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El periodista del año

domingo, 2 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Un grupo de amigos recibimos el honroso y complicado encargo de es­coger al periodista más destacado durante 1976. Tarea compleja esta de selec­cionar entre varios notables pro­fesionales del periodismo el nombre del ganador. Para llegar a la decisión final se sopesaron no pocos fac­tores, sometiéndose a profundo análisis la trayec­toria de cada uno de los periodistas del Quindío, su interés por los problemas públicos, su mística por el ejercicio de la profesión, su sentido crítico y construc­tivo, su aporte al progreso de la región, la imparcialidad con que actúa frente a los sucesos, su honradez mental y toda una gama de requisitos imprescindibles en la delicada misión de ser in­formantes y críticos del medio ambiente.

No todo periodista en­tiende, por desgracia, que es la suya actividad que requiere nobleza, mente lúcida, conocimien­tos estruc­turados, independencia y carácter. Su labor implica recia responsa­bilidad que debe manejar­se con altura y objetivos definidos frente al mundo cambiante y en continua crisis. La verdad, por encima de prebendas y lison­jeras tentaciones, ha de ser su derrotero irrenunciable.

Es el periodista guar­dián de la sociedad. A él le corresponde escudriñar la noticia, trabajarla con tesón, buscarle los contor­nos buenos y malos, y sólo después de sereno e implacable rigor concep­tual lanzarla al público con honestidad. Hay quienes por fabricar la noticia de sensación se olvidan de los códigos éticos. No se detienen a pensar hasta qué punto se maltrata la honra ajena, hasta dónde puede caerse en la injuria o la ofensa, o en el despropósito que mortifica y hiere, en ocasiones con el ingrediente de intereses creados o la ligereza de momentos que no se meditan con sensatez.

Malos consejeros son la ira y la vanagloria. Debe desterrarse el comentario apasionado, porque nada bueno deja. El periodismo de relumbrón no resiste el juicio de los días. El pe­riodista es crítico de la sociedad. Pero debe ser crítico que construye, nunca que des­truye. Ha de tener sensibilidad su­ficiente para entender las penurias ajenas; oído atento para penetrar en los vericuetos mundanos; ojo vigilante para que el mundo no se convierta en sucesión monótona de sucesos; dedo acusador siempre que la moral pública lo reclame; juicio maduro que sepa diferenciar la verdad de la mentira y, ante todo, bases morales sólidas para no claudicar ante la verdad, y tampoco, por supuesto, ante los dictados de la conciencia.

Tales los interrogantes que se impuso el jurado para cumplir la misión encomendada por el Círculo de Periodistas del Quindío. Se revisó de manera objetiva el recorrido de nuestros periodistas a lo largo del año 1976 y se adoptó la siguiente de­cisión:

«Sabemos de la lucha tremenda, noble, valerosa y desinteresada del pe­riodista de provincia, cons­tante y abnegado servidor del núcleo social en el cual actúa, y ese conocimiento nos lleva a palpar la difi­cultad que existe para la designación que ustedes buscan, porque todos son acreedores a ella. No obstante, como hemos de atender al pedido suge­rimos el nombre de Er­nesto Acero Cadena, rastreador tenaz de la noticia, periodista de tiem­po completo, buen colega, imparcial e inteligente. En forma cordial y sin des­conocer los demás valores de nuestro periodismo, damos, pues, el nombre de Ernesto Acero Cadena. Firmados: Euclides Jaramillo Arango, Jesús Arango Cano, Josué Moreno Jaramillo, Fabio Arias Vélez, Gustavo Páez Escobar».

Satanás, Armenia, 9-IV-1977.

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Dolorosa noticia:

Ernesto Acero Cadena fue muerto a balazos en Armenia, debido a sus campañas moralistas, el 12 de diciembre de 1995. Su crimen quedó impune.

 

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