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Gracias, Aída

viernes, 27 de noviembre de 2009

Con el número 733 del volumen XLV, del actual mes de diciembre, la revista Manizales se despide de sus lectores luego de 64 años de labor continua. Su directora, Aída Jaramillo Isaza, valerosa y perseverante combatiente de las lides culturales, basa su determinación en los agudos problemas económicos que desde tiempo atrás han hecho insostenible la supervivencia de la veterana publicación.

De los 33 anunciadores con que contaba la revista en otra época, el número descendió a tres: Mazda, Varta y Editorial Zapata. A pesar de los ingentes esfuerzos adelantados por Aída, no consiguió que sus paisanos le prestaran el apoyo necesario para superar la crisis.

Hace cinco años, en diciembre de 1999, estuvo a punto de producirse la clausura, pero el tesón y la esperanza de la diligente directora sacaron a flote la empresa. En aquella ocasión, y con el fin de aminorar costos, la publicación dejó de ser mensual y se volvió bimestral, conservando la misma calidad editorial y sobre todo el mismo espíritu de lucha y de entrega a la causa de las letras.

Por aquellos días, teniendo en cuenta la fragilidad de las cifras y la falta de empeño de algunas personas que podían dar su granito de arena, escribí un artículo donde afirmaba: “Si la ciudad de Manizales dejara extinguir esta atalaya, sería lo mismo que arriar una bandera, olvidándose del pasado glorioso”.

De todos modos, la revista Manizales ha llegado a su final doloroso. Aída Jaramillo, en sus palabras de despedida, no tiene tono de reproche sino de conformidad con los hechos inevitables. “No hay lugar en esta despedida -dice- para ninguna queja ni reclamo”.

Y expresa la ilusión de que con el paso de los años aparezca algún descendiente de sus progenitores que pueda proseguir la tarea que ella acometió con tanto brillo y coraje a lo largo de 26 años, tras la muerte de su padre en 1978. En dicho período realizó 280 ediciones, cifra que habla por sí sola de su capacidad de resistencia y de su recia voluntad en medio de los tropiezos, los sinsabores y las incomprensiones.

Sería deseable que, si los organismos culturales de Caldas no hicieron o no pudieron hacer nada para evitar el cierre, la Secretaría de Cultura de Caldas recogiera en una antología los miles de escritos que desfilaron por las páginas de la revista en sus 64 años de existencia. Sería un semillero de las tradiciones y el bien decir que enaltecen la vida de la comarca, convertido en tributo a los forjadores de la gaceta, como sucedió en 1991, por ejemplo, con las páginas del suplemento Generación del periódico El Colombiano, por parte de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

Blanca Isaza, la fundadora de la revista, nacida en Abejorral, llegó a Manizales de tres años de edad, y allí se encontraría con Juan Bautista Jaramillo Meza, nacido en Jericó. En 1916 se unieron en matrimonio, y en 1951 fueron coronados poetas. En 1940 nacía la revista Manizales, que fue dirigida por Blanca Isaza hasta el día de su muerte, en 1967. Acto seguido se puso al frente del timonel su esposo Juan Bautista Jaramillo, y muerto este, en 1978, surgió en forma inesperada Aída Jaramillo, que no dejó naufragar el barco.

Hoy, agobiada por las cifras (y dice que sus pasajeros quebrantos de salud no son ningún obstáculo), no lo deja ir al garete sino que lo reclina en puerto seguro, en espera de mejores vientos.

A Aída tenemos que darle las gracias, sus devotos lectores, por la horas de goce espiritual que nos deparó en los 26 años de incesante ejercicio editorial, caracterizado por el rigor de la expresión cultural, por el cultivo del bello idioma y por la lucidez de las ideas. Gracias, Aída, en nombre de la cultura nacional, por todo lo que hiciste para preservar las banderas del espíritu.

El Espectador, Bogotá, 24 de diciembre de 2004.
Eje 21, Manizales, 23 de diciembre de 2015.

La publicación en Eje 21 está precedida de la siguiente nota:

«En su columna Contraplano, Orlando Cadavid Correa rinde sentido homenaje a los poetas Juan Bautista Jaramillo y Blanca Isaza, y a su hija Aída, directores de la revista Manizales, con motivo de la venta de la casona donde residió la ilustre familia. Es oportuna la ocasión para recuperar la presente nota, de diciembre de 2004, que comenta la clausura de la revista y da las gracias a Aída por su heroica labor al frente de la emblemática publicación.

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