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Bonanza sin licor

martes, 4 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La experiencia vivida durante la pasada cosecha ojalá sirva para prevenir, en la que se aproxima, los graves perjuicios causados a la región. Los resultados del voluminoso consumo de alcohol por una población trashumante que no mide las consecuen­cias, han quedado impresos en la historia del Quindío como el lastre que provocó una bárbara ola de delincuencia, prostitución y degradación del hombre.

Al calor del trago se cometieron inverosímiles actuaciones que más parecieron ejecutadas por dementes que por personas racionales. Fue, si se puede hacer la comparación, una orgía salvaje entregada de lleno a quemar los pesos ganados durante la semana, en licor, sexo y delincuencia. Cantinas llenas de hombres y mujeres, envueltos en denso ambiente de humo y brutalidad, dramatizaron el vergonzoso espectáculo de una población sin principios que perdió todo el sentido de la decencia en una borrasca desenfrenada.

Encubiertos por esta atmósfera de irresponsabilidad, sus autores pudieron libremente cometer cuanta fechoría y atropello les vino en gana. No solo dilapidaban en noches de libertinaje el salario que bien manejado hubiera aliviado no pocas necesidades de la familia, sino que contribuían con su alocado despilfarro a que los artículos de consumo, que ellos mismos encarecían como en una subasta, tomaran alturas irreversibles. Nunca el Quindío había registrado tal grado de especulación. Y lo más grave: la inflación así provocada no regresó a sus niveles anteriores.

Prepararnos desde ahora a contrarrestar la amenaza que ya se ve venir encima, es apenas una medida de seguridad. Por aquí se quedaron legiones de vagos a la espera de que los cafetales comiencen a producir. Transitar por las calles de Armenia se ha convertido en una real inseguridad no solo para la billetera o el reloj, sino para la vida.

Es alarmante saber que el consumo de licor pasó de 60.000 botellas, antes de la cosecha, a 125.0000 mil mensuales durante ella. Una manera de disminuir los efectos de este azote público consiste en adelantar desde ya una campaña que inculque en los trabajadores un mayor grado de responsabilidad en el manejo del salario.

Por iniciativa del señor Alcalde los bancos y corporaciones de ahorro y vivienda lanzarán una voz de alerta para que se controle el consuno de alcohol. De tal manera, estas entidades contribuirán a que la riqueza del suelo, de que tanto nos jactamos, no degenere en disolución de esta sociedad que se ve golpeada por tropeles de ebrios. Se necesita que el Quindío rechace la invasión de salvajismo que de nuevo se acerca a marchas veloces.

Satanás, Armenia, 10-IX-1977.

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