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Economía subterránea (1)

sábado, 8 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

En el Congreso Nacional de Economistas reunido recientemente en Armenia, con asistencia de 400 profesionales del país, se escucharon interesantes planteamientos sobre diferentes problemas nacionales. La economía es pilar fundamen­tal de la sociedad.

Uno de los trabajes que más lla­maron la atención fue el del doctor Roberto Junguito Bonett, investi­gador asociado de Fedesarrollo, que tituló «La economía subte­rránea y su influencia en la polí­tica monetaria». Afirma que esta economía, o «la otra economía», estudio que él adelantó conjunta­mente con el doctor Carlos Caba­llero Argáez, es un escape subte­rráneo e ilegal convertido en uno de los fenómenos más sobresa­lientes de la economía colombiana durante la década de los 70.

Su incidencia está entrelazada con otros acontecimientos significativos, como la superación de la bre­cha externa, originada en el au­ge sin precedentes de las expor­taciones, principalmente de café, que creó gran acumulación de reservas internacionales; con la gestión de un proceso inflacio­nario acelerado y aparentemente sin control; con la desaceleración de la migración rural-urbana; con la baja de las tasas de desem­pleo y la escasez de la mano de obra rural y con la rapidísima e irreversible reducción de la fecun­didad y en los índices de crecimiento de la población.

La economía subterránea se ha manifestado sobre todo en las tran­sacciones del comercio internacio­nal. Existen, sin embargo, otros campos donde ha penetrado, de manera subrepticia, como en el mercado de capitales y en el sec­tor fiscal.

Puede decirse que la base mone­taria tiene origen en tres motivos principales: los créditos netos del Emisor al sector privado; los cré­ditos netos del Emisor al sector pú­blico para financiar el presupuesto y la monetización de las reservas internacionales, en virtud del régimen de control de cambios que exigen que las transacciones de di­visas pasen por el Banco de la República.

Adicionalmente, la base monetaria se ve incrementada por los medios de pago, que se encuentran controlados por las polí­ticas de encaje y control crediticio. Ahora bien, prosigue el doctor Junguito, la expansión de los me­dios de pago ha tenido origen en el incremento de las reservas inter­nacionales, de donde se colige la influencia que ejerce sobre el país la llamada economía subte­rránea.

Habrá que meditar, para ubicar el mal, en lo que valen las tran­sacciones ilegales de comercio ex­terior. Los economistas suelen tener respuesta para todo. Ellos saben calcular las entradas y sali­das de divisas ilegales. Este flu­jo, para seguir hablando en len­guaje de economistas, carga la denominada «balanza cambiaria negra». Dentro de esta se en­cuentran, como las principales, las exportaciones ilegales de produc­tos tradicionales (café, azúcar, ganado, cemento); exportaciones de estupefacientes (cocaína y marihuana) e ingresos de capital no registrados ni autorizados.

En este campo se sitúan los Sanandresitos y otros mercados similares, ya en las importaciones ilegales de artículos como los electrodomésticos, cigarrillos, licores, ­repuestos, como en otros obje­tos que se transan a espaldas de la legislación y que conforman el mercado negro de divisas.

Estas reservas negras, maneja­das por la economía subterránea, pesan, y en qué forma, en las re­servas internacionales de la balan­za cambiaria del país. Su «legalización» toma la forma de exporta­ción «aparente» de servicios y tu­rismo, a través de la llamada «ventanilla si­niestra» tantas veces denuncia­da y, sobre todo, de sobrefacturación de exportaciones y subfacturación de importaciones.

El tráfico de estupefacientes, todos lo sabemos, pero principal­mente los gringos, registra un ascenso impresionante en los últimos años. Hasta 1977 la cifra detectaba 500 millones de dóla­res anuales. Las exportaciones ile­gales de artículos tradicionales era de 338 millones de dólares. O sea, un tremendo dolor de cabeza. ¿Cuánto valen en la actualidad es­tos dos renglones? Es­tas fugas son verdaderos atenta­dos contra la estabilidad de un país donde lo ilegal prevalece sobre lo legal, produciendo grandes trastornos sociales.

Se cree que el aumento en ci­fras de los estupefacientes no obe­dece a mayor cantidad de los pro­ductos sino a la elevación de pre­cios debido a los controles  sobre los cultivos y el proceso de la droga. Entrarían aquí en con­sideración las tesis sobre la con­veniencia o no de legalizar la marihuana.

La economía ilegal tiene importante influen­cia en la expansión de reservas internacionales. Sin embargo, es­to no permite afirmar categóri­camente que la expansión incontro­lada de los medios de pago tiene origen principal en la economía ilegal «y menos aún inferir que la inflación en Colombia ha sido originada en esa otra economía». Agrega el doctor Junguito: «Para llegar a tal naturaleza se requiere, además, averiguar si la economía ilegal incidió también en qué grado y dirección en los otros factores o motivos de expansión de la base monetaria. Más impor­tante aún, al análisis debe, así mismo, preguntarse si el surgi­miento de esa economía subte­rránea ha sido inducido por la estrategia misma de control mo­netario, y no viceversa, como se haría aparecer aquí».

Corto aquí la interesante disertación del doctor Roberto Jun­guito Bonett, una autoridad que conoce muy bien el tema. Por restricciones de espacio se seguirá luego, abreviándolos, con tres capítu­los de indudable actualidad: «La economía subterránea y el merca­do de capitales», «La economía subterránea y la evasión fiscal», para rematar con el de «Comen­tario fiables». Es un trabajo madu­ro y bien estructurado que no pro­pone tantas soluciones como en­foca los problemas en su real di­mensión, dentro del campo de la economía, para que sean las autoridades las que reflexionen sobre estos tópicos de nuestra accidenta­da vida nacional.­

La Patria, Manizales, 20-III-1980.
El Espectador, Bogotá, 22-IV-1980.

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