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Pulcritud periodística

domingo, 16 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

No todos los periódicos se preocupan por mantener sus páginas bien escritas y bien presentadas. La diagramación, todo un arte en la armada del periódico, atrae lectores cuando sabe enfocarse con buenos efectos visuales, pero de nada sirve si el contenido es defectuoso. Por más prisas que lleve este oficio, no son admisibles los errores frecuentes, sobre todo si atentan en materia grave contra el idioma castellano y la corrección tipográfica. El mejor artículo fracasa en el periódico que no cuida la estética.

La Patria es tribuna del buen decir. Escuela de escritores. Se esmera por mantener limpias sus páginas de imperfecciones. Quienes escribimos en ella sabemos que no estamos perdiendo el tiempo. También nos preocupamos a fin de que no de­caiga la calidad. No siempre el lector sabe los esfuerzos que se hacen al producir la nota y pasarla a las páginas del periódico. Hace varios meses escribí a la Dirección de La Patria los siguientes comentarios que bien vale la pena llevar a co­nocimiento público, como constancia del afán que existe por conservar el interés del lector:

“Noto que de cierto tiempo para acá La Patria ha mejorado sus sistemas de corrección tipográfica y, con ello, la calidad del periódico. Esta tribuna del pensamiento se ha distinguido por el esmero en el manejo del idioma, lo cual le ha hecho conquistar puesto de avanzada en el periodismo nacional. Pero en alguna época, por falta de correctores idóneos, se deslizaban muchos errores ortográficos y esto le restaba altura al material.

«Me parece que ha habido un cambio evidente. Las notas editoriales, sobre todo, son ahora pulcras. La coma mal puesta es tan dañina como la que se omite, ya que en el ritmo del idioma la coma es  modulación, susurro invisible que le da fluidez al lenguaje. Necesitan, claro, ser bien manejadas. Y aun siéndolo, los veloces copiadores del pe­riódico se encargan a veces de deshacer, a machete limpio, lo que el escritor ha planeado con juicio y no pocas vigilias.

«Las tildes omitidas, las palabras mutiladas, la in­diferencia a los cánones del castellano son ver­dugos que atentan contra el periodismo. Y los lectores son, al fin y al cabo, los que imponen sus preferen­cias.

«Por eso, me parece extraordinario que La Patria eleve su celo por preservar la limpieza del idioma, lo que merece una cordial congratulación».

Hasta aquí mi injerencia en las pautas del periódi­co, estas páginas que tiene usted en las manos, amable lector, y que para hacerse realidad han debido sortear no pocas dificultades. Es un mensaje grato el que procuramos llevarle todos los días. Usted es nuestra mayor preocupación. Por usted tenemos que devanar­nos los sesos para producir ideas, pero nos sentimos compensados cuando nos dispensa unos minutos de amistad. Y vamos por usted a realizar este año un periodismo más esmerado.

La Patria, Manizales, 14-I-1981.

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