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Archivo para viernes, 11 de noviembre de 2011

Brotes de delincuencia

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Preocupantes los datos que suministra el comandante de la Policía Quindío sobre el crecimiento de la delincuencia en la región. El informe revela un aumento acentuado en homicidios, atracos, secuestros y asaltos a predios cafeteros, lo que pone de presente un peligroso clima de inseguridad. El Quindío se está dejando robar la paz tradicional.

Si en el año se presentan hasta treinta secuestros y sólo se denun­cian dos, esta actitud de silen­cio estimula la acción de los facinerosos. No se acude a las autoridades por tres motivos principales: miedo, falta de fe en la justicia y temor a las represalias. Se prefiere el camino de la negociación secreta, que suele motivar el chantaje en las sucesivas intimidaciones. De esta manera seguirá creciendo la industria del secuestro.

En el estudio de la Policía hay este dato alarmante: el Quindío ocupa el primer lugar en el país por el número de hurtos y está entre los diez primeros por el índice de homicidios. Ignoro bajo qué parámetros se establece la comparación, y todo hace suponer que ella es pro­porcional al número de habi­tantes. Hay que abrir el ojo ante semejante realidad.

El aumento en homicidios, le­siones personales y hurtos es de 1.271 casos registrados en 1991, a 1.539 en los primeros ocho meses de 1992. De seguir  esta tendencia, la cifra llegaría a 2.309 infracciones al finalizar el año, lo que signifi­caría un incremento del 82% en los tres delitos citados.

El año pasado se incautaron 30 kilos de coca; este año van 153 y además 146 de marihuana. Con la llegada de mafiosos de Medellín, los mercados de la droga están haciendo su agosto en la tierra quindiana. Las causas de este deterioro moral son múltiples, y ojalá las autori­dades y la ciudadanía las analicen con cabeza fría. Entre ellas está la concentración de la riqueza, el factor más desestabilizador de la paz.

El desempleo aumenta como un cáncer: el número de perso­nas sin ocupación pasa de 14.000, entre ellas, cerca de 4.600 profesionales. Este año las cifras son muy superiores. Sin la colaboración general y sobre todo sin el liderazgo de la clase dirigente, el Quindío no podrá salir de esta encrucijada.

La Crónica del Quindío, Armenia, 27-X-1992.

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Los 40 años de la Biblioteca Piloto

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

El 22 de octubre de 1952 nació, en virtud de un con­venio entre la Unesco y Colombia, la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Su propósito era, y lo sigue siendo, el de servir de modelo para otras bibliotecas del continente, bajo la siguiente norma: Fuerza viva para la educación popular. Ha sido, en efecto, la gran abanderada contra el analfabetismo y la motivadora permanente del interés por los libros y la cultura.

Abierta al público con 10.000 volúmenes, al año siguiente había doblado esta cifra y captado 225.000 lectores. Hoy los títulos pasan de 86.000 y el número de personas atendidas por año se aproxima a dos millones. Otros datos significativos son estos: alrededor de 150.000 libros prestados a domicilio, de 14.000 lectores con carné y de 4.000 consultantes diarios. Es el organismo que tiene el mayor desempeño cultural del país.

Cuenta con sedes en San Antonio, Campo Valdés, Florencia y San Javier La Loma, y además apoya a 60 bibliotecas populares situadas en diferentes sectores de Medellín. En el barrio Florencia, que hace parte de la comuna noroccidental, funciona, en dos vagones estacionados allí hace varios años, la biblioteca bautizada Tren de Papel Carlos Castro Saavedra, provista de 3.000 libros para atender la demanda de la juventud de los alrededores, donde residen 800 usuarios con carné.

Otro programa novedoso es el de las cajas viajeras, las que repletas de libros se desplazan en forma constante por toda la región antioqueña y en cada sitio se demoran dos y tres meses. Estas bibliotecas comenzaron a funcionar en un sillete­ro, o sea, a lomo de una de las tradiciones más queridas del pueblo paisa. Los lectores de estos libros rodantes pasan de 175.000. Este servicio demuestra con creces hasta qué punto cumple el libro su función de penetración en los sectores más marginados de la población.

La sede principal es un hervidero crepitante de cultura. Funcionan 39 talleres de escritores, de poetas, de literatura, de danzas, de teatro, de música, de pintura. El salón de confe­rencias es una cátedra del pen­samiento, que registra el récord de 120 intervenciones anuales, y allí se alternan la presentación de libros, los recitales poéticos, los seminarios, las exposiciones de pintura, los con­ciertos. La sala general de lectura dispone de 800 puestos para usua­rios. La Sala Antioquia, fundada en 1985, recoge el patrimonio bibliográ­fico y toda clase de información regio­nal, como eto para otros departamentos.

La Biblioteca ha tenido seis directores: Julio César Arroyave Calle, Rafael López Ruiz, Darío Alberto Restrepo Gallego, Alejandro González Jaramillo, Juan Luis Mejía Arango y Gloria Inés Palomino Londoño. Todos han cumplido excelentes tareas por el engrandecimiento institucional y han sorteado grandes temporales económicos. Gloria Inés, trabajadora infatigable –que se casó con los libros– dirige la entidad desde 1983 y lleva 17 años de servicios en la empresa.

A Gloria Inés Palomino Londoño le correspondió convertir este año la Biblioteca en establecimiento público del orden nacional, dependiente del Ministerio de Educación. La Cámara Colombiana del Libro quiso tributarle un homenaje nacional que ella, con su modestia característica, declinó.

Y pidió que el homenaje se le rindiera a la entidad al cumplir sus 40 años de vida. La ocasión no puede ser más propicia para destacar, en esta fiesta cultural de los antioqueños, la labor ejemplar de esta  mujer discreta y laboriosa que sobresale en el país como ejecutiva envidiable.

El Espectador, Bogotá, 24-X-1992

* * *

Misiva:

En nombre de la Biblioteca Pública Piloto quiero presentarte nuestro más cordial agradecimiento por ese más que gentil artículo en tu columna Salpicón del 24 de octubre, sobre la celebración de los 40 años de esta entidad. Puedo afirmarte que la Biblioteca ha querido realizar siempre una labor callada pero fecunda, labor cuyos resultados, sin embargo, no podrían ser los mismos sin la divulgación que de ellos hacen los  medios, a través de periodistas tan atentos a los hechos como tú.

Te agradezco además esas excesivas palabras sobre mis supuestas cualidades (al final del artículo),  porque bien sabes que más que por un esfuerzo personal, el lugar que ha venido a ocupar la Piloto en la cultura antioqueña y colombiana es el producto de un trabajo colectivo, no sólo de sus empleados sino de todos nuestros usuarios y amigos. Gloria Inés Palomino Londoño, directora.

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Correos de Méjico

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Por creerlo de interés para los lectores de esta colum­na, extracto en seguida el contenido de algunos correos que me llegan de Méjico. La escritora Carmen de la Fuente publica en Excelsior la nota que titula La ingratitud humana:

“A un año de su deceso, permanece, sin deterioro alguno, la imagen del poeta Germán Pardo García en el acervo de la memoria: de estatura mediana, piel lechosa, facciones finas, ojos con la acuidad de los zafiros. Caballero celoso de su pulcritud en los más mínimos detalles y sin embargo austero, humilde (…)

“Vino a México, por primera vez, en 1931, atraído por el recuerdo del poeta Carlos Pellicer, quien fuera por breve tiempo su compañero de la cátedra de Griego del  profesor Francisco María Rengifo, en un instituto de Colombia; luego, en 1940, se establece definitivamente en esta ciudad para concluir una obra  que culmina con la publicación de más de 30 libros de poesía y la fundación de Nivel. De 1940 a 1991 transcurren 50 años de constante servicio a la cultura de México. En sus funerales sólo estuvimos sus amigos más íntimos (…)

«Pero no sólo somos culpables de ingratitud los mexicanos: Gabriel Gar­cía Márquez y Álvaro Mutis jamás se preocuparon por el destino de su cote­rráneo, como tampoco de reivindicar, con su verbo, la poesía de Porfirio Barba Jacob, por muchos menospreciada. ¿Qué pasa en América? ¿Acaso heredamos de la España de todos los tiempos la envidia, el egoísmo, hacia toda creación que no sea la nuestra? Mientras tanto, recordemos a un poeta como Germán, dueño de facultades podero­sas, capaz de comprender el lenguaje de la naturaleza, de conmoverse y solidari­zarse con el dolor y las grandes causas humanas, de escuchar las voces secre­tas del inframundo y al mismo tiempo conversar con las estrellas».

* * *

Luis D. Salem, también columnista de Excelsior, escribe lo si­guiente como consecuencia de su reciente visita a Colombia:

«Dos ciudades –Ibagué y Choachí– se disputan la posesión de sus cenizas. Ibagué, porque el poeta nació allí el 19 de julio de 1902, y Choachí porque a dicho lugar fue llevado en pañales. En esta última ciudad Pardo García pasó su niñez y su adolescencia. Cabe afir­mar que don Germán dejó en sus libros claras muestras de afecto a Choachí (…).

«En la plaza principal de Choachí acaba de levantarse la Casa de la Cultura Germán Pardo García. Un her­moso edificio en cuyo interior hay sala de conferencias y de lectura, biblioteca y un museo donde se colocarán algunos objetos que fueron propiedad del poeta, ejemplares de sus 38 libros, periódicos y revistas que de él se ocuparon y los 304 ejemplares de la revista Nivel. También se proyecta levantar una estatua al tamaño natural del ilustre escri­tor en la plaza central. Como si lo anterior fuera poco, se nos dijo que en el tramo de la carretera que de Bogotá va a Choachí se plantarán árboles diversos, cada uno de ellos dedicado a un amigo del poeta, entre estos, Belisario Betancur, Otto Morales Benítez, Gustavo Páez Escobar y otros (…)

«En Ibagué llama la atención el colegio Germán Pardo García. En frente del edificio, el nombre del poeta en amplios caracteres. Raro sí que las cenizas de don Germán fueran colocadas en Ibagué, en un pabellón donde reposan los restos mortales de religiosos ilustres. Esto es raro ya que el poeta dejó en el prólogo de su libro Apolo Pankrátor testimonio de su anticlericalismo. ¿Por qué sus cenizas fueron a tal lugar? ¿Ironía, ignorancia de quienes allí lo depositaron?».

El Espectador, Bogotá, 14-XII-1992

 

 

 

Una gran dama quindiana

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Este año se crece el Cordón de los Fundadores al serle asignado a Virginia Uribe de Botero. Acierto indudable. Su nombre simboliza todo lo bueno que tiene Armenia. Entregada toda una vida a las nobles causas de la ciudad, bien en el campo de las obras sociales o bien en el pro­greso regional, no ha conocido descanso en su apos­tolado silencioso.

Siempre prefirió la modes­tia a la ostentación, y por eso su labor discreta ha pasado inadvertida para muchos. Los que la cono­cemos de cerca sabemos que ha sido una trabajadora admirable en múltiples ac­tividades, y sobre todo en la protección a los más nece­sitados.

Faltaba que este recono­cimiento fuera público, como ahora lo es gracias a la junta encargada de con­ferir la presea municipal. La distinción se hizo esperar mucho tiempo, pero de todas maneras resulta hoy válida para destacar una vida dedicada al bien público.

Modelo de virtudes hoga­reñas, sobresale como la matrona ejemplar que levantó a sus ocho hijos den­tro de los mejores preceptos morales y cívicos. Con su esposo el médico Alfredo Botero Álvarez, muerto hace varios años, fundó un hogar estructurado por el afecto y convertido en centro del amplio núcleo familiar que se desprende de aquel tronco respetable.

Al crecer las familias, lle­gan nuevos hogares que se ramifican para continuar prolongando la especie, y no siempre conservan la unidad de la raza. En cambio, el hogar de Virginia ha mantenido el calor de los primeros años. Esto obe­dece, sin duda, al papel de esposa, de madre y de abuela entrañable que siempre ha ejercido. Su casa es toda una institución en Armenia. En ocasiones el infortunio la ha golpeado con dureza incomprensible, y ella, cual otra viuda del Evangelio, ha sabido su­perar los reveses y dar ejem­plo de fortaleza y dignidad, sin olvidar que la lucha y el sufrimiento ennoblecen a las almas grandes.

Virginia Uribe de Botero se ha ganado el cariño de la ciudad que le testimo­nia la gratitud y la admira­ción por su vida colmada de méritos, que es preciso imitar.

La Crónica del Quindío, Armenia, 13-X-1992.

 

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El rito del agua

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

En agosto de 1537 ardió en Suamox –hoy ciudad de Sogamoso– el Templo del Sol, centro y corazón del imperio chibcha. Estos indios, llamados también muiscas, habitaban en las altiplanicies de la cordillera Oriental (Boyacá, Cundinamarca y un extremo de Santander) y eran grandes adoradores de los astros y en especial del astro rey. Era un pueblo pacífico que se dedicaba al campo, a la alfarería y a la fabricación de gran variedad de joyas y figuras elaboradas en oro y cobre.

Una de las preocupaciones de los esposos Eliécer Silva Celis y Lilia Montaña de Silva, directores y fundadores del Museo Arqueológico de Sogamoso, es la reconstrucción del Templo del Sol, tarea gigante en la que vienen trabajando desde hace largos años. Silva Celis, exrector de la Universidad Tecnológica y Pedagógi­ca de Colombia, es antropólogo de renombre mundial, con grado en la Sorbona y títulos académicos de va­rios organismos internacionales, y autor de vasta bibliografía sobre las culturas precolombinas. Su esposa Lilia, también es­critora, ha puesto énfasis en los temas del folclor, siendo autora, entre otros, del libro Mitos, leyendas, tradiciones y folclor del lago de Tota.

Ahora se dedican a la organización de la Fiesta del Huan, la más solemne de las celebraciones de los chibchas en honor del Sol. Encuadrada dentro de los actos con que se recuerdan los 500 años del Descubrimiento de Amé­rica, la fiesta sogamoseña (que se realiza el 15 de noviembre) rinde homenaje a los valerosos antepasados que forjaron nuestra nacionalidad. Los chibchas, que a la llegada de los españoles se encontraban en pleno auge, fueron dominados con facilidad como pueblo tranquilo que era. Alejado de acciones guerreras y entregado a la depuración de sus habilidades artísticas, de él hereda­mos la vocación de ceramistas, orfe­bres y escultores.

Los chibchas profesaban, además, el culto del agua. Esto les imprimía alma poética y los ataba a la naturaleza como motivo de regocijo y creación. Sabían que el agua nace desde los mismos albores de la raza humana y que es, por consiguiente, compañera inseparable del hombre y musa bienhechora de todos sus apre­mios, sin la cual es imposible la supervivencia. Era tanta su venera­ción por ella, que la consideraban un mito, una gracia de la vida, una bendición de los dioses.

La admiración que rendían a los ríos y a los manantiales es el suceso sagrado que bien vale la pena refrescar en esta época de sequías, en pleno siglo XX, cuando el país ha dejado disminuir las fuentes primige­nias que Dios le regaló. Siendo el agua elemento purificador por exce­lencia, los chibchas la usaban como remedio lustral en la Fuente Sagrada de Conchucua, donde el sumo sacer­dote de Suamox hacía abluciones diarias.

Nuestro atraso de hoy, por más progresos tecnológicos y de todo or­den que han surgido por doquier, es de 500 años frente a la cultura de los muiscas. Mientras ellos considera­ban el agua un bien nutricio y espiri­tual, nosotros la malgastamos, la infectamos y asesinamos. ¡El agua se asesina, lo mismo que un ser humano, porque también tiene alma!

Este par de boyacenses ilustres, Eliécer Silva Celis y Lilia Montaña de Silva, en buena hora reviven, con la Fiesta del Huan, una imagen del pasado legendario para fortalecer la fe y agrandar la esperanza en estos momentos de disolución nacional.

El Espectador, Bogotá, 19-XI-1992.
Aristos Internacional, n.° 24, Torrevieja (Alicante, España), octubre de 2019,

 

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