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La Sociedad de Mejoras Públicas

martes, 11 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Pubenza Montoya de Alzate tuvo, en su breve tránsito por la Alcaldía de Armenia, serios enfrentamientos con la Sociedad de Mejoras Públicas en torno a algún auxilio que la entidad reclamaba y la Alcaldesa se negaba a entregarle.  Fue una situación incómoda para la ciudad, ya que la Sociedad anunció que dejaría el cuidado de los parques, y Pubenza, acentuando su transitoria autoridad, respondió que los recibía.

Al margen de estos hechos, por fortuna superados –y parece que contribuyó a ello la terminación del mando de esta mujer con poder, circunstancia a veces temible–, vale la pena hacer algunas consideraciones sobre lo que representa  para Armenia su Sociedad de Mejoras Públicas. Ha sido, a lo largo de una trayectoria que ya se pierde en el tiempo, porque solemos olvidarnos de las cosas positivas, una institución vigilante del ornato público y comprometida con  obras cívicas de indudable significado.

Uno de los motivos de mayor ponderación, admirado por propios y extraños, es el de los parques de la ciudad. Es acaso la mayor referencia de Armenia, porque el turista recibe gratísima impresión al encontrarse en estos parajes maravillosos donde compite la maestría de sus diseños con el colorido de las flores y la belleza de los árboles. Parece como si la exuberancia del Quindío hubiera tomado conciencia de lo que significa escaparse de la montaña para irrumpir en el corazón de la ciudad.

Son obras silenciosas, pero ciertas, que no siempre se aprecian en sus justas dimensiones. Un distinguido grupo de da­mas que saben del sentido artístico de las flores y que quieren a su pueblo y se esmeran por mantenerlo asea­do viene trabajando por el aspecto estético, tarea que muchas veces no se nota pero que des­pierta entusiastas elogios cuando se aprecian sus resul­tados.

Pubenza no es ajena a esa preocupación, pues ella misma pertenece a entidades florales. Su distanciamiento de la Sociedad de Mejoras Públicas, ya superado por fortuna, obedeció, según los entendidos, a fiebres pasajeras que suelen afectar a los políticos.

Afirmar que la Sociedad de Mejoras es uno de los organismos más útiles para Armenia es incurrir en un lugar común. En ella toman asiento personas cívicas de la mayor representación. Fabio Arias Vélez, su presidente, entiende el compromiso que significa cui­darle el alma a la ciudad. Por eso, cuando la entidad reclama la participación generosa en los impuestos de parques y arborización, pide medios razonables para poder trabajar. La ayuda municipal es estrecha y debe in­crementarse.

Con ingentes esfuerzos, la Sociedad de Mejoras entregará a Armenia el edificio donde funcionará su sede. Será inaugura­do en los próximos días por el Presidente de la República. En este espacio adecuado se brindarán al público salas confortables de lectura y otras actividades cultura­les. Seguirá siendo una motivación cívica digna de encomio: ¿Por qué quiere someterse a esta entidad a que sobrevi­va entre penurias? Esperamos que los hechos demues­tren otra realidad en el futuro.

La Patria, Manizales, 30-X-1980.

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