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Hitos de la identidad caldense

martes, 4 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Con este título y el sello de la Editorial Manifraf, de Manizales, el escritor Jorge Eliécer Zapata Bonilla, presidente de la Academia Caldense de Historia, publica varios textos cortos sobre la vida de su departamento, con un denominador común: mostrar el proceso histórico de Caldas a través de una serie de sucesos que definen la identidad de la comarca.

Zapata Bonilla ha sido un estudioso y un divulgador constante de los valores de la región. En 1980 publicó la Historia de Supía, su tierra natal; en 1987, Visión del Occidente de Caldas; en 1990, Efemérides supieñas; en 2002, Municipios de Caldas, y ahora, el título a que se refiere esta nota. Es, además, poeta, cuentista,  ensayista y colaborador de periódicos y revistas.

En su libro destaca el capítulo de la colonización antioqueña, el hecho más notable de la vida caldense; se detiene en la creación del departamento, en 1905, bajo el gobierno del general Rafael Reyes; resalta el mestizaje de la raza caldense, y del país en general (tema muy trabajado por Otto Morales Benítez en infinidad de estudios), como factor determinante de la idiosincrasia colombiana, y se refiere a la obra literaria de ilustres caldenses que han dejado valiosos trabajos sobre la identidad regional, como Otto Morales Benítez, Albeiro Valencia Llanos, el presbítero Nazario Botero Restrepo y Adel López Gómez (nacido en Armenia, pero residenciado casi toda su vida en Manizales).

Todos ellos representan hitos perdurables del Gran Caldas, geografía dividida en tres unidades administrativas durante la segunda mitad del siglo pasado. La división territorial no ha significado el divorcio de los ideales y la manera de ser de los moradores, ni la renuncia a los imperativos de la raza paisa y su comportamiento social. Por el contrario, la independencia administrativa abrió caminos de progreso que le dan impulso a toda la región, que ha dado en llamarse Eje Cafetero como un emblema nacional.

Adel López Gómez, gran cantor de la tierra, de la gente y el paisaje, plasmó en sus cuentos retratos sobre el alma antioqueña, ubicada lo mismo en Antioquia, en Caldas, en Risaralda y en el Quindío. Otto Morales Benítez, ensayista extenso y profundo, es autor de obras ya incorporadas a la bibliografía regional, entre ellas, Testimonio de un pueblo y Cátedra caldense, a las que se refiere Zapata Bonilla en su libro.

En esta obra se da cabida, además, a ciertas particularidades del costumbrismo caldense, como las danzas de los resguardos indígenas, que trasladadas a la época actual imprimen un hito como expresión de la alegría, el espíritu abierto y el vigor característicos del pueblo caldense. O el envuelto y la arepa de chócolo, indispensables en los hábitos culinarios de estos departamentos, y que significan una tradición imprescindible de sus habitantes. Arepa y paisa son palabras inseparables, y hasta los crucigramistas, cuando están flojos de imaginación, presentan este acertijo que cualquiera descubre.

Es oportuno aplaudir el ánimo regionalista de Zapata Bonilla en su tarea de rescatar las tradiciones, las costumbres y la historia de Caldas. Puede decirse que toda su obra está encaminada hacia dicha finalidad. Desde la Academia Caldense de Historia ha dejado su propio hito.

El órgano oficial de esta entidad, llamado Impronta, va por los siete años de vida y se ha convertido en un semillero de la cultura caldense, y de gran provecho para los historiadores, los profesores, los estudiantes y en general  las personas amantes de su terruño. Este libro es un abrebocas para querer más a Caldas.

El Espectador, Bogotá, 10-XI-2010.
Eje 21, Manizales, 12-XI-2010.
La Crónica del Quindío, Armenia, 13-XI-2010.

 

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