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¡Viva el candidato!

domingo, 16 de octubre de 2011

Humor a la quindiana

Por: Gustavo Páez Escobar

Nuestra tierra quindiana, pequeñita y acogedora, ha estado visitada en los últimos días por importantes perso­najes nacionales.

Ellos vienen, miran, escuchan, ríen, huelen, hablan y se van… Como estamos en época preelectoral, habrá que gritar: ¡Viva el candidato! No todos nuestros ilustres huéspedes son candidatos, pero todos son expertos en política. En el país comienza a agitarse este animal grande que llaman la política, que se meterá, ya lo verán, en todos los entresijos de la nacionalidad. Veamos algunos perfiles de la nación captados por el hombre común de la calle, como un dibujo de la picaresca pública que de ahora en adelante tomará mayores proporciones:

Belisario

Primero habló en el escenario del Club Rotario, con carisma y autenti­cidad. Desmenuzó con buen tino sus inquietudes. Después fue a untarse de pueblo. Desayunó con chorizos y arepa montañera. Se ganó simpatías, porque sabe llegar a las masas.

—Pero Álvaro no quiere dejarlo… Tiene también ganas de presidencia…

—Si Álvaro se lanza, le va mal. Ya sucedió una vez. Él es experto en unir a los liberales.

—Y hacernos perder a los conser­vadores. Inteligente el hombre, pero con muchas resistencias… ¿Por qué no dejará a Belisario…?

Belisario, mientras tanto, seguía di­choso con su arepa quindiana, en pleno sector de las galerías. Aquí la arepa tiene el mismo sabor de la antioqueña, pero es más deliciosa cuando huele a votos.

Otto

No vino. Nos dejó con los crespos hechos y los manteles servidos. A última hora lo atacó un virus traicio­nero. Iba a hablar de problemas sociales, de cuestiones agrícolas y del salario integral.

—Será el candidato de reserva, cuando se quemen los otros. Tengo listo mi voto por él –sostiene Pedro Pueblo.

—No lo dejarán –anota Juan Ca­cique.

— ¡Lo veremos! Es hombre pre­parado y digno. Representa la moral que otros vulneran. Además, sabe reír y hablar con optimismo…

—Pero no quiere jalarle a politique­rías. Detesta las mafias y los caci­cazgos. Tiene ganas y no las tiene. Así se deduce de sus cartas a María Elena.

—Son estrategias, compadre. Acuérdese de lo que le digo y no se deje embobar con Santofimio.

Zea

En ausencia del Presidente, que nos sigue debiendo la visita, vino Zea. En sólo tres letras cabe el personaje amable y señorial. Lo trajeron la Sociedad de Mejoras Públicas y el Club de Jardinería.

Lo bajaron del avión y se lo llevaron a mostrarle nuestros hundimientos y desaseos. Esto mismo ocurre en todos los sitios del país, pero en Armenia una avería mantiene la ciudad en emergencia y un basurero gigante atenta contra la salud pública. El Ministro vio, olió, estornudó… Y como la ciudad tiene magníficos parques, lo llevaron después a inhalar el perfume de las flores.

Se hacía el indiferente cuando le hablaban de política, y contestaba con una sonrisa. Oyó cuanto quisieron susurrarle las damas y era de oídos sordos cuando los políticos intentaban comprometerlo. Todo lo captó, con su innata sagacidad, y se abstuvo de formular precisiones fuera de pro­grama.

— ¡Viva el candidato! —gritó al­guien, y el ministro sonrió.

Barco

Habló de café en el escenario del Club Rotario. A Barco también lo llevaron a la zona del hundimiento y al basurero gigante. Pero como la invitación no era de las damas jardineras, las flores fueron escasas. Por eso estornudó más que Zea. Los políticos se apoderaron de él y lo hicieron hablar en la casa liberal. Todos se lo disputaban.

—Dice cosas importantes, compa­dre, pero no se le entienden…

—Es que usted no quiere entender bien las cosas. ¿No ve que es el candidato de arriba? Y será presi­dente. Tiene buenos padrinos.

—Pero se le puede dañar el cami­nado. ¿No lo vio caminando por el basurero? ¡No lograba soltarse, compadre! Al pueblo le gustan más los Ottos y los Belisarios…

Santofimio

A los ocho días llegó el candidato disidente. Hizo el mismo recorrido que su antecesor. También vio, olió, hus­meó… Despotricó contra las oli­garquías y los dueños del partido. Sus blancos preferidos: Lleras y Echandía.

Marconi Sánchez, su anfi­trión y compadre (Santofimio tiene 500 ahijados), lo puso a botar corrien­te, sin reparar en los racionamientos. Sirvió de padrino de un hijo del direc­tor de la cárcel, y Marconi anotó que con Barco no había sucedido lo mismo, porque éste no lleva en sus maletas discursos de bautizos.

—Óigalo, compadre, cómo habla de bueno. Por él sí provoca votar.

—Pero habla demasiado. ¿Y qué me dice del famoso expediente…?

—Son calumnias, compadre. Es el segundo Gaitán, según dice él mismo. Tiene buena figura y sabe ser irrespetuoso, ¡qué caray!

—Pero dividirá al partido y ahí sí perdemos.

—Entonces saldrá López y nos sal­vará…

El Club Rotario, escenario de la inteligencia, traerá en los próximos días a Álvaro y a Augusto. Así se completará la baraja presidencial. En Armenia, un candidato, para ganarse las simpatías populares, debe apren­der a mezclar los buenos y los malos olores.

Pedro Pueblo y Juan Cacique, que no están todavía muy decidi­dos, no cesan de gritar en cada ocasión: ¡Viva el candidato!

El Espectador, Bogotá, 30-III-1981.

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