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El baile de María Consuelo

domingo, 25 de julio de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

La nueva canciller, María Consuelo Araújo, hizo su debut con paso de vallenato. El acto protocolario ante el gobierno de Venezuela estaba dispuesto en dos etapas: por la mañana, desayuno con su homólogo, Nicolás Maduro, y por la tarde, visita al presidente Chávez en el Palacio de Miraflores. Pero por dificultades de última hora, el programa se trastornó, y nuestra canciller, que había practicado ejercicios de paciencia y respiración para afrontar su primer reto con la hermana república, no se inmutó. Permaneció en su sitio.

Nicolás Maduro, que tenía organizado un desayuno con la colombiana, tuvo que cancelar el compromiso por haber regresado ese día de madrugada, en unión del presidente Chávez, de su visita a Fidel Castro con motivo de sus 80 años de edad. Los dignatarios venezolanos, por agasajar a Castro con profusión de detalles –difundidos al orbe como constancia de solidaridad con el régimen castrista–, dejaron  varias horas esperando a María Consuelo.

Pero nuestra flexible canciller le restó importancia al contratiempo y lo único que hizo fue correr su agenda, estrenada ese día, para asistir al desayuno aplazado por varias horas, que se volvió un largo almuerzo. Acompañada del embajador colombiano, Enrique Vargas, se trasladó a la sede de la Cancillería venezolana, en cuya puerta le salió al encuentro, con efusivas señales de hospitalidad, el canciller Maduro. Allí hubo fuertes abrazos y eufóricas sonrisas, como si se tratara de dos hermanos distanciados que efectuaban la reconciliación. (Debe recordarse que Maduro, antes de posesionarse del cargo actual, tuvo expresiones poco afables hacia Colombia).

Ahora, el encuentro amistoso entre los cancilleres es digno de celebrarse como signo de mejoría de las relaciones bilaterales. En los últimos años no se ha logrado mantener entre ambos gobiernos un clima estable de concordia, aunque por temporadas vuelven a presentarse los abrazos y los buenos deseos. Los roces y las diferencias no han alcanzado a desencadenar conflictos bélicos, aunque a veces han tocado límites peligrosos por malos entendidos que se vuelven detonantes de rivalidades pasajeras. Veremos si en adelante María Consuelo, con su desenvoltura  vallenata; el presidente Uribe, con los propósitos que ha reiterado en varias ocasiones, y el presidente Chávez, con sus declaraciones bolivarianas, propician la confraternidad por largo tiempo.

La segunda etapa se cumplió a las tres de la tarde, en el Palacio de Miraflores. La reunión de la ministra con el presidente Chávez se prolongó por espacio de dos horas (un buen síntoma), y en ella repasaron varios puntos de conveniencia para Colombia y Venezuela. Asuntos prioritarios como un convenio de venta de gasolina entre Pdvsa y Ecopetrol, la reglamentación ágil de permisos fronterizos, la firma de un acuerdo de comercio bilateral, la construcción de un puente fundamental para ambos países y la seguridad fronteriza, fueron analizados con objetividad y con criterio de mutuo beneficio. El presidente Uribe, motor de estos convenios y socio preocupado por la superación de asperezas, sabe, como su colega venezolano, que el desempeño diplomático inteligente abre campo a un futuro más promisorio.

En la despedida de María Consuelo, el presidente Chávez la invitó a bailar vallenato. ¡Que viva la fiesta! Después de lamentar no haber asistido a la posesión de su colega y de sentirse apenado por la falla, anunció que pronto vendrá a Colombia a visitar a su colega reelegido. Y exclamó, en alusión a María Consuelo: “Tengo una nueva hermana”.

Parece que el vallenato se impondrá, de aquí en adelante, como nuevo protocolo entre los dos países. ¿Para qué reñirnos, en lugar de abrazarnos y bailar? Es posible, por las expresiones recogidas en estos encuentros festivos, a la par que vigorosos, que el clima de tirantez de otros días se remplace por el zapateo de la música vallenata, arte en que es experta la canciller.

Tan despejado queda el panorama, que Maduro, demostrando evidente madurez, declaró: “Colombia es el proyecto de Miranda, de Bolívar, todos fuimos Colombia en algún momento. Aquellos que tratan de intrigar se van a estrellar con el amor que le tenemos al pueblo colombiano”. Semejante declaración hacía mucho tiempo que no se escuchaba. ¡Viva la fiesta!

Pero que no todo sea baile, ni abrazos, ni sonrisas, ni frases galantes. Hay que pasar del alborozo a los hechos positivos. El debut de nuestra ministra, rodeado de cierto aire tropical y folclórico (muy propio de la personalidad de Chávez y de ella misma, su “nueva hermana”),  es de todas maneras buen indicio para que se consolide la paz y se despeje el porvenir.

El Espectador, Bogotá, 22 de agosto de 2006.

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Comentarios:

Es muy halagador ver cómo es posible que estas dos naciones hermanas continúen por el camino marcado por el Libertador. Cooperación, desarrollo mutuo, el trabajar arduamente para resolver nuestros problemas fronterizos, en ayudarnos mutuamente en lo que las patrias necesiten, y emprender una etapa de desarrollo en donde se crean mejores vías de comunicación es algo vital. Para las dos naciones es imprescindible tener unas relaciones sanas marcadas con el mutuo respeto y admiración que sentimos el uno por el otro. Don Simón Lib (Carta a El Espectador).

Nunca hemos tenido una canciller así y me dará trabajo aceptar que a través del baile y la camaradería se puedan lograr acuerdos serios y necesarios. Pero cada uno tiene su estilo y esperamos que el de esta dama dé buenos resultados, al menos para el folclor nacional… Aída Jaramillo Isaza, Manizales.

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