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El drama ecológico

lunes, 10 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La humanidad está tomando conciencia de la necesidad de fortalecer las reservas naturales para que el hombre no se consuma entre las impurezas del medio ambiente. Esto del «medio ambiente» es concepto bastante general que sitúa al hombre frente a la naturaleza que lo circunda. Pero si lo definimos mejor, sería el mundo que entra por los ojos, la boca y los pulmones, este  mundo que respiramos a todo momento y que nos permite subsistir, aunque también nos está acor­tando la existencia con la contaminación de la atmósfera.

Las ciudades, sobre todo, propensas a las combustiones de las fábricas y al albergue de toda clase de suciedades, atentan contra la vida humana. El humo que expiden los vehículos es elemento nocivo para la salud. Las basuras, plagadas de infecciones y microbios, crean focos de enfermedades. Se dice que las ciudades necesitan respirar, y esto no es otra cosa que permitir a sus habitantes expeler las corrupciones del aire. Cuando existen precauciones, se cuidan los parques y se siembran árboles en las avenidas y en los lugares más concurridos, para recuperar el oxígeno que nos roba la contaminación.

El hombre, siempre destructor, arrasa los bosques y esteriliza la tierra. No se preocupa por devolver a la naturaleza lo que esta le da en bienes. Las quemas, las talas de árboles, la devastación de las aguas son crí­menes que ojalá, como se anuncia, ingresen a la legis­lación penal. Con campos arrasados, el hombre pierde defensas. Si el aire que respiramos no es nutritivo, moriremos.

La ecología es ciencia moderna que busca pro­teger los recursos naturales para que la vida no se extinga. La tierra debe ser feraz para que alimente al hom­bre. Pero este pretende volverla enemiga. El mundo mira con inquietud el  deterioro gradual de la tierra y comienza a darse cuenta de que la ciudad, un medio hostil, nos está exterminando con sus venenos. La ecología es, además, una causa política. Es una cru­zada que quiere salvar al hombre.

En Francia existe la Sociedad de Amigos de la Tierra, que lucha contra la contaminación del Sena y la implantación de centros nucleares.

En declaraciones del doctor Pastrana Borrero, uno de los más decididos defensores de la ecología, se queja de que los bosques en Colombia solo tienen vi­da para 10 o 14 años, ya que el proceso de reforesta­ción es muy lento. Agrega que necesitamos unas ochenta mil hectáreas reforestadas, y solo lo estamos hacien­do con cinco mil. A ese paso, Colombia, que era nación rica en madera, tendrá que importarla en pocos años si no reacciona a tiempo. Grave acusación que debe ser tema de meditación para todas las re­giones. En este terreno no caben improvisaciones. Por lo tanto, cualquier descuido puede considerarse grave.

La Patria, Manizales, 30-VIII-1980.

 

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