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El hombre y la liberación femenina

domingo, 16 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Tema que siempre ha preocupado a la humanidad es el relacionado con las diferencias existentes en la naturaleza del hombre y la mujer. El hombre, a través de los tiempos, ha tendido a dominar a la mujer, pero no lo ha hecho de manera racional, sino despótica y bárbara. Si viéramos el problema bajo el aspecto de ser el hombre el rey de la creación y al que como cabeza de la familia le corresponde tomar las iniciativas y afrontar los mayores riesgos, veríamos que su papel es elemental y que como tal le corresponde ser el dominador de la pareja.

Pero esa no es la dificultad en las relaciones del hombre y la mujer. Es que el hombre se vuelve violento, tiránico, avasallador y se cree imprescindible y omnipotente, olvidán­dose de que su complemento natural es la mujer, a la que Dios le entregó como compañera y no como esclava. Cuando el hombre razonable logra superar estos instintos de la ciega dominación y se torna elemento de paz y de civilización, está cumplido el fin de la naturaleza, que ha dado al hombre mayor mando, pero a la mujer mayor dulzura y mayor instinto. El hombre está hecho para mandar y la mujer para atempe­rar las emociones.

El hombre es más impulsivo y agresivo y la mujer más emocional y consciente. Desde la época de los faraones y los emperadores, cuando la mujer tenía un papel secundario, y más aún, era simple de objeto de placer, el hombre ha pretendido encontrar en la mujer no a la amiga sino a la esclava. El  propio matrimonio en nuestros días, cuando no sabe armonizarse, como es el común denominador, se convierte en una relación dispareja donde el hombre se torna posesivo y dominador y la mujer, esclava.

Esa tendencia al dominio irreflexivo es lo que se conoce hoy como el machismo, o sea, una identificación con el animal, con supresión de los instintos racionales.

El machismo vuelve al hombre animal de pasio­nes y lo relega al papel de ente despótico y cruel. No todos, desde luego, caen en tales extremos, porque tam­bién hay varones sensatos que entienden su condición de amos y no de tiranos.

Ante tales desviaciones de la humanidad se ha impuesto la liberación femenina como una bandera de la mujer para rescatar su condición decorosa. La mujer quiere qui­tarse el yugo de la esclavitud y procura hoy, por todos los medios, rechazar el despotismo. Si mejor se analiza la situación, donde más se practica la desigualdad es en las relaciones sexuales, en las que el hombre camina de afán, hartándose, y la mujer se supedita a los caprichos del macho. La guerra de los sexos es tan funesta como el enfrentamiento de las armas.

La liberación femenina mal practicada puede llevar a la mujer a incurrir en el libertinaje, estado lesivo de su dignidad. La fórmula ideal consiste en que el hombre continúe siendo el rey de la naturaleza, que maneje los medios de la subsistencia, y la mujer, su dulce compañera, que le procure atractivos y descanso en la hora de la fatiga y sea su inseparable aliada en el momento del infortunio o de la alegría.

La Patria, Manizales, 31-V-1981.
Aristos Internacional, Alicante, España, 8-III-2021.

Comentarios
(marzo/2021)

Yo sólo entiendo la liberación femenina como la oportunidad de capacitarnos, trabajar y ser independientes económicamente. Una lucha compartida desde el respeto, la tolerancia, sin abusos, con lealtad. El problema reside en que algunas mujeres creen que es ir de cama en cama. Y eso no es así. Es la libertad  de soñar, de servir, de elegir y de terminar una relación dispareja. Muy oportuna tu página. Esperanza Jaramillo, Armenia.

Me identifico plenamente con este artículo. Muchos quisiéramos comprobar que el machismo es un agónico proceder en la actual sociedad, pero tristemente lo que comprobamos a diario por las noticias y aun en hogares conocidos es su plena vigencia. Infortunadamente la falta de cultura es uno de los factores que influyen negativamente en esta situación aberrante y triste.  Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Presenta usted un somero análisis sociológico, aproximado a lo que ha  sido la relación hombre mujer en la historia de la humanidad. Tengo que disentir de esa visión en la convivencia de los dos sexos. Mi sentir desde hace muchos años es que la mujer ha sido, sin razón alguna, sometida por el varón, lo cual ocurre en casi todas las sociedades, desde tiempo inmemorial. Una muestra mínima, pero muy expresiva, es la celebración del «Día de la mujer»; reconocimiento injusto, mezquino y discriminatorio, pues la mujer es pilar fundamental de toda sociedad y sin ella no existiría la raza humana. Sin embargo, con una inaudita «generosidad» se le reconoce su inmensa importancia e indispensable presencia con un día cada año. Gustavo Valencia García, Armenia.

 

 

 

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