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Archivo para jueves, 20 de octubre de 2011

Armenia en quiebra

jueves, 20 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El alcalde municipal, doctor Alberto Gómez  Mejía, puso de presente en la inauguración del Concejo la crisis financiera que afronta su administración. No es noticia nueva. Bien vale la pena que se tome mayor conciencia del problema y se defina la estrategia necesaria para superar ese estado de quiebra.

Habla el Alcalde de un déficit mensual y crónico de $ 600.000, coyuntura que significa un freno para el ejercicio fiscal, el que, de no solucionarse, continuará desmejorando la buena imagen de esta capital que merece mejor suerte. Nula puede considerarse la función de la entidad  en permanente bancarrota, que escasamente alcanza a cubrir los gastos de la burocracia.

El saqueo de los bienes públicos, que menciona Gómez Mejía en su mensaje al Concejo, es uno de los graves lastres que afectan a la administración desde hace muchos años. Es una afrenta pública sobre la que de vez en cuando alguien se pronuncia, se es­candaliza y hasta intenta medidas correctivas, sin que el cáncer deje de avanzar. Las noticias locales dan cuenta de los desfalcos, los despilfarros, las triquiñuelas de todo orden como funcio­narios inescrupulosos atentan contra los bienes municipales.

A veces se conocen los nom­bres de esas personas, a quienes más tarde vemos encasilladas en otros predios. Se pone el grito en el cielo cuando alguien comete un peculado, pero poco es lo que se hace para prevenir, resguardar y mantener la moral pública.

Tanta culpa puede haber en el acto físico de la pi­ratería como en la tole­rancia que permite el desorden administrativo y contable. A las situaciones de bancarrota, sean financieras o morales, se llega por etapas, nunca de sopetón. Un peculado es el resultado, en no pocas ocasiones, del desgreño imperante en el rodaje de la administración. Bien es sabido que el municipio de Armenia adolece de serios defectos de es­tructuración que entor­pecen los mecanismos necesarios para que los asuntos públicos se manejen con prudencia y eficacia. Aun los propósitos más sanos suelen naufragar en medio de estos laberintos donde la gente no sabe para dón­de camina.

Ha llegado la ciudad a su peor crisis económica. La tesorería ya no responde ni a los bancos ni a los parti­culares, y casi ni a sus fun­cionarios. Es el momento del gran viraje. Se nece­sitan medidas extremas, capaces de darle un vuelco a la oxidada maquinaria. Es indispensable ponerle freno a tanto despropósito, a tanta politiquería, a tanta inmoralidad. Habrá que comenzar por arreglar la casa por dentro.

Conseguir sistemas contables moder­nos, depurar las costum­bres, inyectar técnicas fun­cionales, enseñar a los em­pleados buenas maneras e inculcarles sentido de ser­vicio público son apenas unas maneras de destrabar el rompeca­bezas.

Tenemos una encomiable voluntad en el joven burgomaestre, a quien acompaña una nómina de colaboradores empeñados igualmente en prestarle su servicio a la ciudad. No puede perderse el esfuerzo de este equipo dispuesto a acometer la tarea de reconstrucción del andamiaje carcomido.

En el Concejo ocupan puesto cuatro ex ­gobernadores: Ancízar López, Jorge Arango Mejía, Jesús Antonio Niño Díaz y Rogelio Gon­zález Ceballos. Son personas de altos atributos cívicos y conocedoras de las dolencias de la ciudad capital. A ellos debe dolerles esta postración de Armenia. Su ubicación en el Concejo, más que un honor, que de todas ma­neras lo es, y que un rótulo político, debe entenderse como el reto que les presenta la ciudad para que no dilapiden esta hora his­tórica que reclama gran­des capacidades de ser­vicio publico.

Satanás, Armenia, 22-IV-1977.

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La inestabilidad municipal

jueves, 20 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Uno de los principales problemas que afronta la ciu­dad de Armenia y en general el municipio colombiano, cuyo mayor defecto es el de la improvisación, consiste en la poca estabilidad de sus funcionarios. ¿Qué obra podrá cumplir un alcalde en un año de gestión? Se ha­bla de un año, pero muchas veces el período es inferior. El actual Alcalde, por ejemplo, lleva apenas cuatro meses y ya se encuentra en plan de retirada porque el Gobernador renunciará en enero para no inhabilitarse políticamente.

No se entiende con qué criterio se nombraron unos cuantos gobernadores, parlamentarios en ejercicio, si de antemano se sabía que necesitaban retirarse a los pocos meses para no perder sus escaños en el Senado o en la Cámara. Pocos gobernadores lle­gan a los dos años de labor, unos por fricciones con los directorios, otros por ineficacia personal o por simple desgaste. Con el relevo de un gobernador viene el cambio de la nómina directiva del departamento. Así se van desmoronando los programas más ambiciosos de trabajo, si es que en realidad alguien llega con ese propósito a la vida pú­blica, sabiendo que la brevedad del tiempo no le permi­tirá desarrollar mayores iniciativas.

En el caso de Armenia, acosada de dificultades por todas partes, es obvio que no exista planeación si los al­caldes, de mucho tiempo atrás, apenas consiguen defenderse, y mal, de las intrigas de los políticos. Si en dos años y medio que lleva el actual Gobierno de la nación ya hemos tenido tres alcaldes, habrá que aceptar por simple lógica que somos un pueblo mal tratado.

Se necesita que se piense más en función del servicio público. Un alcalde de Armenia resulta un simple accesorio de las circunstancias, sin facilidades para trabajar. Si fuera de la cortedad de su mandato, la mayor parte del tiempo debe dedicarla a solucionar menudos enredos de la burocracia, no vemos cómo podrá responder a los apremios de una urbe necesitada de grandes so­luciones.

Hay que buscar mayor estabilidad. Y pedirles a los políticos que dejen trabajar a los alcaldes. El exceso de trabajo que se ve sobre el escritorio de cualquiera de nuestros alcaldes no significa exceso de programas. Es la burocracia disfrazada de papeles y enredos. El alcalde no logra respirar en un ambiente congestionado de intrigas y menos tendrá mente reposada e independiente para estructurar la ciudad que necesitamos.

Lo ideal es que haya un alcalde con autoridad y tiem­po para forjar una ciudad distinta. Un alcalde sin agen­da de trabajo serio no es ninguna garantía. La ciudad se deteriora porque no hay funcionarios de largo alcance. Dentro de esas condiciones, menos habrá proyección ni hechos de verdadero significado social.

La Patria, Manizales, 7-XII-1980.

 

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