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Archivo para viernes, 11 de noviembre de 2011

Raíces familiares

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Bajo la compilación del pres­bítero Jorge Medina Escobar –capellán del Batallón Guar­dia Presidencial, Universidad de la Salle y Universidad Jorge Tadeo Lozano– se publica uno de esos libros que sólo se aprecian cuando entran en circulación: un árbol ge­nealógico. Tesonera labor cumplida tras largos años de investigación, con el concurso de varias personas, entre ellas, Luis Carlos Escobar Molano, gran estudioso de esta genealogía.

Los troncos de las familias boyacenses analizadas (linaje que me hon­ra por la línea materna) son los siguientes: Medina, Calderón, Escobar, Corso. Estos ape­llidos provienen de España, Portugal e Italia, y la llegada de los primeros inmigrantes a Colombia se remonta a 250 años atrás. De estos ances­tros se ha derivado una descen­dencia heterogénea donde se desta­can estadistas, políticos, diplomáticos, escritores, periodistas, militares, ecle­siásticos, médicos, ingenieros, hacen­dados.

En el apellido Calderón sobresalen Clímaco y Carlos Calderón Reyes, que desempeñaron altas posicio­nes como las siguientes: ministro, embajador, senador, procurador ge­neral, canciller, miembro de la Cons­titución de 1886, presidente encarga­do de la República. Aristides Calderón Reyes fue ministro y presidente del Estado Soberano de Boyacá, y se casó con Ana Rosa Tejada Marino. Ellos fueron propietarios de la histórica hacienda Tipacoque. Una de sus hi­jas, Carmen Calderón Tejada, fue la esposa del general Lucas Caballero Barrera, y en este matrimonio nacie­ron los insignes escritores y periodis­tas Lucas y Eduardo Caballero Calde­rón.

Con el apellido Corso, de origen italiano, vinieron al país científicos de la Expedición Botánica, que apoyaron a Nariño y a los próceres de la época.

Los apellidos Medina Calderón y Me­dina Escobar tuvieron como tronco primario a Agustín Justo de Medina, fundador de la hermosa hacienda El Salitre, familias con eximias actua­ciones en campos como el militar, el religioso y la abogacía.

El apellido Escobar, de origen por­tugués, se conoce en Boyacá desde 1735 con Antonio de Escobar y Tamayo, corregidor y juez de la provincia de Tunja. Sobre mi abuelo Policarpo Es­cobar Corso se cuenta que acompañó al general Ramón González Valencia cuando éste se posesionó como presi­dente de Colombia en 1909, en viaje de Pamplona a Bogotá, con paso por Soatá. El libro trae esta memoria: «Como anécdota de este viaje se recuerda que en la escala hecha en Chocontá, tanto el señor presidente como don Policarpo, sin previo acuer­do, se dieron cita en el atrio de la iglesia para entrar a la misa de cinco de la mañana, con lo cual se confirma el justo título de presidente cristiano dado al general González Valencia».

Imposible hacer caber en la bre­vedad de esta nota, siquiera en forma somera, las características de tantos miembros que forman los ances­tros investigados, cuya posteridad se encuentra regada por diversos sitios de Colombia y el exterior. Sobre estas familias, ramificadas en nume­rosos apellidos, cabe decir que están comprometidas por el sentido ético de la vida, los valores morales y religiosos y el servicio a la patria, dones que configuran el alma boyacense.

En un club campestre de Bogotá nos reunimos en días pasados, por primera vez, 400 integrantes de nues­tra raza, orientados por esta premisa anotada en  el libro comen­tado: «En memoria de nuestros ancestros para que su ejemplo y méritos constituyan compromiso y estímulo a nuestros descendientes».

El Espectador, Bogotá, 5-X-1992

 

 

 

 

 

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Lenguaje paisa

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

John Vélez Uribe viene publicando en La Patria una amena columna de humor, dedicada a recoger, con la gracia que lo caracteriza, el lenguaje típico de los paisas. Con el material hasta ahora elaborado –tanto el difundido en periódicos como el que mantiene inédito– puede muy bien conformar un libro con esas expresiones de auténtico sabor antioqueño.

Confor­mada la obra, como pienso que habrá de ocurrir en el futuro próximo, no es difícil que aparezca el editor. Este puede ser la Gobernación del Quindío, la Alcaldía de Armenia o alguna entidad privada de la ciudad. ¿Han vuelto a preocuparse las entidades regio­nales por divulgar la obra de los escritores? En la biblio­grafía quindiana existe un li­bro formidable, que honra a la región: Un extraño diccionario, de Euclides Jaramillo Arango.

Este diccionario es el resultado de varios años de in­vestigación dedicados al len­guaje que se emplea en las zonas cafeteras. Es una joya de biblioteca. Otro estudioso del folclor es John Vélez Uribe, quien a lo largo del tiempo se ha especializado como intérprete de las tradiciones, los cuentos y la idiosincrasia de su tierra. Prueba de su ingenio lo es el libro El humor de los míos, publicado en 1982 por Quingráficas. Diez años después, estamos extrañando su nuevo parto bibliográfico.

Como muestra apetitosa de esta cosecha del habla paisa (extendida tanto en Antioquia como en las regiones con influ­encia antioqueña), copio algunas definiciones picantes con que John condimenta su cocina humorística:

Rejera: Aquella señora, no muy señora, que peca hasta detrás de una bicicleta. Mariposo: Aquel fastidioso que estudió para hombre pero perdió el año. Más metido que un carioco: Cucos de mujer que se meten por doquier. Está el pescado que brinca: Cuando las muchachas casaderas y con ganas están alborotadas. Segundo hervor: Hablando de viudas, se dice que son de segundo hervor. Yo no me caso con viuda, yo no me caso por cierto, para no meter la mano donde antes la puso el muerto.

La Crónica del Quindío, Armenia, 14-IX-1992

 

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Rincón del libro (5)

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Hombre, cultura y civilización

Beatriz Espinosa Ramírez ha puesto en circulación esta obra didáctica de enorme utilidad para el lector común y el erudito, que abarca, en admirable síntesis, el proceso del hombre a lo largo de la historia. Es un profundo ensayo de cultura general que por su amenidad y certeros enfoques permite entender la huella de la cultura desde los inicios del mundo hasta nuestros días.

Grandes imágenes

En Alpher Rojas Carvajal –salido de Armenia como periodista aventajado para ocupar en Bogotá importantes cargos públicos– se operó, con su salto a la metrópolis, una metamorfosis: la de pensar en grande. En forma silenciosa elaboró meticulosos ensayos que recoge en este libro. Con rigor conceptual, belleza expresiva y estilo agradable le entrega al público trazos dinámicos sobre personas y hechos, y con su obra demuestra no sólo la agilidad del cronista sino la vocación del escritor.

Los hijos secretos de Bolívar

Este libro de Antonio Cacua Prada presenta al Libertador de carne y hueso –galante, enamorado y sensual–, que se llevó a la tumba el secreto de su descen­dencia. ¿Tuvo hijos Bolívar? Unos historiadores, como Eduardo Mendoza Varela, Germán Arciniegas y Antonio Cacua Prada, dicen que sí. Algunos le atribuyen hijos proba­bles, y otros se los inventan. Y hay quienes rechazan de plano tales hipótesis, como Alcides J. Ruiz (El Tiempo, 9-VII-92). De todas ma­neras, este libro es apasionante. Está basado en vasta bibliografía (gran parte de él va entrecomilla­do) y en indagaciones del propio autor que entran a ampliar la controversia histórica.

Periodismo en crónicas

Este libro de Jai­me González Parra, pu­blicado por la Universidad Cen­tral, puede mostrarse como ejemplo del bien decir. Y del bien pensar. Ofrece lecciones sobre el periodismo, reglas éticas sobre el oficio de escribir, sesudos en­sayos sobre el idioma y sabrosas crónicas sobre diferentes sucesos de la vida cotidiana. Se admiran en el libro, por otra parte, la diserta brevedad de la escritura, el buen estilo, la excelente pun­tuación y la gracia de los temas.

Jorge Eliécer Gaitán y las conquis­tas sociales en Colombia

Otro libro reciente de la misma Universidad Central es este de Hora­cio Gómez Aristizábal. El autor, ferviente admirador de Gaitán, pinta al hombre de pueblo que emerge entre pobrezas hasta volverse mito popular por su fulgurante carrera y la perennidad de sus tesis sociales. Esa admiración no le impide presentar al personaje con sus flaquezas y pasiones, en medio de un país turbulento y sectario.

Constituciones políticas comparadas de América del Sur

Va por la segunda edición este importante trabajo de Jorge Mario Eastman sobre un tema de can­dente actualidad. Profanos y estudiosos hallarán aquí pautas certeras pa­ra confrontar las letras de varias Constituciones americanas y com­prender la evolución social y polí­tica de nuestros pueblos.

Cuadernos de apo­yo

Me ha llamado la atención la serie de breves ensayos que viene elaborando Jorge Eliécer Ruiz den­tro de la Universidad Central y que recoge en el título citado. Hasta el momento van cinco cuadernos. Son valiosas herramientas docen­tes y académicas, abiertas a los lectores cultos que han de encontrar en ellas interesantes guías de cul­tura general, transmitidas por un gran pensador.

E. E., 26-IX-1992

El color del viento

Tras la publicación masiva de sus obras por las edito­riales Bedout y Plaza & Janés, Fernando Soto Aparicio confió a Grijalbo la edición de su último libro, El color del viento. Se trata de una colección de 33 relatos realizada con gran arte editorial. Libro donde el autor crea maravillosas imágenes poéticas para hacer soñar a los niños de «6 a 90 años”. Estos testimonios fortalecen la fe en la vida a través de la ternura, el amor, el asombro y la esperanza.

Edilux Ediciones

Hernando García Me­jía presta brillante asesoría a la firma Edilux Ediciones de la ciudad de Medellín, que viene realizando una serie novedosa de obras para toda clase de lectores. En la pasada Feria Internacional del Libro fueron presentados los títulos que se citan a continuación, los que recogen trozos destaca­dos sobre los respectivos temas, tomados de las letras universales y de nuestras propias letras:

Poesía amorosa colombiana, Poesía humo­rística colombiana, Parnaso del buen declamador, Prosistas humo­rísticos colombianos, Los mejores consejos de la Biblia, Cuentos de amor, Cuentos de Navidad, Cuentos del diablo, Cuentos de horror, Cuen­tos populares de aquí y de allá, Pensamientos para ayudar a vivir, Autoayudas del triunfador, Las me­jores coplas colombianas, Manual del alma paisa.

Amapola, coca y…

Jorge Mario Eastman compila, dentro de las publicaciones del Parlamento Andino, una serie de estudios críti­cos sobre las materias que envuelve el título de este libro. Estos vicios de la sociedad moderna, nacidos de la pérdida de valores, la ambición mercantilista, la corrupción en todas las esferas y la liviandad de la conducta hogareña, han he­cho estragos en nuestros días. Sobre este fenómeno social hablan, con respetables elementos de jui­cio, los tratadistas que se reúnen en este volumen de palpitante ac­tualidad.

Humo del tiempo

Carlos Ariel Gutiérrez se radicó en Méjico en el año de 1946. Y allí se quedó hasta su muerte, acaecida hace cerca de dos años. En Colom­bia había sido columnista destaca­do de La Patria, El Tiempo, El Colombiano y Sábado. Era de la escuela de Jaime Barrera Parra, Hernando Téllez, José Umaña Bernal y otros articulistas de similar talento. Esto equivale a situarlo como uno de los grandes escritores de la prensa colombiana, que luego se silenció por cerca de 50 años debido a su residencia en el país azteca. Se especializó en las notas ligeras de los periódicos, elabora­das con estilo terso, elegante y conceptual, a lo Luis Tejada.

El departamento de Caldas le rinde merecido homenaje póstumo al pu­blicar una selección de sus breves ensayos con el título Humo del tiempo, como se llamaba su acredi­tada columna periodística.

Cantos de épica bolivariana

Otro colombiano ilustre que se nos fue para el exterior y allí se quedó –como catedrático universi­tario en los Estados Unidos– es el poeta y ensayista Ramiro Lagos, autor de 13 libros. El último de ellos es Cantos de épica bolivariana, publicado por el Centro de Estudios Poéticos Hispánicos, obra dedicada a exaltar en octavas reales –al estilo de La Araucana, de Alonso de Ercilla– la gesta libertadora de Bolí­var. El héroe adquiere aquí, con la majestad del verso épico, la fulgu­ración del rayo y el retumbar de la tormenta, elementos que hicieron posibles la derrota de la esclavitud y la libertad de las naciones oprimidas.

Luis Carlos Galán, un líder políti­co comprometido

Es el título del libro que dedica Hernando Roa Suárez a analizar la vida y el pensamiento de uno de los grandes caudillos colombianos de este siglo. Al situar a Galán ante las grandes crisis sociales del momento, el en­sayista lo muestra como el líder que irradia lecciones perdurables para la depuración de los vicios políticos y la superación de la democracia en este país carcomido por la violencia y la inmoralidad.

Resplandú

Mercedes Medina de Pacheco ha publicado su primer libro, libro exquisito que suscita fascinación. Es un viaje por los cinco países bolivarianos que se realiza bajo el encanto de los paisajes, las leyendas, las historias y las costumbres locales, y que incentiva el amor a la naturaleza, a la patria y la familia.

E. E., 21-VI-1993

El gran libro de las frases populares

Vicente Stamato se dedicó a coleccionar hace diez años, como consulta para su tra­bajo de periodista, las frases curiosas que escuchaba o leía y que representaban formas peculiares de expresión popular. Gracias a su labor conti­nua y metódica de clasificación y análisis, a lo largo del tiempo crecía en tal forma este repertorio, que cuaderno tras cuaderno se desbordaba la serie, en principio modesta, de frases y aforismos ingeniosos que pescaba por todas partes. Cuando supo que poseía un acervo de filosofía de lo cotidiano, decidió publi­car un libro.

Y para darle carácter didáctico a la obra, el paso siguiente fue definir el sentido de las frases, lo que hizo en lenguaje claro y ameno hasta abarcar más de 5.000 expresiones que hoy conforman el volumen que acaba de aparecer con el sello de Grijalbo y que lleva por título El gran libro de las frases populares. Para quienes traba­jamos con la palabra, esta obra es de indudable beneficio como fuente de consulta. El autor ha querido estable­cer diferencia entre frase popular y paremia, aforismo, adagio, prover­bio o máxima. A la primera le atribuye el sentido de lenguaje espontáneo del pueblo, por lo general tosco y villano; y a los otros términos, el de frase pulida que encierra una sentencia erudita. Sea lo que fuere, y creo que la distinción es muy sutil, todas estas expresiones representan impor­tante muestra de la cultura de los pueblos y enriquecen el área del folclor. Por consiguiente, el aporte de Stamato es significativo.

Anábasis

Hay que felicitar al doctor Ignacio Chaves Cuevas, director del Instituto Caro y Cuervo, y a su equipo colabo­rador por la preciosa edición facsimilar de la obra Anábasis, de Saint-John Perse, en versión castellana de Jorge Zalamea aparecida en 1949. El fino poeta francés, Premio Nóbel de 1960, reconoció con las siguientes palabras la maestría de Zalamea en la traducción de su obra:

«Lo que usted me ha consagrado de su arte, en dos bellísimas traduccio­nes, revela de usted mismo un alto sentido poético y un tan raro dominio de la lengua, que muy sinceramente experimento el escrúpulo del tiempo que le he hurtado a su propia obra personal. Y pienso, igualmente, en su elegancia para conmigo, expresada hasta en el esmero puesto en esas muy puras ediciones. Le doy las gracias por tales exigencias que me hablan largamente, una vez más, de sus propias exigencias para consigo mismo».

El profundo poema de Saint-John Perse se rescata hoy, con la magia de Jorge Zalamea, como un rastro de cultura en los 50 años de vida cum­plidos en 1992 por el Instituto Caro y Cuervo.

Gazaperas gramaticales

En la segunda publicación de las Gazaperas gramaticales de Argos, el genial corrector del idioma, los edito­res han enmendado el error de la primera, a que se hizo alusión en esta columna: la elaboración del índice general de palabras y expresiones. El índice temático, que también se reco­ge en la nueva edición, es importante pero no suficiente. Se puede decir, ahora sí, que el libro quedó completo. Y es que una obra de esta magnitud, no sólo por la extensión del libro sino por la vastedad de su contenido, pierde utilidad si carece de una guía dinámica para localizar los temas.

El espíritu de Argos campea en estas páginas amenas y eruditas, con el fino humor que caracterizaba su cátedra diaria en El Espectador, gracias al aporte que le hace al país la Universidad de Antioquia, que cumple tan ponderada labor en la difusión del talento colombiano.

E. E., 13-VIII-1993

Las muertes de Caín

Tercer libro de cuentos de José Chalarca. Sorprende la brevedad con que el autor reúne en las 96 páginas de la obra un mundo veloz y múltiple que se mueve imbuido por el miedo, la angustia, la violencia, las pasiones primarias del ser humano. Se ventilan en estas páginas menudos conflictos de la vida cotidiana, con su carga de tristezas y esperanzas truncas.

El autor no sólo sabe manejar la técnica de la conci­sión, requisito primordial del cuento, sino que presenta finales inesperados donde el lector se estremece y elabora su propia moraleja. Muchos de estos remates se hallan a la altura de los grandes maestros del género, como sucede con La carta, exce­lente relato. El tono erótico aflora en varias de estas narraciones y crea escenas de frustración. Hay otros cuadros de fino humor que pintan la eterna aventura del hombre desolado en búsqueda del amor y la felicidad, dones a veces inaccesibles.

Carta al rey

Jaime Álvarez Gutiérrez, abogado y escritor santandereano, ha cultivado en sus libros la crítica social, que maneja con estilo mordaz. En Carta al rey, que publica con motivo de los 500 años de América, hace un recuento descarnado de los hechos desfavorables que nos dejó la con­quista española. Y dice cosas de este jaez: «Los españoles encomenderos, pese a que la Iglesia había admitido ya que los indígenas sí tenían alma, la negaron de plano, de modo que la evangelización no se pudo llevar a cabo, primero porque a los indígenas se les negó el alma, y segundo, porque cuando se les reconoció ya no existían».

Álvarez es autor polemista que arremete contra el establecimiento, las oligar­quías, el abuso del poder, el desamparo del escritor. Su palabra es dura, escueta, enjuiciadora, y suele construir frases de impac­to. Tiene alguna afinidad con Vargas Vila. Y revela, entre grandes dosis de ironía, verdades irrefutables. Empe­ro, sus planteamientos lo llevan a excesos verbales. Hay que leerlo con cuidado. Sus otros libros son Las putas también van al cielo, La cruz trenca, Diccionario del desahogo, Matrioshka trierótica, Par mestizos.

Filosofía de un empleado bancario

Desde el ámbito financiero escribe Rodrigo Serna Alzate su primer libro. No se trata de un libro de finanzas sino de principios morales, lo que suena novedoso cuando se halla tan decaída la moral en las filas de la banca. El autor, que se inició como modesto trabajador en el territorio de las cifras ajenas, hace reflexiones, en lenguaje sencillo y espontáneo, imbuido de misticismo, sobre la virtud, el es­fuerzo personal, el trabajo laborioso, la honradez, la dignidad de la vida.

El amor crea mundos y

Días de amor amándose

Dos libros de poesía de Jaime Montoya Candamil publicados en su serie bibliográfica El pulso de los tiempos. Este escritor antioqueño es un inquieto promotor de cultura, catedrático uni­versitario, columnista de diarios y revistas y autor de seis libros. Cultiva la poesía amorosa con versos breves y emotivos. La primera de las obras anunciadas está precedida de un excelente estudio de A. R. Orage sobre tres tipos de amor: el instintivo, el emocional y el cons­ciente. Sobre la otra dice el ma­gistrado y escritor Óscar Londoño Pineda que se trata de «páginas de nervioso trazo, delicada expresión, sensaciones intensas».

En una oscuridad, en un olvido

Del escritor caleño Humberto Cruz he recibido este libro que contiene emotivos poemas de evocación, nostalgia, sole­dad y amor. Al final de la obra, tres poemas se mueven con la sonoridad y el verbo estremecido del romancero español. Humberto Cruz, que se ha desempeñado en el poder judicial de Cali, estudió teatro y técnica del guión cinematográfico. Prepara un libro de cuentos y dos novelas. Su destino es claro: escribir.

E. E., Bogotá, 25-X-1993

Tres temas boyacenses

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La leyenda de Julio Flórez – Varios actos culturales de los últimos días han evocado la memoria del popular poeta –el soñador eterno– que cumple en los próximos meses 70 años de muerto. Entra en circulación el libro dedicado a cinco literatos boyacenses, donde su autor, padre Manuel Briceño Jáuregui, director de la Academia Colombiana de Lengua, dedica un capítulo a Flórez. Está bien que esto ocurra con uno de los vates más inspirados de todos los tiempos, poe­ta de multitudes –cuyos poemas se volvieron canciones para todo el continente–, a quien algunos críticos cicateros han pretendido ignorar.

La fama de Flórez ha resistido el paso del tiempo, y este hecho lo confirma como una de las figuras de mayor renombre de las letras nacionales. Nacido en Chiquinquirá en 1867, escogió como sitio de descanso final a Usiacurí, donde falleció luego de haber sido coronado poeta na­cional en 1923. En  amplia casa pajiza de campo, rodeada de jardines y horizontes, pasó sus últimos días en compañía de su mujer y sus hijos, desengañado de las vanidades humanas y en plena armonía con su mundo es­piritual. Según Moratín, «era un sensitivo, y su alma, como una flauta divina, sonaba al más leve rumor de la brisa». Jorge Rojas dice que «nadie, antes ni después de él, ha puesto a vibrar los aires y las almas de más apasionado sen­tir a través del verso».

* * *

Homenaje a Chiquinquirá. – Un paisano de Julio Flórez, el abo­gado y poeta contemporáneo Ho­mero Villamil Peralta, dedica a su patria chica el libro que se acaba de lanzar en la Academia de la Lengua, titulado Espacios del amor. Es, como Flórez, lírico romántico, de alma doliente y honda fibra amorosa. En su obra todo está imbuido de noble senti­miento: amor a Dios, al hombre, a la naturaleza, a la vida. Es poeta de la mujer, a la que canta como una necesidad vital, como un motivo para que florezca el alma.

Son 8 poemas dedicados al hom­bre: al hombre de la soledad, del trabajo, del dolor. Gran espacio social. Allí dice: «¡Todos los hom­bres llevan un pedazo de todo!  / Un pedazo de llanto y un pedazo de ensueño /… ¡Todos los hombres llevan un pedazo de infancia / pa­ra ya cuando viejos no morir de tristeza!”.

* * *

Señorita Boyacá. – Boyacá ha escogido a Johana Ocampo Pin­zón para que lleve su representación en el Reinado Nacional de la Belleza. Por Soatá, mi pueblo nativo, pasó hace varios años un paisa andariego, oriundo de Salamina (Caldas), y allí echó raíces. Se casó con soatense, y de esa unión nació Johana, una graciosa exponente de la belleza y el señorío. Ella, que residió algún tiempo en Inglaterra, domina el inglés y sirvió de tra­ductora simultánea en el concur­so de Miss Mundo 1991. En Lon­dres, fuera del inglés, recibió clases de literatura europea. En Bogotá estudia periodismo y comunica­ción social y se desempeña como una de las modelos exclu­sivas de Punto Sport Catalina. Además ha sido traductora si­multánea en el Ministerio de Rela­ciones Exteriores.

Como embajadora de la belleza y la cultura, recibe el aplauso y la simpatía de la gente boyacense, y en lo económico (porque ser reina es un honor que cuesta) han comen­zado a apoyarla las empresas e industrias establecidas tanto en el departamento como en la capital del país. ¡Buena suerte, reina! Hoy mi tierra tiene fragancia real, sa­bor de dátil.

El Espectador, Bogotá, 5-IX-1992

 

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Dimensión de la violencia

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

A pesar de ser Colombia el país más violento del mundo, hay gente patriotera que condena tal aseveración con el argumento, si la noticia proviene del exterior, de la mala prensa internacional; y si el comentarlo nace en nuestro propio territorio, se dice que es sensacionalista. Por desgra­cia, esta verdad es incuestionable, por dolorosa que sea.

No hay otro país donde haya más impunidad que en Colombia. Los hechos diarios así lo ratifican. El instinto de sangre, de destrucción, de mala levadura, que mantiene destrozado el sentido de la vida, nos llega como un fermento atávico difícil de eliminar. Hay violencia e im­punidad debido al destierro de la justicia y a la burla flagrante de la ley. La inmoralidad está pegada en el ambiente. Los códigos parecen letra muerta.

Gobernantes, políticos y jueces blandos o ineptos, inca­paces de ejercer con altura sus delicadas misiones, per­miten toda clase de tropelías contra la moral pública y luego, como Poncio Pilato, se lavan las manos. Ellos pertenecen a la nómina de gente inútil que ni ve ni oye ni entiende. Todo lo pervierten.

¿Cómo no será Colombia el país más violento del mundo si aquí se comete un homicidio cada 18 minutos y un secuestro cada 6 horas? ¿Cómo no ha de serlo si la tortura se practica como si se tratara de un deporte? A los mendigos y los parias de las calles, lo mismo que a honrados ciudadanos que se ganan la vida en oficios sencillos, se les sacrifica como a ratas infecciosas con el argumento de que son seres desechables.

En este reguero de iniquidad quedan huérfanos, viudas, hogares destruidos. Es la propia patria la que se desinte­gra en manos de la barbarie. En cambio, los grandes capos abren todas las puertas y continúan comprando conciencias. Hay 28.000 menores vinculados a procesos judiciales. Según Cenco, el 68% de la población tiene temor de salir a la calle. En Bogotá, 140.000 personas consultan al sicólogo, sólo en instituciones públicas.

Esto produce escalofrío. ¿Seremos o no el país más violento del mundo? El chauvinismo trata de disfrazar la verdad. Esta es una forma más de impunidad. Por eso, estamos como estamos.

La Crónica del Quindío, Armenia, 5-IX-1992

 

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