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El árbol transmite vida

martes, 13 de junio de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En Bogotá, hace 24 años, lloré la muerte del frondoso pino –todo lleno de vida, de gracia y poesía– que estaba sembrado en una avenida de la capital frente a mi cuarto de estudio. El peso lo doblegó y lo dejó inerte en el pavimento, por falta de control de los técnicos, mientras esparcía en el aire exquisitos aromas, quizás como un adiós a la vida.

Escribí entonces el artículo titulado La muerte de un árbol, y el director de la CAR, don Eduardo Villate Bonilla, me obsequió en remplazo, para mitigar la pena, un arbolito recién nacido. Se cumplía así la ley inexorable de la existencia (nacer y morir), que rige tanto para los hombres como para las plantas.

De paso por Cúcuta hace 27 años, quedé fascinado con su preciosa arborización, que la hacía distinguir en el país como sitio ecológico por excelencia. Toda la ciudad estaba cubierta por espeso manto telúrico, donde prevalecían el acacio, el cují y el almendro, árboles emblemáticos que oxigenaban el ambiente y le daban encanto al paisaje. Por tal razón, ostentaba el título de “Cúcuta, Ciudad Bosque”, que ojalá no haya dejado perder.

En las selvas vírgenes del Putumayo admiré la majestad de los árboles milenarios, cuya altura podía sobrepasar los 50 metros, y a cuyo amparo germinaban las zonas boscosas pobladas de todo género de matas e infinitas corrientes de agua. La Amazonia, el bosque tropical más extenso del planeta, es todavía el pulmón del mundo, pero cada día lo estropean más los depredadores de la naturaleza.

En los días actuales, veamos algunas escenas alrededor del árbol. Los habitantes que rodean el Bosque de Bavaria (calle 7.ª con avenida Boyacá) protestan por la tala de más de 3.500 árboles que piensa efectuarse para llevar a cabo la construcción de cerca de 3.000 viviendas. Un vecino del sector dice que “no nos oponemos al desarrollo urbanístico, sino que pedimos que se conserve este importante pulmón para nuestros barrios, que tienen escasez de espacios verdes”.

En la calle 77 con carrera 9.ª está enfermo, en cuidados intensivos, el legendario nogal de 100 años que le dio el nombre a uno de los barrios históricos de Bogotá. Para salvarlo, se le sometió a una cirugía en la base del fuste, se le retiró la corteza podrida y se le suministran eficaces fertilizantes.

Mientras tanto, en los Cerros Orientales se atropella la arboleda nativa con la construcción ilegal de suntuosas viviendas y el negocio de la madera. Ese mismo daño ecológico lo produce en el país la explotación de la minería.

Bogotá tiene 53.000 árboles enfermos, de un total de 1’258.000, que es el patrimonio de la capital. Entre ellos, casi medio millón está ubicado en Suba, Chapinero y Usaquén. Algunos de los enfermos son atendidos a tiempo, y otros se desintegran, como mi pino de la avenida, por falta de asistencia oportuna.

Los árboles transmiten vida, encanto, belleza. Son el mejor ornato del paisaje. Sirven para descontaminar el ambiente y atraer las aves del cielo. Favorecen la biodiversidad urbana, y con sus zonas verdes propician el deporte, la diversión, la alegría. No es posible tener una sociedad sana sin la presencia de este amigo de la civilización.

Dijo el conde de Chesterfield: “Si no plantamos el árbol de la sabiduría cuando jóvenes, no podrá prestarnos su sombra en la vejez”.

El Espectador, Bogotá, 9-VI-2017.
Eje 21, Manizales, 9-VI-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 11-VI-2017.

Comentarios

Comparto lo que expresa el artículo: a veces con el afán de dinero de las constructoras, del Gobierno por cumplir planes de «desarrollo» o mostrar que en algo está avanzando, se olvida que la naturaleza es vida y no se piensa en el futuro ni en el daño que poco a poco acaba nuestro planeta. Diana Muñoz Herrera, Bogotá.

De las cosas que más me gustan cuando voy a Villa de Leiva es deleitarme contemplando la hermosa vegetación que rodea la casa, y me genera profundo placer despertarme, descorrer las cortinas y dar gracias a la vida de poder contemplar el hermoso paisaje con diversos tonos de verde y flores de distintos colores. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

En el barrio donde vivimos hemos estado contentos porque se respetan los árboles aledaños. La cuadra tiene mucha naturaleza verde. Cuando construyeron los edificios altos, hace 10 años, de inmediato se plantaron árboles grandes y ahora están fuertes y muy lindos. Se conservan los árboles de la alameda y en ellos viven cantidad de pajaritos. Eso nos da mucha alegría. Fabiola Páez Silva, Bogotá.

“Plantemos nuevos árboles, la tierra nos convida, / plantando cantaremos / los himnos de la vida. / Los cánticos que entonan las aves en sus nidos, / los ritmos escondidos del alma universal. / Plantar es dar la vida / al generoso amigo / que nos defiende el aire, / que nos ofrece abrigo. / Él crece con el niño, / él guarda su memoria, / en el laurel es gloria / y en el olivo, paz”. Recuerdo estos sencillos versos que, en la escuela, nos hacían cantar. Era una elemental clase de ecología. Hoy eso no se escucha, ni las clases de urbanidad y cívica que ayudaban a formar mejores ciudadanos. William Piedrahíta González, colombiano residente en Estados Unidos.

No es posible imaginar el universo sin árboles. Son el paisaje, el hogar del espíritu silvestre, el horizonte; la referencia inmediata con lo inalcanzable. Sin ellos nos faltaría el aliento. El árbol está ligado al desarrollo del hombre, a la civilización. Representa  la casa que permanece en la memoria; el albergue para el dolor que no se dice. Cuando los años pasan levantamos sus  ramas, en cada puesta de sol, para volver a mirar la infancia. El árbol es elemento espiritual de todas las culturas. Nuestra última sombra. Riqueza del hombre y destino del viento. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Estuve escribiendo durante todo el año 2015, en Eje 21 de Manizales, mi serie sobre el sufrimiento y la muerte de los árboles en Manizales, debido al odio genético de mis paisanos por este dador de vida y de belleza. No hay nada que me duela más, aparte de la de los amigos y otros seres humanos, que la muerte o el sufrimiento  de los árboles. Aunque a veces dudo si no es mayor este dolor. Quizá uno de los últimos textos, que impidió la tala en un 70% de ellos, es la carta a las autoridades manizaleñas en la que fungí de amanuense de los urapanes amenazados. Hernando Salazar Patiño, Manizales.

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Mariposas en el Quindío

miércoles, 21 de septiembre de 2016 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En 1975, siendo alcalde de Armenia Alberto Gómez Mejía, invitó al botánico Jesús Idrovo a dictar una conferencia sobre ecología. Animado con la conversación privada que tuvo con el conferencista, Gómez Mejía creó en 1979 el Jardín Botánico del Quindío, y diez años después recaudaba los recursos para comprar en Calarcá el terreno que desde entonces funciona como sede del jardín.

Iniciados los trabajos en 1990 –con los diseños estructurales de la construcción donados por el arquitecto Simón Vélez–, la entidad se abrió al público en diciembre del 2000. Esto pone en evidencia que al frente del jardín existía una voluntad dinámica y perseverante que nunca se ha arredrado ante las dificultades y ha tocado en cuanta puerta ha sido necesaria para sacar adelante los programas. La tarea no ha resultado fácil, pero los resultados están a la vista de todo el país.

Con ese mismo talante se desempeñó en los dos períodos en que fue alcalde de su ciudad. Hubiera podido cumplir una brillante carrera en la vida pública o en la rama judicial, pero renunció a ellas para vincularse al campo de la ecología.

César Hoyos Salazar, que al igual que él fue alcalde de Armenia con magnífico desempeño, y que años después ocupó la presidencia del Consejo de Estado, me cuenta que en el 2003 sugirió al Consejo Superior de la Judicatura el nombre de Gómez Mejía para consejero de Estado. Indago al ecologista sobre este hecho, y él me comenta: “Al averiguar que tendría que retirarme del Jardín Botánico del Quindío y de la Red Nacional de Jardines Botánicos, decliné mi aspiración. Nunca llegué a ser tan importante, pero en cambio tengo fortalecida mi alma”.

Sobre esto de la importancia, cabe destacar que su liderazgo se ha mantenido durante largo tiempo y con nota excelente en el área de la ecología, tanto en la comarca quindiana como a escala nacional. Desde 1996 preside la Red Nacional de Jardines Botánicos, que realiza ponderada labor con 20 sedes situadas en las diferentes regiones del país.

Para ampliar sus conocimientos iniciales, visitó jardines botánicos por todo el mundo. Cuando trabajaba en Bogotá, leyó en 1990 un libro de la científica británica Miriam Rothschild titulado El jardinero de mariposas, el que explica la técnica para hacer un mariposario. Fascinado con la obra, viajó a Londres para conocer a la autora y recibir de ella lecciones sobre esta materia que lo apasionaba. Más clara y decidida no puede  ser su vocación ecológica.

Así nació el mariposario de Calarcá, convertido en el mayor encanto del jardín. Allí se albergan más de 1.500 mariposas en una extensión de 680 m2., las que hacen parte de más de 50 especies nativas diferentes. Quien visita el sitio disfruta de las delicias de un edén tropical cruzado por senderos naturales y lleno de riachuelos, puentes, palmas, helechos, heliconias y plantas diversas. Durante el recorrido estará acompañado por las mariposas, que parecen brotar de un sueño fantástico.

Para rematar la excursión efectuada en días pasados por este asombroso santuario de la naturaleza, viene de perlas el siguiente poema del escritor portorriqueño Andrés Díaz Marrero: De bellos colores, / sus alas pintadas, / se posa en las flores / con leve pisada. / Perfuma su aliento / besando una rosa, / se mece en el viento, / ¡frágil mariposa!

El Espectador, Bogotá, 17-IX-2016.
Eje 21, Manizales, 16-IX-2016.
La Crónica del Quindío, 18-IX-2016.

Comentarios

Ciertamente Alberto mantiene su alma llena, como pudimos comprobarlo en nuestra visita y podrán hacerlo muchos colombianos, que al leer esta bella historia podrán decir que al frente de su jardín botánico y su mariposario el Quindío tiene un señor líder, un hombre brillante, emprendedor y pulcro que brinda todo de sí en beneficio de su región. César Hoyos Salazar, Armenia.

Qué grato saber de Alberto Gómez Mejía, a quien le perdí el rastro hace más de treinta años cuando era secretario general de la Contraloría. Muy grato también ver recordado el nombre del profesor Jesús M. Idrovo, gran botánico, fundador de la Sociedad Colombiana de Ecología y un hombre sencillo y siempre dispuesto a popularizar el conocimiento científico. Alberto Donadío, Bucaramanga.

La columna destaca con sencillez la labor, más bien silenciosa, de un hombre inteligente, un quijote que prefirió educarse de naturaleza y expandirla con sabia constancia, a buscar otros méritos, con su formación de abogado, a pesar de su inicio en el sector público, como alcalde de recordada y positiva gestión. Gustavo Valencia García, Armenia.

Muchas gracias por compartir esa bonita y muy interesante biografía del mariposario del Quindío. No conocía varios detalles de su fundación. Lindo el poema de Díaz Marrero, tampoco lo conocía y ya entró a hacer parte de los versos que sé de memoria. Josué Carrillo, Calarcá.

Justo reconocimiento a la extraordinaria labor realizada por Alberto. Evidenciamos que  el compromiso con los objetivos propuestos, y la continuidad de los proyectos lejos de las ambiciones personales y políticas, permiten la realización de obras cuyo significado trasciende. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Qué buen artículo. Hemos sido muy avaros con el reconocimiento que se merece alguien tan excepcional como Alberto Gómez Mejía. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Calarcá es una fiesta de colores gracias al mariposario. José Nodier Solórzano, Calarcá.

Me encantó el artículo, en especial porque es un claro  reconocimiento a la paciencia, tesón y sacrificio que Alberto ha realizado a lo largo de su existencia, con el único objetivo de defender la naturaleza y al mismo tiempo dejar elementos que crean conciencia de los beneficios que ella nos deja y del respeto y cariño que debemos tener para con ella. Luis Carlos Gómez Jaramillo, Cali.

Los poemas sobre la mariposa y las racionales propuestas sobre documentación no son de hacer a un lado. Como miembro de la Junta del Jardín Botánico del Quindío, y el apoyo permanente y solidario por años a la gestión de Alberto, abrigo la esperanza de que podamos hacer ese centro de documentación. Se necesita. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Tratándose de mariposas, no puede uno menos que  estar absorto ante  la maravilla del leve vuelo y del color, como si de suspiros se tratara. En alguno de mis viajes tuve la oportunidad de conocer y disfrutar de este sitio en el Quindío, de la mano de la poetisa Esperanza Jaramillo. Bellos y gratos recuerdos que se mecen al vuelo de alas de mariposas. Gratitud para su fundador y para quienes los han mantenido al vuelo. Inés Blanco, Bogotá.


De una carta de Alberto Gómez Mejía sobre la vida de las mariposas:

La vida de las mariposas comienza cuando eclosiona el gusanito del huevo. En esta etapa se alimenta vorazmente y luego se encierra en un capullo, para hacer la metamorfosis, uno de los procesos más asombrosos de la naturaleza. Pasado un tiempo surge la mariposa adulta, que ya no crece más. Podría decirse en términos generales que en estas tres etapas: larva, crisálida y mariposa adulta, gasta en cada una la tercera parte de su vida. Como mariposa adulta hay especies que solo viven unas cuantas horas en tanto que otras pueden durar meses. Con las que trabajamos en el Mariposario duran mes y medio, aproximadamente.

Ciudades con ríos

lunes, 27 de abril de 2015 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Conocí Montería en 1961. Residía en Cartagena, y recuerdo el viaje escabroso que efectué por una pésima carretera y bajo el sofoco de una temperatura abrasadora.  Era un pueblo pequeño, descuidado y con pocos signos de progreso. Nueve años atrás había sido elegida capital del nuevo departamento de Córdoba. Durante los años siguientes he estado varias veces en Montería, y en cada ocasión advertía nuevos avances en su desarrollo.

En el 2002 mostraba notorio crecimiento, si bien la lucha era grande por resolver sus agudos problemas urbanísticos y sociales. Regresé allí en días pasados, 13 años después del viaje anterior, y surgió una ciudad transformada. Algo estupendo había ocurrido en el entorno: raudas avenidas, edificios gigantes, florecientes empresas comerciales, puentes airosos sobre el río Sinú.

Pregunté a sus habitantes a qué obedecía el excelente estado de las calles, en las que no apareció un solo bache, y a qué se debían el orden y el aseo, y de dónde había salido su confortable hotelería. Me respondieron, con vanidad, que al hecho de contar con buenas autoridades, con el alcalde Carlos Eduardo Correa a la cabeza, las que no solo saben dirigir el desarrollo armónico, sino fomentar el espíritu cívico de los ciudadanos. De aquel lugar deteriorado de hace medio siglo no queda nada.

Hoy Montería es ejemplo de progreso para el país. Del estrecho vecindario de 1961 ha pasado al centro populoso y amable de la actualidad, con más de medio millón de habitantes, y lo que es más importante, con eficientes sistemas de planeación y proyectos vigorosos de largo alcance.

La ciudad le daba la espalda al Sinú, y tras un inteligente reajuste del modelo municipal, hoy le da la cara. Allí se construyó en varios años el parque Ronda del Sinú, en una extensión de tres kilómetros, lo mismo que un muelle náutico dedicado al deporte y el ecoturismo. El río Sinú es el dios tutelar de la población, y alrededor de él llegaron el progreso y la evolución. Es su eje central. En la parte social, se reubicaron 400 viviendas que estaban regadas en las riberas del río.

Tan significativo ha resultado este tributo al río, en tiempos como los actuales que reclaman el cuidado celoso del agua como elemento de vida y de ornato urbanístico, que Montería fue escogida como sede del I Foro Global de Ciudades con Ríos. Grandes personalidades hicieron presencia en dicho evento, entre ellas el alcalde de Bilbao (España), autor del cambio radical de su ciudad.

Es propicio el momento para mirar a otras ciudades: unas, que no saben cuidar este regalo de la naturaleza, y otras, por el contrario, que aprecian el privilegio de este tesoro. En la capital del país, los ríos Bogotá y Tunjuelo representan serios problemas de contaminación y son focos de suciedad e insalubridad. En algunos trayectos, el primero de ellos es una cloaca y un incontrolado vertedero de basura. Desde años atrás se oyen voces que claman por su recuperación –que hoy tiene elevado costo por no haberse acometido a tiempo, como tantas de las falencias bogotanas–, pero la solución se hace esperar.

En el caso opuesto están Medellín y Barranquilla, la primera con la ejecución de  obras de gran progreso en los corredores viales denominados Parques del Río, y la segunda, con la construcción de la Avenida del Río y un malecón de 700 metros.

Dice el alcalde de Bilbao, Ibon Areso, que “los ríos son las nuevas avenidas de las ciudades”. Exacta definición.

El Espectador, Bogotá, 24-IV-2015.
Eje 21, Manizales, 24-IV-2015.

* * *

Comentarios:

Qué alegría leer que por lo menos en una población hay gobernantes decentes y trabajadores!  Jorge Enrique Ángel Delgado.

Si usted se mete a la Montería del sur no creo que afirme todo lo que dice en ese texto. Toda la inversión se hace en el norte y en el centro de la ciudad. Para el sur hay como 40 o 60 obras que las empiezan y no las terminan. La gran mayoría de los barrios no tienen colegio. Luis Javier Sánchez Vega, Montería.

Excelente artículo para narrar lo que está sucediendo en Montería de la mano de nuestro alcalde, quien le ha devuelto el río a la ciudad y la ciudad a la gente. Luisana Riveira Oñate, Montería.

Muy buena apreciación que hace sobre mi ciudad, Montería. Es grato saber y leer cosas muy buenas de Montería, que se vea el progreso que hemos tenido en estos últimos años. José David Bohórquez, Montería.

Este artículo me hace cambiar la imagen que tengo de Montería, ciudad que conocí hace unos 25 años y a la que fui 3 o 4 veces por cosas de trabajo y que nunca me gustó (igual que Sincelejo). Ahora mi concepto será diferente basándome en esta nota. Y al margen comento que Bilbao me encantó y en realidad allí el río es una arteria importantísima, limpia y en sus riberas existen numerosos atractivos (entre ellos el Museo Guggenheim). Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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Atentados contra los páramos

miércoles, 18 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Los páramos son una de las mayores fuentes de suministro de agua del país. Los frailejones acumulan y conservan grandes cantidades hídricas que se canalizan para el consumo humano. Este recurso natural debe ser protegido contra la depredación que realiza la minería, incentivada por los programas impulsados por el Gobierno.

Es lo que sucede con el páramo de Pisba en Boyacá. La compañía Hunza Coal adquirió títulos mineros para la extracción de carbón, y con ese propósito no ha tenido reparo en destruir valiosas reservas forestales. Los procedimientos legales cumplidos por la compañía quedan en entredicho cuando los propios campesinos de  la región son testigos del atropello ambiental que ocurre allí.

Ante dicha realidad, los habitantes de Tasco, Socotá, Socha y Mongua, que son los mayores afectados con la devastación ecológica, levantaron su voz de protesta contra los desmanes de la empresa minera. En vista de la tensión creada y de la decisión de los campesinos de vigilar los trabajos –con turnos de 24 horas en la vereda Calle Arriba–, Hunza Coal retiró su maquinaria.

Pero el peligro no está conjurado. El páramo de Pisba resulta muy llamativo para el negocio minero y atrae no solo a firmas poderosas, como la mencionada, sino a mineros informales que suelen hacer de las suyas cuando las autoridades son permisivas o bajan la guardia. Por este páramo, que alberga uno de los ecosistemas más ricos del país, pasó en 1819 el ejército patriota comandado por Bolívar y Santander que iba a librar las batallas del Pantano de Vargas y Puente de Boyacá y obtendría la independencia de Colombia.

Es preciso que los ministerios de Minas y Medio Ambiente, la Gobernación de Boyacá, Corpoboyacá y demás organismos que tienen que ver con este asunto de tan complejos resortes, extremen el rigor tanto en el trámite de las licencias de explotación minera, como en la ejecución de los trabajos, para evitar los atentados contra la naturaleza que se cometen en este páramo emblemático. Colombia tiene una gran fortuna y no sabe apreciarla: es el único país del mundo que posee el 50% de los páramos de todo el planeta.

Lo que sucede en Boyacá fue lo mismo que sucedió con el páramo de Santurbán en Santander. Allí se organizó un fuerte movimiento ciudadano que dio al traste con la acción depredadora. En el momento, esta se encuentra detenida. Pero hay que mantener el ojo abierto a fin de que al paso de los días no vuelva a surgir la misma amenaza.

Situación similar ocurre con la laguna de Tota, cuyas aguas han llegado a niveles alarmantes a raíz, sobre todo, de las siembras de cebolla, hasta el punto de temerse  por su extinción. Era un desastre que se veía llegar y al que no se le puso remedio eficaz. En diciembre de 1986 –hace 26 años– escribí la columna titulada Salvemos la laguna de Tota. Este tesoro boyacense amenaza desaparecer por el abuso de los depredadores y la indiferencia de las autoridades y la ciudadanía.

En el 2011, cuando el Gobierno iniciaba su política minera, Carlos Villegas Uribe renunció a la Secretaría de Cultura del Quindío por no compartir los programas que venían en camino para la región. Explicó así el motivo de su retiro: “…defender el paisaje cultural cafetero del espíritu depredador de la megaminería (una de las locomotoras del Gobierno nacional que sólo dejará un Quindío lleno de famélicos quindianos tiznados de hollín)”.

Recuerdo este episodio con el ánimo de que se tome conciencia sobre la dimensión nacional del problema. La locomotora de la minería parece que arrastrara una inmensa mancha negra que se riega por los mayores santuarios ecológicos del país.

El Espectador, Bogotá, 26-IV-2013.
Eje 21, Manizales, 26-IV-2013.
Red y Acción, Cali, 26-IV-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 27-IV-2013.

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 Comentarios:

Claro, los páramos hay que conservarlos. Los frailejones también. Son endémicos –sólo se dan en el norte de Suramérica: en Venezuela y en Colombia–. Al viajar al Ecuador se verá que allá hay grandes alturas, nevados al por mayor, pero no tienen frailejones. Ni existen en ninguna otra parte del mundo. Tener páramos y frailejones es un privilegio, y una obligación conservarlos responsablemente. Loretta van Iterson, Ámsterdam (autora del libro de viajes Nidos de oropéndola, 2010, editado en Colombia).    

No me cansaré de repetirlo: no a la megaminería en el Quindio y en Colombia. Por el derecho a la vida y todos los demás derechos constitucionales, por nuestra salud y la de nuestras próximas generaciones, por nuestros suelos y ecosistemas. Fuera Anglo Gold Ashanti de Colombia. cafecuyabro  (correo a La Crónica del Quindío).

Considero que usted le da la relevancia e importancia que merecen los páramos como patrimonio de la humanidad. Del mismo modo me tomo el atrevimiento de sugerirle que en una próxima columna contemple la posibilidad de hacer mención de los efectos nocivos para la salud de este tipo de explotación minera, ya que al usar metales pesados hay efectos cancerígenos y mutaciones en los fetos. Johana A. Sanguino F.

Respecto a su alusión al lago de Tota deseo compartirle el trabajo que venimos adelantando desde la sociedad civil en procura de un cambio positivo. Si en algún momento considera posible, me gustaría tener la oportunidad de dialogar con usted en torno a la temática que rodea tan valiosa cuenca, a lo cual estoy consagrando sin descanso trabajo diario (y ad honórem)  desde 2010 a través de esta ONG de fundación familiar creada ese año. Felipe Andrés Velasco.

En el páramo que surte en buena parte el acueducto de Manizales, una multinacional minera ejecutó estudios para explotar la mina Tolda Fría, hasta ahora artesanal, y con los meros estudios el daño ambiental ya era notorio. Por fortuna se adelantó una campaña encabezada por la Sociedad de Mejoras Públicas, y con el aporte de columnistas y periodistas que nos unimos a la protesta, se logró por ahora suspender el proyecto. Pero como dice usted con tanto acierto, no podemos bajar la guardia porque al menor descuido nos acaban con el páramo. Pablo Mejía Arango, Manizales.

Cuando uno camina por los escenarios de páramo del Parque Nacional Natural de Los Nevados se da cuenta que gran parte de estos sitios, en donde se produce el aguas que nos tomamos en el Eje Cafetero, están siendo usados para actividades agrícolas y pecuarias. Son sitios con títulos de propiedad legales y que Parques Nacionales debería indemnizar a sus dueños para que estas zonas sean dedicadas a la conservación del agua y de la fauna y flora que allí habitan. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.

 

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Villa de Leiva, cuna ecológica

lunes, 28 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Diversas expresiones de admiración llegaron a esta columna con motivo del artículo de la semana pasada, dedicado al Acueducto Río Chaina, obra de iniciativa privada que favorece a amplio sector rural de Villa de Leiva. Faltó decir que este acueducto está catalogado como modelo desde el punto de vista municipal y departamental, por entidades como la Superintendencia de Servicios Públicos, Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) y Corpoboyacá.

Debo agregar que el hermoso municipio boyacense, convertido en una de las mayores atracciones del país, y que es visitado por continuas corrientes de turistas del mundo, tiene como prioridad la conservación de la naturaleza, el mayor tesoro que posee. Desde los propios días de su fundación (12 de junio de 1572), don Andrés Díaz Venero de Leiva, primer presidente del Nuevo Reino de Granada, y fundador del pueblo, señaló los encantos de aquella tierra como sitio ideal para el descanso y el disfrute de sus paisajes.

Y surgió una población encantadora bajo los moldes de la arquitectura colonial y del arte religioso. En los campos, el trigo se enseñoreó de la comarca como emblema de la fecundidad terrígena. Durante los siglos XVI y XVII, con la gran cantidad de molinos construidos por doquier, el pueblo ostentó el título de primer productor de trigo en el país. Alrededor del cereal, y como complemento necesario, florecía una agricultura abundante (cebada, papa, maíz, hortalizas) que ha llegado hasta nuestros días.

Por allí pasó el Libertador, en septiembre de 1819, y allí vivió sus últimos años el Precursor de la Independencia, Antonio Nariño. Oriundo del mismo sitio es el prócer Antonio Ricaurte, patrono de la Fuerza Aérea. Durante la pacificación de Morillo, varios leivanos perdieron la vida por la causa de la libertad. En 1954, Villa de Leiva fue declarada monumento nacional por el general Rojas Pinilla. Desde entonces, frente a las imágenes que mostraban la gigantesca concurrencia nacional, es posible que se haya divulgado la idea de que es la plaza más grande del país. Bella plaza empedrada y majestuosa.

Depositaria de ese pasado de glorias y de esplendor ambiental, no puede ser gratuita la fama de esta fascinante comarca boyacense hermanada con la naturaleza, y que por tal motivo le rinde culto al agua, defiende el paisaje, labora la tierra y preserva las tradiciones. Diversos festivales se celebran en el curso del año, y todos tienen el sello de la autenticidad.

En una de las fechas clásicas, se rinde homenaje al agua. Y no puede ser de otra manera, ya que en sus dominios permanece despierta la diosa Bachué, madre primitiva del pueblo muisca. Es ella la protectora de las quebradas, los ríos, los manantiales y los arroyos. Vela por las cosechas, ilumina los campos y dispensa la paz y la armonía en que viven los moradores. Dice la leyenda que Bachué brotó de la laguna de Iguaque y procreó con su compañero los hijos que poblaron la tierra. Luego se consumió en las aguas. Según la cosmogonía muisca, es la madre del género humano.

Iguaque es un santuario de fauna y flora (una de las 56 áreas protegidas con que cuenta el país), con superficie de 6.750 hectáreas de bosque y páramo y fascinante entorno que embriaga el espíritu. Varias lagunas fertilizan la tierra, y de allí se obtiene agua para algunos municipios próximos.

Territorio mítico este de Villa de Leiva, que conserva incontaminadas las fuentes primigenias de la vida representadas en Iguaque. Territorio auténtico de la ecología, de los pocos que quedan en el país. Cuando una asociación de amigos nos propusimos construir el Acueducto Río Chaina y erigir en El Roble nuestros refugios campestres (entre ellos, Villa Astrid, remanso de paz y de unión familiar), teníamos como meta huir de los sofocos y las turbulencias de la gran ciudad, para conquistar por temporadas el aire y el agua puros de la montaña. Un premio de la naturaleza.

El Espectador, Bogotá, 29-III-2012.
Eje 21, Manizales, 30-III-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 31-III-2012.

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Comentarios:

Hacen bien al espíritu y a la colectividad de la Villa estas remembranzas históricas y la difusión de los planes para preservar las reservas hídricas y la naturaleza del entorno. Elvira Lozano Torres, Tunja.

Pienso que deberíamos sacar a la superficie la parte indígena que todos llevamos adentro, y rendirles tributo al agua y a la naturaleza. Eradelhielo (correo a El Espectador).

¿Aún es cierta toda esta belleza, tan bien narrada y con amor de terruño? Ojalá, porque desde que puse los pies en esas tierras por primera vez, sigo considerándolas un privilegio, un lugar casi «sagrado», aun cuando en determinadas fechas sea «mancillado» por borrachines y escandalosos. Me alegró mucho saber que la planta de nafta ya no va ahí, la presión ciudadana y de amigos de esa región como que pudo (pudimos) más que la ambición. Suesse (correo a El Espectador). 

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