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Apostilla a una nota cultural

martes, 9 de noviembre de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

Entre las varias misivas que me han llegado en torno a mi columna Periodismo cultural, deseo mencionar la enviada desde Buenos Aires por Laura García, colombiana de 23 años que expresa su actitud crítica frente a la incultura que se vive en los tiempos actuales, que ella interpreta como  signo de decadencia del mundo contemporáneo, no solo en Colombia sino en Latinoamérica, que es preciso superar.

Maravillosa posición la de esta joven compatriota, estudiante de literatura, que aparte de rechazar la ligereza de nuestros días en cuanto a normas de formación se refiere, lucha como correctora de estilo por inculcar patrones de superación en el ejercicio literario y periodístico. Su caso, tanto en razón de su corta edad como de su estructurado criterio, resulta excepcional. Y sirve para ponerlo de ejemplo a fin de que otras personas sigan sus pasos y adquieran las bases culturales que deben distinguir al individuo como miembro de la sociedad. Sin cultura no puede existir el progreso.

Laura nació con vocación de escritora. Otros tienen la misma inclinación, acaso con superiores ventajas, pero no se cultivan. Ella se dedicó a adquirir conocimientos, a leer buenos libros, a corregir sus fallas y depurar su estilo. Por eso es quien es. En su blog, que he leído con complacencia, cuenta que su abuela Elvia, su maestra extraordinaria, le leía de niña las fábulas de Rafael Pombo, y más tarde la  hizo penetrar en novelas de notables autores colombianos, como El alférez real, La marquesa de Yolombó, María, El Cristo de espaldas.

Primero –pensaba Laura– la buena literatura colombiana, y después la extranjera. Primero, colombianos; después, ciudadanos del mundo. Bajo esa brújula, es largo el camino que ha transitado, a pesar, repito, de su lozana juventud, que la mayoría derrocha en fruslerías. Hoy, en su página de presentación del blog, tiene anotada esta inscripción, vivificante para quienes nos identificamos con su causa: “Enferma terminal de literatura. No existen tratamientos ni curas científicas o mágicas para esta enfermedad. Pero no sientan lástima, ni pena: me expuse al contagio sabiendo de antemano las consecuencias”.

Laura me ha escrito la siguiente carta que no resisto el deseo de hacerla conocer de mis lectores:

“Leí por accidente, pero con especialísimo deleite, su columna titulada Periodismo cultural. Me llamo Laura García. Tengo 23 años. Nací y viví en Colombia hasta los 17 años, y desde hace 6 vivo en Santiago de Chile y actualmente en Buenos Aires, donde estudio Licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Desde los siete años escribo y leo con pasión, y desde esa misma edad vengo peleando, en una batalla decepcionante, con la falta de cultura en el periodismo y posteriormente en internet. Cuando empecé a leer diarios ya eran los años 90, y el periodismo empezaba a entrar en decadencia cultural.

“Si tuviera que hacer un Periodismo Cultural 2, yo diría que habría que tocar el tema, indiscutidamente, de los poquísimos jóvenes que peleamos por un uso correcto del idioma español y más allá de eso, por la demostración de educación mínima básica a la hora de escribir. No solamente las secciones de comentarios. ¡Y no solamente en Colombia!

“Yo he tenido que soportar en Chile la corrección  de los exámenes de chicos que escriben como hablan: peor que en Colombia. Acá en Buenos Aires se respira un poco más de interés en la cultura, pero el periodismo televisivo es lamentable, al igual que ciertos medios escritos. ¿Qué nos pasa? Es un mal latinoamericano. Su columna me sorprendió en un momento de mucha elaboración de este tema, de la relación periodismo-cultura, de la relación literatura-cultura, inclusive y sobre todo, el desagradable papel que me achacan muchos –y los justifico– por ser joven y relacionarme directamente con ese mundo de incultura.

“Se lo digo, además, desde la posición de alguien que trabaja como correctora de estilo, desde la posición de una lectora inquieta, no  sé si exigente, aunque puedo serlo, pero digamos que inquieta. ¡Qué molestia es leer diariamente la incultura! Yo me pregunto y comparto con usted esta pregunta, ya que elaboró tan bien este tema en su columna: ¿Por qué nos vemos obligados a escarbar y raspar hasta encontrar un poquito de cultura en lo que leemos, en lo que la gente habla, en lo que la gente escribe? Es cierto que internet ha masificado y «democratizado» el uso de la palabra, y esta se convirtió en objeto que cualquiera toma y desgasta y asesina sin compasión.

“Para mí la palabra es herramienta, material de arte, de creación artística, de cultura. A veces –y lo digo con toda la carga social, cultural y política que me puede acarrear el sólo hecho de pensarlo– creo que es necesaria la dictadura de la educación. Un gusto haber leído esta columna, en el momento preciso y con un tema que debería discutirse mucho más todavía. Si puede y tiene un tiempo, lo invito a visitar mi blog literario: www.blogarcolibris.wordpress.com». Laura García, Buenos Aires.

Eje 21, Manizales, 18 de noviembre de 2008.
El Espectador, Bogotá, 19 de noviembre de 2008.

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Comentarios:

Interesante este artículo y el mensaje de esta chica. Pero es cierto que esa decadencia no solo es colombiana o latinoamericana. Es mundial. Me interesa ese diálogo. Entraré en el blog de Laura. Gloria Chávez Vásquez, Nueva York.

Siempre he seguido sus columnas con gran interés, especialmente porque marcan la diferencia con las demás. Hoy, gracias a la nota de Laura García, me animo a contactarla para hacerle llegar mis felicitaciones. Desafortunadamente en la prensa hablada, escrita y televisada, los horrores (ya que no errores) son pan diario y uno piensa si existe revisión de los textos. Es penoso que tratándose de los principales medios, paralela a su categoría va la exigencia del buen manejo idiomático, pero desafortunadamente creo que moriré engañado. Jorge F. Pérez.

Lo que sientes ahora lo sentí hace 21 años cuando llegué a New York y me enfrenté a una desfiguración total del español en los medios de comunicación de esa ciudad (…) Culpa de toda esta locura cultural la tienen los mismos medios de comunicación que se han “relajado”, y las casas editoriales que apuestan todo por historias e historietas momentáneas cuyos dividendos los benefician. Ya poco caso se hace a las buenas plumas que encienden la maquinaria de la dialéctica en los lectores. Colombia Páez, Miami.

No solo es una Laura García la que nota que nuestra cultura agoniza: como ella, soy un joven (19 años) educado para cualquier lidia (…) Entre tanto factor que generó este abandono cultural al que estamos siendo sometidos, quiero resaltar por encima de todos la educación formal como agente responsable de esta situación: hablando de las letras, en mi educación secundaria encontré en los profesores todo tipo de matiz anticultural, incluso tuve un nefasto profesor que amenazaba a los estudiantes con ponerlos a leer “Papá Goriot” de Honorato de Balzac si no cambiaban su actitud disciplinaria. Nothus.

Laura: con jóvenes como tú todavía hay lugar para el optimismo. Así se hace patria con cultura y no con gritos y chabacanería. Laurentk65.

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