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El mundo de los scouts

domingo, 16 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Cumple en estos días cincuenta años de existencia la asociación de Scouts de Colombia y con ese motivo diez mil niños, jóvenes y adultos se congregarán por espacio de cinco días en la ciudad de Cali. Es una acción donde el movimiento se «tomará» a Cali para celebrar con diversos actos el importante aniversario.

El scout, término que traducido al castellano es un niño explorador, tiene una manera diferente de ver el mundo. Su filosofía es la de identificarse con la naturaleza y aprender de ella a comportarse en la socie­dad. En la antigüedad, los scouts fueron los famosos explo­radores en la conquista del Oeste, gente intrépida que, desafiando peligros y en reto contra las fuerzas de la naturaleza, ejercieron una acción decisiva en tales contiendas hasta dominar, con arrojo y constancia, aquellos parajes indómitos.

De ese movimiento surgió la actual organización, cuyo desempeño en el mundo moderno es ejemplari­zante, ya que sus adeptos comienzan por adquirir una posi­ción digna ante la vida y luego, a medida que avanzan, van modelando el carácter como auténticos forjadores de tareas creadoras. Los lobatos, que se denominan los scouts más pequeños, van adaptándose poco a poco a la vida y formando así la personalidad para ser en la sociedad elementos responsables y útiles que se valen por sí solos y que se autodisciplinan para enseñarle al mundo que la existencia es, ante todo, un acopio de fór­mulas elementales.

Aprenden a hacer su carpa, o su casa ambulante, y se identifican en tal forma con la naturaleza que no pueden prescindir de ella como la dispensadora de todos los bienes. Como son seres independientes y productivos, bien pronto saben cocinar y asimilan lecciones de utilidad que los vuelven aptos para defenderse y ayudar a los demás.

Todas estas circunstancias los tornan imaginativos y audaces, y además aventureros en el buen sentido del término. Les gusta explorar los bosques, los ríos, las montañas, y contagiarse de paisaje y aire para enfrentarse eufóricos a las fuerzas del universo. Por eso, miran el mundo con optimismo y les enseñan a los hombres lecciones de confraternidad.

En este encuentro multitudinario en la ciudad de Cali se apoderarán de las praderas y las verdes colinas y en un solo credo de buena voluntad y de firmeza ante el destino entonarán sus cánticos de hermandad y se unirán en un solo corazón para confundirse en una fuerza retadora ante este planeta de pusilánimes que no saben fortalecer la voluntad para vivir con mejores horizontes.

Ser scout es, en síntesis, ser persona de bien. Es mirar con grandeza el universo y desarrollar la personalidad para diseminar, con el desempeño social, la semilla de la vida alegre, productiva y formadora. Quien es scout tiene la conciencia limpia y el corazón henchido de ilusiones.

La Patria, Manizales, 12-VI-1981.

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Carta –tres décadas después– del boy scout alrededor del cual se escribió esta crónica:

Este artículo y me trajo muchos recuerdos. Esa experiencia me ayudó a socializar y como dice mi papá, a defenderme en la vida. Estaba tan chiquito que muchas cosas se me olvidaron, pero recuerdo el regreso, todos alrededor de una fogata, cantando: «no es más que un hasta luego, no es más que un simple adiós…» Papi y mami, muchas gracias por darme libertad y dejar que descubriera tantas experiencias. Gustavo Páez Silva, Bogotá, febrero de 1981.

 

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