de Gabriel es un sincero reconocimiento a tu vida de trabajo, estudio permanente y producción literaria. Aquí te sentimos como nuestro, de igual manera a todos los tuyos. La vida se trata de dejar huella: y qué bien que lo has hecho. Esperanza Jaramillo, Armenia.

Un gran reconocimiento a tu labor y a tu vida.  Me alegro mucho que Gabriel haya publicado tu semblanza porque es muy importante, además del reconocimiento público, que se sepa sobre las contribuciones de personajes como tú a la historia del Quindío. Alister Ramírez, Nueva York.

El drama del jardín quindiano

jueves, 23 de julio de 2020 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

El Quindío todo es un jardín. La presencia de las flores viene desde tiempos remotos y  continúa en las delicadas manos femeninas que las consienten como una insignia de la región. Así, surgieron clubes de jardinería en los municipios empeñados en hacer de ellas un encanto de los paisajes y un embeleso de la vida. Recuerdo en Armenia la famosa floristería Ardeflor, de Argelia Palacio, quien con su talento artístico y su donaire femenino hizo sobresalir su nombre en la ciudad.

Testimonio de esta tradición es el Jardín Botánico del Quindío, creado en 1979 por el exalcalde de Armenia Alberto Gómez Mejía y abierto al público en diciembre del 2000. Aparte de ser el jardín más importante de la región, es uno de los principales de Colombia. Además, Gómez Mejía preside desde 1996 la Red Nacional de Jardines.

Antes de propagarse el coronavirus, el jardín era visitado por un promedio de 5.000 personas cada mes. Esto permitía atender la nómina de 31 empleados y los otros gastos, con un costo entre 35 y 40 millones de pesos. Desde que irrumpió la pandemia, nadie visita las instalaciones y todos los ingresos se derrumbaron, ya que no recibe ningún patrocinio oficial o privado.

Frente a este panorama desolador, Gómez Mejía eleva su voz de alarma para mostrar la dramática realidad y pedir ayuda para que no naufrague el barco. Ha tocado en muchas puertas. Acudió a los bancos, y como no existe flujo de dinero, la respuesta ha sido negativa. Así son los bancos. Ante el apremio que no da espera, se vio precisado a utilizar en Calarcá el crédito extrabancario.

En síntesis, una cadena de adversidades. Pero él no pierde la esperanza de encontrar  los caminos salvadores. Con el optimismo que lo anima –y le aplaudimos como ejemplo edificante para los colombianos en estos días de borrasca–, lucha como un titán para no despedir a ningún empleado. “Toda la gente del jardín –dice– está trabajando con emoción y pasión para que salgamos adelante”.

Para atenuar el problema, pide que le ayuden a vender 70.000 árboles de 37 especies nativas que están listos para la venta. Sus precios van de $ 5.000 a $ 200.000. Además, busca vender miel de las 200.000 abejas que viven en 4 colmenas. Y solicita donaciones a través de las cuentas de Bancolombia y Banco Agrario, información que está en la página web de la entidad. Los quindianos, que poseen espíritu generoso y altruista, saldrán, sin duda, en defensa de su jardín maravilloso, admirado por miles de turistas nacionales y extranjeros.

Me viene a la mente el Monumento al Esfuerzo, levantado por Rodrigo Arenas Betancourt en la plaza principal de Armenia. Ese esfuerzo legendario representa el empuje quindiano que ha hecho posibles hechos sorprendentes como la creación del departamento y la reconstrucción de Armenia después del terremoto de 1999.

Sobre este luchador incansable de la ecología que es Gómez Mejía, manifiesta César Hoyos Salazar, exalcalde de Armenia y expresidente del Consejo de Estado: “Al frente de su jardín botánico y su mariposario, el Quindío tiene un señor líder, hombre brillante, emprendedor y pulcro”. Y el exministro y exgobernador del Quindío Diego Moreno Jaramillo afirma que es una de las figuras más destacadas de la región en todos los tiempos. El reto actual es salvar esta obra emblemática convertida en un canto a la naturaleza.

El Espectador, Bogotá, 18-VII-2020.
Eje 21, Manizales, 17-VII-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 19-VII-2020.

Comentarios

Lamentable la situación del Jardín Botánico del Quindío. Es de esperarse el respaldo de los quindianos para salvar esta joya de su departamento y a sus colaboradores. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

La Academia de Historia del Quindío avala esta solicitud de replicar la cuenta del Jardín Botánico a la colonia quindiana en Bogotá, una maravillosa iniciativa del escritor Gustavo Páez que debe respaldarse con entusiasmo y patriotismo para ayudar económicamente a esta entidad emblemática de nuestro departamento. Jaime Lopera, presidente

Ha sido publicada en nuestra página web una nota especial con el fin de promover y apoyar las donaciones con destino al Jardín Botánico del Quindío. Agradecemos su especial interés en el tema y el habernos contactado. Isabel Patricia Orozco Orozco, directora de la Casa Delegada del Quindío en Bogotá.

Quedé emocionado y conmovido por este artículo maravilloso. Te lo quiero agradecer de corazón, porque, además, tu generosidad desborda mis méritos reales. Alberto Gómez Mejía.

Tras las huellas de Izcay

miércoles, 8 de julio de 2020 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En reciente artículo con motivo de la muerte del escritor Eduardo Santa mencioné su libro El pastor y las estrellas, ameno relato que tiene como protagonistas al pastor de cabras Abenámar y a su esposa, Izcai. Una ciudadana venezolana que está terminando en Méjico la carrera de Antropología Social leyó mi artículo y me cuenta esta curiosa  historia: cuando sus padres leyeron el libro de Eduardo Santa decidieron que si tenían una hija le pondrían ese nombre. Y así sucedió. Ella, que hoy tiene 25 años, se llama Izcaí Ruiz Hecht y desea saber de dónde proviene o qué significa su nombre (a su madre le pareció que sonaba mejor Izcaí, con acento en la “i”, y así se quedó).

Todo indica que Eduardo Santa tomó esa denominación de una princesa de la etnia quimbaya de Colombia, si bien la grafía correcta es con “y”: Izcay. Cuando yo vivía en Armenia, cuyo territorio estuvo habitado por los aborígenes quimbayas, se inauguró el Hotel Izcay, hecho que refleja la intención de que la entidad llevara un distintivo de la región. Ese hotel fue destruido por el terremoto de enero de 1999, más tarde fue remodelado y pasó a denominarse Hotel Armenia Plaza.

De esta manera, el nombre de la princesa quimbaya desapareció entre los escombros del terremoto. Pero subsiste Izcaí, la venezolana nacida por obra y gracia de una lectura deslumbrada de sus padres, y que algún día, como antropóloga, ahondará más en estas cuestiones de la cultura, el lenguaje y la tradición.

Mi amigo quindiano Luis Carlos Gómez Jaramillo, que tiene buen espíritu investigativo, como se verá, me aporta interesantes datos sobre la palabra en cuestión. De entrada,  me dice que el origen de dicho término es vasco, como lo afirma Wikcionario, el diccionario libre que contiene más de 900.000 entradas para más de 665 idiomas, según lo anuncia la obra.  Con el mismo nombre, mi amigo localizó un restaurante y un bar cafetería en Bilbao, y ganas me dieron de romper el confinamiento causado por la pandemia para ir a saborear las ricas empanadas colombianas que allí se ofrecen.

En esta indagación salió a flote el vino Iscay –con “s” y no con “z”–, que simboliza un tributo a la cultura incaica al unirse las cepas emblemáticas de malbec y merlot. Pero  en este caso “iscay” –sustantivo común– significa “dos” en quechua, es decir, hace referencia a las dos cepas citadas. Además, Luis Carlos descubrió a Fernando Izcay, vecino de Tudela (España), enfrentado contra Nicasio de Francia, por supuesto en época muy remota, en un pleito fenomenal. ¡Vaya enredo en que nos hemos metido!

Fuera del aporte del amigo quindiano, aquí está esta otra cuota de mi propia cosecha: la internista frenóloga Izcay Ronderos Botero, el conjunto residencial Izcay de Timiza en Bogotá y los vinos clásicos argentinos Iscay (Trapiche). Como se aprecia, alrededor de una palabra pueden surgir muchas historias.

Ya se ve que el vocablo, fuera de llevarlo una mitológica princesa quimbaya, echó raíces en otras latitudes –a veces con cambios gráficos muy comprensibles– y con él se han bautizado negocios, vinos, pastoras de cabras y otras personas, entre ellas Izcaí Ruiz, por quien vamos a brindar con una buena copa de Iscay como homenaje a su nombre singular.

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El Espectador, Bogotá, 4-VII-2020.
Eje 21, Manizales, 3-VII-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 5-VII-2020.

Comentarios 

Qué interesante artículo acerca de la palabra Izcay y sus grafías alternativas. En la industria vinícola existe la firma Trapiche que ofrece dentro de su gama de vinos la línea «Trapiche-Iscay», aclarando que aquí la palabra Iscay, que significa «dos»,  se tomó del quechua, para designar la combinación de «dos» varietales. Ellos ofrecen la combinación de Malbec-Cabernet franc y la de Syrah-Viogner. Esta última he podido degustarla y es exquisita. La cepa viogner no tiene, por lo menos acá en Colombia, mucha difusión, pero da origen a unos vinos blancos exquisitos y muy parecidos a los Chardonay. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Izcay era el nombre de un hotel de Armenia que quedó atrapado en el terremoto y en ese momento murieron allí unos futbolistas argentinos. Esto añade a la historia de ese hotel la enología, lo cual me parece novedoso. Jaime Lopera, Armenia.

Mil gracias por el tiempo y el esfuerzo de esas múltiples búsquedas. Y mil gracias por ese acercamiento a mi nombre y a mi identidad. Izcaí Ruiz, Ciudad de Méjico.

 

La Ñata Tulia

martes, 21 de enero de 2020 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

Muchas veces oí hablar de la Ñata Tulia durante los años que residí en el Quindío. Las pícaras lenguas me contaban bellezas sobre esta atractiva mujer que causaba impacto en Armenia, donde apareció como diva del sexo que alborotaba con sus hechizos la vida local. Hombres notables frecuentaban su casa de citas en el sector de Arenales. La Ñata Tulia –Tulia Rendón Guzmán– nació en Armenia en 1925 y se convertiría en un ícono de la ciudad.

Todo el mundo tenía que ver con ella, bien por gozar de sus favores, o bien porque su nombradía llegaba a todas partes. Esto llevó al ingeniero y poeta humorista Alberto Gutiérrez Jaramillo, alcalde de Armenia, a escribirle un picante soneto que así empieza: “Era la Ñata Tulia un monumento / sin pedestal en mi ciudad, rescoldo / de un juego juvenil, vaso sin fondo, / lista al amor para cualquier momento”. Y así termina: “Todo Armenia recuerda su dulzura, / puesto que su portal lo traspasaban / ¡el notario, el alcalde y hasta el cura!”.

César Hoyos Salazar, que fue secretario de Gobierno en la alcaldía del poeta Gutiérrez,  y llegaría a ser alcalde de Armenia y presidente del Consejo de Estado, comenta que como funcionario municipal firmaba frecuentes licencias de funcionamiento a bares, almacenes, ferreterías, etcétera, y no recordaba haber dado ninguna a prostíbulos o burdeles o mancebías o lupanares.

Le planteó esta inquietud a su secretaria, quien le explicó que su antecesor había hecho cambiar, por pudor, estos nombres por el de “coreográficos” para los establecimientos donde se ejercía la profesión más antigua del mundo. La Ñata figuró en aquella ocasión como dueña, no de un burdel, sino de una coreografía: “un conjunto de pasos y figuras de un espectáculo de danza o baile”, como lo define el diccionario.

Cuando en Armenia me hablaban de la Ñata Tulia, supuse que era un personaje del pasado que había fallecido mucho tiempo atrás. Ahora vengo a saber que su deceso ocurrió el pasado 2 de octubre, a la edad de 94 años. Hacía mucho tiempo se había jubilado y ya no ejercía la profesión, pero no faltaban quienes solicitaban con sigilo sus servicios, y ella se los negaba. Al periodista Miguel Ángel Rojas le contó que se había dedicado a ahorrar dinero durante varios años, y cuando reunió buen capital compró una casa y se fue a vivir con su mamá y sus sobrinos, alejada del mundanal ruido (léase “burdel”).

No conocí a la Ñata Tulia, pero las referencias recibidas sobre ella me sirvieron para hacer un símil suyo en La noche de Zamira (1998), novela que dibuja la prostitución vivida en los tiempos de cosecha. Allí le di el nombre de Diosa, y la atmósfera lujuriosa está plasmada en los capítulos Todos llevan máscaras y La noche demencial. 

Óscar Domínguez escribió en la revista Malpensante, de julio de 2016, una semblanza sobre Marta Pintuco –María Teresa Pineda–, famosa mujer de la vida alborotada del Medellín de antaño. Considero, y motivos tengo, que Jaime Sanín Echeverri tomó a Marta Pintuco como modelo para personificar a Helena Restrepo en la novela Una mujer de cuatro en conducta (1948).

La historia universal es rica en estas mujeres emblemáticas. Ellas representan el arte amatorio de todos los tiempos. Recordemos a las célebres cocottes de la época de Proust, y a Blanca Barón, en el gobierno de Valencia. Lleras Restrepo es autor de un delicioso libro: De ciertas damas (Mesalina, Lucrecia Borja, Clareta, La bella Otero, y cinco más). Todas, reinas y cortesanas, grandes damas y prostitutas, encarnan el mito femenino. No faltará alguien en la Armenia de hoy a quien se le ocurra levantarle el busto a la Ñata Tulia en el ya decaído –como ella– sector de Arenales.

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El Espectador, Bogotá, 18-I-2020.
Eje 21, Manizales, 17-I-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 19-I-2020.
Aristos Internacional, n.° 33, Alicante (España), julio/2020.

Comentarios

Fenomenal el contexto histórico donde elevaste el busto caído. Quedé absolutamente convencido de que jamás traspasaste el portal de la Rendón Guzmán. Cuando me regalaste la novela, allí pude identificar a varios personajes amigos de Armenia, entre ellos la Ñata. Óscar Jiménez Leal, Bogotá. (Respuesta: yo no traspasé su portal, pero ella sí traspasó el portal de La noche de Zamira y se volvió personaje de novela. GPE).

A medida que avanzaba en la lectura del artículo esperaba que el autor iba a confesar que había caído en la tentación de visitar la “coreografía”, pero sentí un fresco cuando me encontré con la frase salvadora: “No conocí a la Ñata Tulia”. Eduardo Lozano Torres, Bogotá. (Respuesta: el don portentoso de la escritura le permite al novelista penetrar con la imaginación hasta en los lugares más ocultos. GPE).

No se te ocurra proponer levantarle un busto a quien de hecho lo tenía enhiesto desde jovencita como emprendedora de lupanares que era (¡no en vano Leonisa nació aquí!). Jaime Lopera (Armenia).

Muy merecido el reconocimiento para quien desempeñó un oficio tan difícil. El más difícil de todos. Esperanza Jaramillo, Armenia.

La Ñata Tulia me hizo recordar a Anita la Chiquita, personaje con una trayectoria de vida muy similar en Chinchiná, Caldas. ¿Cómo hago para obtener La Noche de Zamira que quiero leer puesto que me evoca mi nacimiento y juventud en el recordado Eje Cafetero? Rodrigo López, Montería. (Respuesta: lamentablemente, esta obra, publicada hace veintiún años, está agotada. GPE).

En Marulanda, mi pueblo, ese personaje se llamaba la Ñata Quintero. Su centro de operaciones era El Portal, y en su numerosa prole hubo alcaldes y gobernador. Josué López Jaramillo, Bogotá.

En mi novela San Rafael de los Vientos hablo de la Mona Miriam, una mujer que llegó a la zona de tolerancia de Aranzazu en los años setenta y dejó honda huella por sus atributos físicos. José Miguel Alzate, Manizales.

Gracias por el crédito que me das con Marta Pintuco a quien tampoco conocí. Tampoco sé si la yarumaleña está viva. Serían de la misma edad. Óscar Domínguez, Bogotá.

Cierto: el libro De ciertas damas es una delicia. Estas historias son amables, despiertan curiosidad y suceden en cada pueblo, ciudad y país del mundo. Inés Blanco, Bogotá.

También podrían escribirse las miles de historias de hogares destruidos gracias al matronato de la madame que abrió las puertas de la desintegración moral del Quindío. Gloria Chávez Vásquez, Nueva York.

Innegable personaje de la ciudad. Yo la conocí, porque viví en Armenia en la época en que ella salía en un taxi, por el centro de la ciudad, a mostrar las nuevas adquisiciones de su casa de citas. Nunca visité su casa. Josué Carrillo, Armenia.

Creo que ningún varón en “edad de merecer” que haya vivido en Armenia en los años cincuenta y sesenta, época del mayor esplendor de su famoso burdel, diga que nunca estuvo allí, pues si lo hace está mintiendo. La “ñata” recorría varias ciudades, especialmente Cúcuta, para proveerse de hermosas chicas, las cuales paseaba en automóviles de Tax Páramo por los principales sitios de la ciudad, donde sabía se encontraba o acudía la juventud de la clase alta y media de la época: alrededores del Club América, la Fuente El Prado, etc. Era muy común encontrar allí, cuando los jóvenes nos dábamos nuestras escapaditas, gente encumbrada de la época (los riquitos de entonces), quienes después de sus traguitos en el América o Campestre acudían allí para, en medio de ese ambiente de “amor”, suplir sus falencias amatorias. Definitivamente fue un personaje de la época. Muy buen artículo sobre una persona que marcó una época, así muchos camanduleros, hipócritamente, se escandalicen. William Piedrahíta González, Miami.