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Periodismo de provincia

domingo, 2 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

(Columna inicial, titulada Virutas, con que entro a colaborar con el esforzado y simpático periódico quindiano Satanás, de Alfredo Rosales)

 Un escritor bautiza sus comentarios como Bagatelas; a otro se le ocurre deslizar su pluma por el Glosario sencillo; aquel le da importancia a las Naderías; este compone sus Glosas efímeras. Son algunas muestras de la búsqueda del hombre por des­cubrir su universo con el recurso de las cosas simples. Tarea grande la de buscar pedrerías con el apoyo de frágiles cinceles. No existe otro instrumento para buscarle el alma a la piedra, a la madera o a los metales que no sea con la menuda herramienta.

Si otros han creado sus bagatelas, naderías, glosarios efímeros, nace ahora la pretensión de formar virutas con el escalpelo de la palabra. Será mi columna trabajada a fuerza de golpes, de exploraciones, de paciencias, hasta hacer brotar la viruta. Empeño arriesgado, sin duda, este de incursionar por los predios de la palabra y no saber si la viruta perforada termine convirtiéndose en residuo despreciable o en partícula productiva.

El escritor debe ser testigo de su tiempo. ¿Para qué predicar evangelios nuevos si el mundo cotidiano, con sus abismos y lejanías, gira en derredor nuestro? Cuando Alfredo Rosales me contaba sus fatigas periodísticas, dentro del ejercicio mental que ha desempeñado con devoción y honradez, yo sabía que era el suyo auténtico periodismo que ha tenido como mira convivir con su tiempo.

Satanás, que sabe de todo, hasta de la ingratitud humana, es testigo de cuanto ha ocurrido en el terruño quindiano. Cuando se quiera repasar la historia local no se hallará ningún indicador tan preciso como el de esas notas que recogen la trayectoria de este pueblo que tiene en Alfredo Rosales, con su diablillo investigador, al biógrafo infatigable que deja en su periódico el testimonio de su época.

Los periódicos de provincia corren el peligro de convertirse en hojas traviesas, sin fundamento ni altura. La gran prensa, llamada oligarca, no siempre con justicia, es medio poderoso que atenta contra la subsistencia de los pequeños órganos locales. Resistir la embestida de los tiempos es prueba de acierto en la dura lucha de hacer flotar el periódico. El buen periodista ha de poseer recto criterio para distinguir la verdad de la mentira. No darles albergue ni a la calumnia, ni a la trapacería, ni al elogio desmedido, y dárselo solo a la razón, será prontuario del periodista recto y sereno.

El gran periodista norteamericano José Pulitzer recomienda:

«El periódico debe ser una institución que luche siempre por el progreso y la reforma, que nunca tolere la injusticia o la corrupción, que combata siempre a los demagogos de todos los partidos, que no pertenezca a ninguno, opuesto siempre a los privilegios de clase y a los explotadores públicos, con simpatías siempre para los pobres, siempre dedicado al bien público, no satisfecho nunca con la simple impresión de noticias, siempre rabiosamente independiente, nunca temeroso de atacar la sinrazón de la pobreza rapaz y de la aristocracia depredadora”.

Satanás, Armenia, 6-XI-1976.

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