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Armenia: urbanismo inalcanzable

domingo, 16 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Más que para nosotros los que habitamos de tiempo atrás la ciudad de Armenia, para los turistas o los simples viaje­ros “la niña se volvió grande». Es frecuente escuchar que Armenia es una de las ciudades que mayor cre­cimiento registran en al país. El viajero desprevenido se encuentracon un centro pujante, afanoso, sor­prendente.

Llegó el progreso y nos sacó de madre. La ciudad, la pequeña aldea de antaño, recibió con la creación del departamento un germen extraño a otros lugares: el de volverse adulta a toda prisa, sin detenerse. Hoy Armenia ya no cabe en sus límites. Estos le quedan estrechos.

El urbanismo, esa ansia de extendernos, de crecer, de tumbar casas viejas, de levantar edificios, ha transformado a Armenia. Sin embargo, es una ciudad apurada, en constante déficit de servicios públicos. La ciudad, a medida que crece y crece y crece, adquiere nuevos problemas. Eso lo saben mejor las autoridades, las que a duras penas pueden sostener los precarios servicios de agua, luz y teléfono.

Eso lo sabemos mejor quienes tenemos que sufrir continuas limitaciones. Lo sabemos mejor los que ya encontramos estrecho el espacio para movernos en carro o a pie y que poco a poco estamos llegando a un centro embotellado, asfixiado, próximo al infarto.

El problema de los vehículos es cada vez más alarmante. O mejor, es la falta de vías amplias y veloces que mantengan en circulación el enjambre de automóviles, buses, camiones, motocicletas que no tienen por dónde desplazarse. Los buses intermunicipales y los poderosos camiones pasan resoplando por pleno centro de la ciudad y hacen in­sufrible el ambiente. El tufo denso de los motores, los pitos desaforados que pretenden así ganar terreno, las motos sin silenciador son fenómenos que nos trajo el urba­nismo.

Hay que corregir conceptos. Estamos ante una ciudad lineal que camina en una sola dirección. Es preciso esta­blecer nuevos polos de desarrollo. Es necesario abrir nuevas avenidas. Por encima de todo, hay que remediar el gravísimo reto de los servicios públicos. Sabemos que se trabaja intensamente en varios frentes. Hay ganas de hacer cosas.

Los teléfonos, ahora enredados e insuficientes, un día amanecerán hablando duro. Las calles se están remendando, por más que la operación «tapahuecos» ocasione trastornos. ¿Y el agua, y el alcantarillado, y la luz? Para este y los gobiernos sucesivos, departamentales y municipales, el plan prioritario es Armenia. Necesitamos gente capaz, emprendedora y sin politiquerías.

No permitamos que el urbanismo nos gane la partida. Respondamos con obras de infraestructura, con planeación, con ojo avizor y sobre todo con coraje. Y  digámosle al país entero que el mayor milagro de Armenia es el de crecer armónicamente, a la par con la necesidades, anticipándonos a las sorpresas y los traumas del futuro.

La Patria, Manizales, 30-III-1982.

 

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