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Comité de Cafeteros

domingo, 2 de octubre de 2011

Cómo funcionan estas entidades

Por: Gustavo Páez Escobar

Al ser nombrado presidente de la Conferencia Cafetera recien­temente reunida en Bogotá Hernán Palacio Jaramillo, presidente del Comité de Cafeteros del   Quindío y actual Alcalde de Armenia, no solo se hace un reconocimiento de los méritos del distinguido profesional, elemento cívico de primer orden y tenaz batallador del progreso comarcano, sino que se exalta la importancia de una región esencialmente cafetera.

Bien es sabido que el Quindío, centro agrícola por excelencia, es uno de los mayores productores de café y divisas para la economía del país. Aquí se transpira café por todos los poros. Por más que las mentes jóvenes intentan diversificar los cultivos y tender hacia la industrialización, se tropieza contra una mentalidad muy arrai­gada que hace del café la esencia vital del quindiano.

Antecedentes del café

Es una tradición que se ha recibido de los antepasados y que se muestra inmodificable. A golpe de hacha los antiguos morado­res descendieron de la montada antioqueña por entre abruptos paisajes y se resbalaron hacia el sur, fundando a su paso poblaciones como Aguadas, Pácora  y Manizales, para llegar luego a Pereira y Armenia. Venían atraídos por la fiebre del caucho y la exploración de los entierros indígenas, conocidos como guacas.

De ahí al descubrimiento del café solo hubo un paso. Floreció, pues, desde bien temprano esta misteriosa planta que había llegado del Viejo Mundo y a la que los pueblos antiguos atribuían po­deres misteriosos, mitad ficción y mitad realidad, y que habría de enraizarse en nuestras tierras y en nuestras costumbres como el mayor productor de riqueza.

Se saltó velozmente de esa ficción mistificada a la rea­lidad comercial y se entronizó el café como una deidad. Se explica, entonces, que el café corra por las venas de un pueblo culturizado bajo su influencia. Lo que es conocido como el complejo antioqueño, formado por Antioquia, el Viejo Caldas, Valle del Cauca y Tolima, conforma el cinturón de mayor desarrollo económico del país.

La Federación de Cafeteros

Este órgano, rector supremo de los intereses del gremio, na­ció en el año de 1927. Es su principal objetivo defender la in­dustria cafetera, y con mayor razón al productor, a través de mecanismos que se ha impuesto como enseñas para hacer cada vez más floreciente esta actividad. Entre ellas se cuentan una permanente propaganda del grano por fuera y por dentro de nuestras fron­teras, la búsqueda y difusión de las mejores técnicas de culti­vo, la organización de sistemas cooperativos –como almacenes de depósito, granjas, escuelas de experimentación– y el adelanto de obras de infraestructura que eleven el nivel de vida de quienes derivan su subsistencia de este medio.

Comités de Cafeteros

El alma de la organización reside en los co­mités  departamentales, de los que nacen los municipales, for­mando entre todos un fuerte engranaje que se convierte en un superestado por la dinámica y el influjo que ejerce en el país. Es indudable que buena parte de la economía gira alrededor de estas células que, regadas en todo el país pero con mayor profusión en las zonas más cafeteras, enlazan el poderío de nuestra riqueza e impulsan la producción.

Quienes vivimos en zonas cafeteras nos familiarizamos con este personaje que tantos sustos y alegrías produce al Gobierno. Y es que el café es todo un personaje. No peco de exa­gerado al afirmar que por más contacto que se tenga con la tie­rra y los cultivos, y por más que a diario se transpire café y se escuche el comentario persistente de estrategias y políti­cas gremiales, nunca se llegará a dominar esta materia. Nadie es conside­rado depositario del secreto de este artículo variante, comple­jo y a veces arisco, que se mueve como espíritu travieso que, cuando anda de mal genio, pone al país a trastabillar.

Cuando le da por ser juguetón, crea bonanzas con la misma facilidad con que desborda la inflación. Cuando el precio del café sube, real o ficticiamente, el costo de la vida aumenta ipso facto; pero esta no desciende cuando sucede lo contrario. Esto indi­ca que hay una influencia tan decisiva y caprichosa, que arma reales rompecabezas para detener la espiral de alzas irre­versibles cada vez que se tiene noticia sobre una mayor cotiza­ción en los mercados internacionales.

Deseoso de tener una idea más definida sobre lo que es un co­mité de cafeteros, pe­dí a sus líderes del Quindío que me dieran algunas lecciones y, como gentilmente apoyaron mis propósitos, he armado estas cuartillas no ya para fatigar al lector con cifras y enjundiosos estudios, cuanto para esbozar tangibles realizaciones que me entusiasmaron por su elocuencia, como sin duda harán de impresionar al lector.

No todos saben la finalidad de estos organismos y bien está que intente yo mostrar, siquiera someramente, algunos hechos que deben exhibirse como  demostrativos de la función social que se cumple al abrigo del café.

Existe en el Quindío una selecta nómina de ejecutivos del Comité, veteranos y versados en la difícil técnica de soste­ner la mística del grano. Como presidente, ya lo dije, se encuen­tra el médico Hernán Palacio Jaramillo, ahora en transitorio re­ceso mientras impulsa el progreso de su ciudad desde la Alcaldía de Armenia. Como director ejecutivo está Jaime Henao Quintero, espina vertebral de la entidad. Dos grandes ramales de la estructura las dirigen Pedro Nel Jaramillo y Julián Morales de la Pava, jefes de las divisiones de ingeniería y técni­ca.

La junta directiva la integran avezados caficultores que con sus luces y su experiencia orientan las políticas regiona­les. De esta matriz se desprenden las  dependencias administrativas que conforman más de cien empleados, de los que el 90 por ciento son técnicos (agrónomos, veterinarios, topó­grafos, ingenieros civiles y electricistas).

Si por fuerza de la brevedad han de pasarse por alto en esta reseña algunos datos, se procura destacar lo más sustantivo como muestrario de la efectividad  que cumple el organismo en la vida campesina y en el adelanto del país. Bien está que tome al Comité de Cafeteros del Quindío como ejemplo, por contar con sólida estructura que lo hace sobresalir en el país.

El hombre, ante todo

La primera preocupación es el hombre. A lo largo de los esta­tutos de la Federación prevalece dicho propósito. No es un pro­pósito cualquiera, pues se abunda en programas tales como la defensa del cafetero, las campañas sanitarias, el establecimiento de puestos de salud, la dotación de obras de infraestruc­tura, el cooperativismo y varios objetivos más que se encaminan a elevar la dignidad humana. El Comité del Quindío cuenta este año con un presupuesto de $ 64 millones, estando destinado el 69 por ciento a obras de infraestructura rural, porcentaje que dice mucho sobre la real ejecución de aquel cometido.

Obras de infraestructura

No son pocas las demostraciones que sobre la topografía del Quindío existen como testimonio de estos programas de redención para los habitantes del campo, que son los más directos creado­res de la riqueza. Tanto en forma directa como en coordinación con el Fondo Nacional de Caminos Vecinales y el Gobierno Depar­tamental, se abren y se conservan caminos veredales para mante­ner vías suficientes de penetración. Los acueductos, dentro de un ambicioso plan de higiene ambiental, se han extendido a la mayoría de las fincas. Por doquier se instalan pozos artesia­nos, tanques, puentes, escuelas, restaurantes, campos deporti­vos, centros de salud.

Conjuntamente con la Corporación Autónoma Regional del Quindío se inició en 1973 un plan gigante de electrificación rural para todo el departamento, con un costo calculado entonces de $ 200 millones, realizable en cuatro años, y una contribución del 50 por ciento por parte del Comité.

No se descuida la reforestación, como necesidad primordial para que no se canse la tierra. El Quindío, región privilegia­da por la fecundidad de sus suelos, reúne características ex­traordinarias para la agricultura. Sus gentes son previsivas y lo mismo que combaten las enfermedades de las matas de café, preservan y enriquecen la capa vegetal.

Educación

La labor docente ocupa primerísimo lugar. Baste decir que se han construido y ampliado 210 escuelas, con capacidad de 634 aulas. Son centros donde se imparte educación primaria a unos 7.000 alumnos. En Calarcá funciona, bajo su administración, la Concentración Baudilio Montoya –en homenaje al rapsoda del Quindío–, donde se atienden los estudios primarios y secundarios para 600 alumnos y se propende, además, por la orientación vocacional mediante técnicas de arraigo hacia el campo y de prácticas agrícolas que forman al empresario del ma­ñana. Con $ 700 mil pesos acaba de contribuir a la terminación de una escuela en Armenia para los hijos de los agentes y sub­oficiales de la policía.

Labor ponderable es la contribución a la expresión cultu­ral. En la misma forma que patrocina un concierto o una exhibi­ción de pintura, ayuda a los escritores de la reglón en la pu­blicación de sus obras.

Renovar cafetales

Es la orden del día. En afiches, conferencias, carteles se insiste en la necesidad de cambiar los cafetales viejos por ca­fetales nuevos, para asegurar mejores ingresos y estar en pie de alerta contra los azares del futuro.  En los dos años que lleva operando la ley 5ª, es el Quindío la zona que más ha utilizado estos recursos para renovación del café, con un total recibido hasta septiembre de $ 98 millones, seguido por Risaralda con  $ 94 millones, Caldas  con $ 59 millones, Valle con $ 46 mi­llones, Antioquia con $ 41 millones.

Acueducto El Portachuelo

Obra maravillosa esta que, por su importancia y su servicio social, bien merece que se mencione para cerrar este esbozo. Es exclusiva del Comité de Cafeteros del Quindío y en ella se comprometieron la técnica y el afán de servir a la comunidad. Atiende 52 veredas, con una población de unos 18.000  habitan­tes, y tiene la particularidad de su interconexión con otros tres acueductos. Iniciada en 1970 y concluida recientemente, se convierte en una obra tesonera que tuvo que romper las fuer­tes depresiones geográficas, en un  recorrido de 206 kilómetros. Es un gigante que se repliega por terrenos escabrosos,  y para sostenerse en muchos trechos, hubo necesidad de levantar puentes y vigas de cemento hasta de 25 metros. Su costo aproximado: $ 10 millones.

Terminé mis charlas con los directivos del Comité con un buen sorbo de café, a manera de homenaje a nuestro producto ge­nerador de progreso. No hay duda de que un Comité de Cafeteros es algo respetable. Se consigna en estas líneas una demostración de lo que logra el deseo vehemente de unos hombres consagrados al bienestar de la comunidad, y por lo tanto, al engradecimiento de la patria.

La Patria, Manizales, 18-I-1976.

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