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Un calarqueño bogotanizado

sábado, 15 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Héctor Ocampo Marín nació en Pereira. Sin embargo, el Diccionario de escritores colombianos, publicado en 1978 por Plaza y Janés, lo da como calarqueño. No importa el sitio de origen. La patria del hom­bre es donde vive, donde ancla su corazón. «No hay más patria que la que busca el alma», escribió Gogol. Si en el caso de Ocampo Marín dos ciudades se dispu­tan su partida de bautismo, a él le corresponde definir los límites de la geografía y de los afectos.

Gogol, un espíritu universal que a buen seguro pen­saba que la tierra del escritor es el planeta entero, sabía que la mente no puede circunscribirse a un solo lugar. En cuanto a Héctor habrá que decir que, si su tierra na­tal es Pereira,  Calarcá es su segunda patria chi­ca. Aquí, en horas de estudio, de coloquio y desarrollo intelectual, le dio aliento a su espíritu creador. A Calar­cá está ligado por los lazos del sentimiento.

En reciente encuentro que tuve con él en Armenia me expresó el deseo de visitar, así fuera en forma fugaz, el pueblo amable que se le había ido pegado a la capital del país. Hicimos breve recorrido por la plaza principal de Calarcá, donde el escritor respiró el olor de los árboles y sintió de nuevo la cercanía local.

De la Villa del Cacique, en la que residió por varios años y donde ocupó puesto importante como elemento cívico y pro­motor cultural, se marchó a la capital del país, lla­mado por los propietarios del diario La República. Hoy es el subdirector del importante matutino. Está en su campo, porque el periodismo le fluye en las venas como un flui­do vivificante.

Desde allí lanza con frecuencia su mirada a los pre­dios quindianos. La comarca sigue siendo afectiva. La siente a distancia y no se ha olvidado de su antigua residencia, ni ha dejado de quererla.

Hoy, Héctor es el alma del suplemento dominical de La República.

Exigente con la misión de sostener un enlace con lectores que buscan en la paz de los domingos un oasis en medio de la aridez semanal, les brinda la excelente gaceta elaborada con gusto y maestría. En el tratamiento de los temas hay altura y selección El suplemento cultural que orienta con gusto Héctor Ocampo Marín se convierte en vaso comunicante para el espíritu.

Cada número es un tratado sobre determinada materia. Es el único magazín de Colombia que se ha especializado, gracias al empeño de su director, en mover  ideas alrededor de un solo tema. Su lectura permite profundizar en el tópico escogido, y no de cualquier forma, sino a través de comentarios ágiles y certeros.

Dos ediciones que tengo a la vista, de los días 18 de mayo y 17 de agosto, están consagradas a la literatura del Quindío y de Risaralda. Es un compendio de las letras regionales. La preocupación y el esfuerzo del buen hijo de la comarca quedan demostrados cuando se ofrecen a consideración del país los nombres importantes que desde la provincia enriquecen la literatura nacional.

Buen destino tenga el ilustre amigo en su dedicación a este periodismo selecto  que honra al terruño donde él cumplió destacada labor cultural, que ahora prosigue en la capital del país.

La Patria, Manizales, 3-XII-1980.

 

 

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