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El mundo de los niños

sábado, 8 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La Editorial Bedout, la gran empresa antioqueña que lanzó al país la idea del bolsilibro, con pleno éxito, publica trimestral­mente la revista El Im­presor, excelente medio cultural que se distin­gue por su pulcritud tipo­gráfica y la calidad de sus temas. Como director se desempeña con lujo de competencia Hernando García Mejía, cuentis­ta y poeta caldense que a base de tenacidad con­quistó un puesto destaca­do en la literatura colombiana.

Desde joven se interesó por la poesía, hasta lo­grar, a los veintiocho años, la publicación de su primer libro, Entre el asfalto y las estrellas, muy ponderado por la prensa nacional. Como cantor del amor y de la mujer siguie­ron tres libros más de poesía romántica, uno de ellos laureado en un concurso en Barcelona (España).

García Mejía, a la par que vate lírico, cultiva la literatura infantil y con ella ha creado un maravi­lloso universo movido por su delicada percepción de las emociones del ni­ño, campo nada fácil de dominar. Para poseer la delicadeza con que ur­de las pequeñas y sabias aventuras de sus persona­jes, se requierealma sensible para inter­pretar el mundo infantil.

El mismo autor se descubre así: «Porque, ¿sabes una cosa, pequeño? El ni­ño y el poeta siguen sien­do la misma persona soñadora. O, mejor: el poeta es un niño grande. Continúa siendo, a pesar de su forma adulta, de sus problemas y de la se­riedad que le demandan sus tareas, el niño de siempre».

Pero sería falsa la pre­sentación si sus fábulas no estuvieran accionadas por esos misteriosos re­sortes que manejan la fan­tasía sin afectación y ha­cen soñar educando. Difí­cil compromiso el del na­rrador infantil que de­be ser, ante todo, un gran sicólogo para que sus lec­ciones penetren con sutileza y provecho a la men­te del niño. Aparte de la técnica en el manejo del lenguaje apropiado, esta­rá la capacidad para con­vencer y orientar. El mundo se está dislocando por­que se olvida de los niños. «Conduce bien a un niño y harás un hombre», recomendó John F. Kenne­dy.

Cuento para soñar y La estrella desea­da son dos pequeños li­bros de la colección Be­dout salidos de la pericia de García Mejía para comunicarse con el mundo infantil. El último de ellos obtuvo en 1974 el premio Rafael Pombo, y esto ratifica la cali­dad del autor.

Hay que insistir en la necesidad de encauzar la juventud si se aspira a un mundo mejor. No sobra, y además es urgente, que los adultos lean esta literatura que muchos des­precian, si se pretende encontrar la propia alma que a veces se nos refun­de por falta de orientación. No dejar nunca de ser ni­ños es una fórmula salva­dora.

La Patria, Revista Dominical, Manizales, 4-XI-1979.

 

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