Inicio > Temas varios > El huevo apocalíptico

El huevo apocalíptico

miércoles, 5 de octubre de 2011

Por Gustavo Páez Escobar

La Tebaida, sosegado muni­cipio quindiano, respira café por todas partes. En sus tierras no se ven lugares ociosos. Sus habitantes se acostumbraron a convivir con las matas reverde­cidas por la abundancia, en las buenas y en las malas épocas. Ahora, en la destorcida cafetera, el grano legendario continúa desfilando con igual decisión que en los tiempos de la mejor bonanza. El cafetero, elemento de resignación y fe inque­brantable, no se deja descon­certar en la adversidad.

En La Tebaida acaba de apa­recer un huevo apocalíptico. Así lo bautizó algún periodista, a falta de otra definición. Y la noticia le dio la vuelta al mundo. No era para menos, si la leyen­da del huevo anunciaba el fin del hombre: «Juicio final. Arrepentíos. Dios». La gallina cacareó con sonido diferente, porque había puesto un huevo predestinado.

De un momento a otro se al­teró la paz de la dormida vereda y los habitantes dejaron de pen­sar en el descenso de los pre­cios cafeteros. El fin del mundo estaba próximo. Los astrólogos, las pitonisas y los charlatanes podían equivocarse, no así una ignorante gallina que había si­do utilizada para transmitir el mensaje divino.

El huevo fue transportado, con reverencial asombro, ante el párroco de La Tebaida. Ya los cables comenzaban a revelar algo insólito, digno de la aten­ción universal. Y La Tebaida, el tranquilo municipio situado a veinte minutos de Armenia (Quindío, Colombia), se convirtió en noticia mundial. Los cam­pesinos dejaron sus surcos y co­rrieron a la humilde casa en precipitada romería. Todo a la redonda se palpaba misterioso, tocado de la palabra de Dios. Las marchas se volvieron ince­santes, y no solo de gentes del Quindío, sino también de los departamentos vecinos. Al­gunos llegaron con costales y regresaron con tierra. A Piendamó se iba con frascos y se volvía con agua bendita.

Esta maravillosa tierra cafe­tera no sólo produce divisas in­ternacionales, sino también le­yendas. Por algo los quimbayas nos dejaron tantos misterios escondidos. El párroco de La Te­baida, ingenuo o guasón, y per­dóneme su reverencia, se limitó a levantar un acta y luego resti­tuyó el cuerpo del delito. Y el cuerpo del delito desapareció.

Esta es la historia de los huevos prehistóricos, de los piendamós, de las vírgenes fu­gaces, de las aguas milagro­sas…. Los charlatanes abundan por todas partes. Cuando no consiguen auditorios, escriben mensajes. Hay «videntes» que con increíble precisión saben lo que le ocurrirá a usted en materia de negocios y de amor, y le asaltarán el bolsillo, si us­ted cree en huevos apocalípti­cos. Se confía más en los char­latanes que en la ciencia. Los curanderos montan pingües ga­nancias con el condimento de rezos y supercherías. Los amu­letos, las plegarias, los breba­jes llegan a todas las capas so­ciales. Hay quienes se burlan en público, y en secreto veneran sus fetiches.

La explotación del candor es una floreciente industria que no paga impuestos. Logra agaza­parse en cualquier sitio, porque la ignorancia no se defiende. Los yerbateros, con ribetes de «naturalistas», hacen de las suyas en los mercados abiertos de la credulidad y la majadería

En el caso del huevo quindia­no démosle honor a quien logró publicar en letras mundiales el nombre de La Tebaida, quie­to y simpático municipio productor de café que no sabía de gallinas escritoras. El bromista se reirá de su inocentada, de pronto con cierto dolor por no haber podido vender moronas de tierra a precios de ingenui­dad, como en Piendamó se ven­dió el agua más costosa del país. Los quindianos, que ya se dejaron ilusionar por una fic­ción cafetera, no creen en hue­vos sobrenaturales, y por eso alguien se comió el de marras, con todo y leyenda.

La Patria, Manizales, 2-IV-1979.

Categories: Temas varios Tags:
Comentarios cerrados.