Inicio > Otro Género, Quindío > Monografía de Quimbaya

Monografía de Quimbaya

lunes, 17 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Hugo Galvis Valenzuela, empleado público que hace esporádicas apari­ciones en el periodismo re­gional, acaba de publicar una monografía de su pueblo natal, el unicipio de Quim­baya que ahora estrena re­luciente carretera a Montene­gro, lograda luego de in­gentes esfuerzos y sobre todo de las sofocantes promesas de los políticos.

La carretera ha quedado concluida como la coronación de un viejo anhelo de la provincia que re­seña Hugo Galvis Valenzue­la en las 270 páginas de su li­bro. Si la vía asfaltada, que tu­vo que romper montaña y afirmarse sobre difícil terreno, se proclama hoy como una conquista regional, el libro, que demandó  años de investigación y muchas vi­gilias mentales del escritor, hace su entrada triunfal, sobre la senda del progreso, al bello municipio cafetero que gana al mismo tiempo en ade­lanto material y en impor­tancia cultural.

Arranca el estudio desde la aparición de la tribu, en 1539, pasa por la fundación de la aldea, en 1911, y termina en el surgimiento de la ciudad actual, en 1960.  Hay un dete­nido repaso de la colonización, donde aparece la raza pri­mitiva y laboriosa que hace brotar la aldea promisoria, luchadora y progresista. Fue en esta región donde los indios quimbayas establecieron sus reales.

Se dice de ellos que eran tra­bajadores y artistas. Su patrimonio se preserva en valiosas piezas de orfebrería que para fortuna de las nuevas generaciones han conseguido rescatarse como una de las referencias más importantes de dicha  cultura

Galvis Valenzuela escarbó libros y archivos, ordenó datos, sacó conclusiones, hasta lograr este libro que entrega a sus paisanos como su mejor ofrenda y su mejor testimonio histórico. Consultó las fuentes de la historia en boca de los  fundadores del pueblo, tomó estadísticas, ana­lizó cifras y rescató persona­jes. El pulso de la historia está en los hechos que el tiempo desmenuza y ter­minan sepultados en el olvido Estos trozos huidizos y muchas veces ignotos son los que dan perfiles a las regiones.

Galvis Valenzuela tocó en muchas puer­tas en demanda del auxilio oficial que  debería estar presto para premiar el esfuerzo que sig­nifica escribir un libro. No tu­vo suerte, porque no se le oyó con atención, y de to­das maneras porque la cultura es huérfana, y acometió con sus propios recursos la empre­sa quijotesca de editar su obra.

Reto ingratos de la inteligencia, pero aquí lo vemos cabal­gando como chalán convencido de que a la cultura hay que aguijonearla para que produz­ca frutos. Y satisfacciones, que se hicieron evidentes la noche en que el pueblo le reconoció el mérito en la Casa de la Cultura.

Quimbaya, floreciente municipio quindiano rodeado de cafetales e impulsado con el tesón de sus antepasados, ahora con carretera pavimentada y aires modernistas, y que tiene en Bernardo Pareja la inspiración poética, cuenta también con su historiador. El pueblo puede sentirse ufa­no entre la cultura del asfalto y la cultura de las letras.

La Patria, Manizales, 21-VI-1982.

 

 

Comentarios cerrados.