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Una pausa necesaria

domingo, 16 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Esta columna, que nació con entusiasmo como una contribución al periodismo del Quindío, suspende con esta entrega, luego de siete meses de ininterrumpida labor, su frecuen­cia diaria. Así se lo imponen al autor algunos compromisos ineludibles. Quien escribe a diario para un periódico corre el riesgo de fatigar al lector, y de todas maneras es un oficio que resulta pesado para quien debe atender otras actividades.

En mi caso, donde en forma paralela existe el quehacer de gerente de banco, sostener una columna diaria repre­senta considerable esfuerzo. Lo es, sobre todo, cuando no se escribe sólo por escribir. Por el contrario, siempre se ha querido mantener un contacto interesante con el público en el manejo de las ideas y en la presentación de inquie­tudes y temas de conveniencia general. Tal fue mi propósi­to al atender la gentil invitación recibida del doctor Hugo Palacios Mejía, director de esta separata del Quindío. Ojalá que la intención haya coincidido con la realidad.

Al despedirme por una temporada de los amables lectores que supieron estimularme con su presencia y con generosas expresiones de solidaridad, que en verdad las necesita quien debe enfrentarse al rigor de la página en blanco, espero haber contribuido al mejoramiento de la región, por lo menos en lo que significa señalar algunas pautas para su desarrollo.

El Quindío, sometido en los últimos tiempos a persistente abandono por parte de los poderes centrales del país, necesita mejor suerte si es valiosa su contribución al erario nacional. Arme­nia, la pequeña cenicienta, requiere corregir muchos defec­tos administrativos y adoptar una sólida posición ante su futuro incierto. Ha de superar los vicios de la poli­tiquería y los pecados de la inmoralidad para ser la ciu­dad modelo que todos deseamos.

Para eso se creó esta separata de La Patria. Hay que ejercer un periodismo vigilante, serio y batallador, mane­jado con altura y el suficiente liderazgo, para depurar el ambiente de imperfecciones y atropellos. Tal es el compromiso de estas páginas. Así se lo propuso su director y así lo ha cumplido. Es preciso, entonces, llevar adelante el progra­ma redentor.

Creo haber colaborado, en escasa medida, a dicha fina­lidad. Vivo identificado con el Quindío,  Armenia y sus gen­tes. Soy pregone constante de una tie­rra acogedora y magnánima. Ceso ahora por algún tiempo en la columna diaria, para regresar más tarde con apuntes menos frecuentes. Les pido a mis lectores permiso para hacerlo. Me esperan importantes lecturas que tengo acumula­das, y por otra parte debo entregarme a la preparación de mi pró­ximo libro. Son imperativos que no pueden posponerse y que ustedes, sin duda, saben comprender.

La Patria, Manizales, 22-I-1981.

* * *

Comentario:

Sacó la mano el formidable escritor Gustavo Páez Escobar, columnista asiduo, ameno y prolífico de este diario; y me ha obligado a desenfundar de nuevo la acerada pluma en momentos en que estaba disfrutando de ese mismo receso que con sólidos argumentos él reclama ahora. Apenas si seré huésped transitorio de este espacio, reservado por obvios méritos al escritor-banquero, para que lo ocupe su propietario cuando a bien lo tenga. Osadía suma que sin consultarle a nadie me tomo. Y como no se trata simplemente de llenar espacio, pues… entremos en material. Ernesto Acero Cadena, periodista de Armenia, 23-I-1981.

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