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Puesto de Combate

jueves, 4 de noviembre de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

En el año 1965, navegando por los océanos del mundo como marinero de un barco mercante, Milcíades Arévalo concibió la idea de hacer una revista literaria. El capitán de la embarcación, el argentino Ariel Canzani, que además de arrojado lobo de mar era brillante poeta, manejaba en el cuarto de máquinas una imprenta donde editaba la revista de poesía Cormorán y Delfín.

Dicha revista había visto la luz en enero de 1964 y realizaría 29 ediciones, hasta diciembre de 1972. Importante publicación internacional de vanguardia, que suscitó interés en los círculos intelectuales y que, al igual que la mar donde había nacido, era abierta a todas las corrientes de opinión y suscitaba grandes debates por la soberanía del pensamiento y el pluralismo de las ideas.

Famosos poetas crecieron bajo el abrigo de Cormorán y Delfín. El cormorán, un atlético cuervo marino, y el delfín, un esbelto cetáceo, se hermanaron en la revista de Ariel Canzani para pregonar la poesía y la majestad de los océanos. En aquella casa náutica aprendió Milcíades Arévalo no solo el arte de la imprenta, sino a querer los libros, que leía con pasión en la biblioteca formada por Canzani en el oleaje marino. Cuando después de larga travesía se despidieron en tierra firme, el colombiano le prometió que seguiría su ejemplo: sería escritor y fundaría una revista literaria al estilo de Cormorán y Delfín.

Así nació Puesto de Combate, el 23 de septiembre de 1972. Es decir, el mismo año que llegaba a su final la revista argentina. Bajo el buen augurio de esta dichosa coincidencia, puede decirse que la revista colombiana recibía la savia que le inyectaba la publicación argentina. Hubo empalme intelectual. Empalme de estilo, de espíritu de lucha, de independencia ideológica, de mirada abierta a todas las expresiones literarias.

En 1983 moría Ariel Canzani, a la temprana edad de 55 años. Debo suponer que Milcíades Arévalo llora todavía la ausencia de su maestro y mantiene su nombre como faro del ánimo batallador que él le transmitió en alta mar, y que se ha mantenido firme hasta el día de hoy, a pesar del oleaje de las múltiples dificultades, sobre todo de tipo económico, que atentan contra la supervivencia de un medio tan frágil y desprotegido como es una revista literaria.

El discípulo superó al maestro en los largos años en que Puesto de Combate ha  permanecido en la predilección de sus numerosos lectores. Hoy es una de las revistas más antiguas del país, que se ha dado el lujo de prolongar durante estos 36 años, sin ninguna interrupción, su auténtica vocación de apoyo al ancho mundo de los escritores.

Por sus páginas han desfilado literatos prestantes tanto de Colombia como del exterior, y sus páginas han estado abiertas a toda clase de inquietudes culturales. Lo mismo el escritor veterano que el que apenas se inicia en los rigores del noble oficio han encontrado las puertas abiertas de esta publicación. La insignia de la revista es el pluralismo literario, sin exclusiones ni padrinazgos. Lo único que se exige son las reglas elementales del bien decir.

Milcíades Arévalo, antes de ser editor de Puesto de Combate, se desempeño como marinero, empleado bancario y vendedor de libros. De difusor de la palabra a través de la venta de libros pasó a rendirle honores al pensamiento por medio de su propia empresa editora. Actividad que le ha dejado íntimas complacencias, y al mismo tiempo hondos sinsabores por la falta de apoyo económico de las entidades encargadas de apoyar la cultura en el país, comenzando por el ministerio del ramo, que apenas llega a unos cuantos privilegiados.

En su haber literario, Milcíades Arévalo acredita sólida producción en los ramos de la narrativa y la dramaturgia, con títulos como El oficio de la adoración (relatos, 1988), Inventario de invierno (cuentos juveniles, 1995), Cenizas en la ducha (novela, 2001). Además, es autor de media docena de títulos inéditos.

El Espectador, Bogotá, 8 de agosto de 2008.
Puesto de Combate (editorial), No. 73, 2° semestre de 2008.

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Comentarios:

Realmente es digno de admiración por el tesón para que su revista, que es muy buena, sobreviva a la turbulencia, no de las aguas marinas, sino a la falta de apoyo, a la vanidad de muchos colegas y a la lucha que ha sostenido durante 36 años para que ésta no naufrague en la mente de los lectores. Creo que una de las tantas cualidades y calidades de Milcíades es, sin duda, su franqueza y repudio a la mediocridad de tantos que se creen estrellas, cuando apenas son nubarrones en el cielo de la poesía, narrativa, ensayo, en fin, del mundo esquivo y exigente de las letras. Inés Blanco, Bogotá.

Interesante artículo, interesante revista e interesante personaje. Me llama mucho la atención el nombre dado de Puesto de Combate, que tiene mucho de “marino de guerra”, pues son esos puestos los que ocupan los marinos en los zafarranchos de combate, e incluso son los puestos para los zarpes y arribos de puerto. ¿Él perteneció en alguna época a la Armada? Capitán de navío (r) Jorge Alberto Páez Escobar, Bogotá.

Respuesta: Milcíades Arévalo fue en los años 70 grumete de un barco mercante, y en ese carácter viajó por muchos mares del mundo. El capitán de la embarcación, intrépido lobo de mar que al mismo tiempo era poeta, le infundió la idea de fundar una revista. El nombre Puesto de Combate lo tomó de sus experiencias marineras, sin que hubiera pertenecido a la Armada. Milcíades dice que ese nombre le pareció contestatario y por eso lo llevó a la revista con el sentido de “combate cultural”. “Mi único combate ha sido con las palabras”, dice el amigo. Ariel Canzani, el capitán, adquirió prestigio en las letras argentinas y murió de 55 años. En Google pueden leerse muchos de sus poemas. Allí encontré una foto suya, en la que se aprecian sus condiciones físicas de lobo de mar, en medio de una expresión a la vez dura y dulce, signada, sin duda, por el mar y la poesía. GPE.

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