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Avenida a Calarcá

martes, 11 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La vía entre Armenia y Calarcá reviste especial im­portancia no solo como enlace entre dos ciudades, sino por transportarse por ella el comercio pesado del país

Por allí transitala carga que viaja entre Buenaventura y Bogotá, y viceversa, y tiene que sopor­tar además el intenso movimiento de vehículos que se desplazan a las poblaciones del Valle y de éstas a la capital de la República.

Es una de las carreteras más congestionadas de Colombia. Esos pocos kilómetros representan un peligro constante por la intensidad del tráfico y las continuas curvas, y además por ser una vía estrecha. El desfile de vehículos entre las dos ciudades forma cara­vanas incesantes en ambas direcciones, lo mismo de día que de noche. Y si a esto se suma la velocidad irresponsable de los choferes, en la absurda guerra del cen­tavo, tenemos todo un problema que es preciso reme­diar.

La vía debe ser rectificada. Ha debido serlo desde hace mucho tiempo. Hay que ampliarla y reducirle las curv­as En los últimos días han sucedido no pocos accidentes, varios de ellos con pérdida de vidas y con cuantiosos daños materiales.

Se anuncia ahora el propósito de construir una avenida. Hay que recibir con buen ánimo esa promesa oficial, aunque el natural pesimismo con que se leen estas noticias haga desconfiar sobre la efectividad de tales anuncios.

El Quindío no ha sido favorecido con programas importantes del Gobierno Nacional. Sin embargo, su contribución al presupuesto es amplia. Por aquí vienen los ministros de Obras Públicas y prometen muchas cosas. No sé cuántos de ellos habrán formulado ofrecimientos sobre la carretera entre Montenegro y Quimbaya, y tampoco desde cuándo el Quindío está escuchando los mismos planteamientos. Y ahí sigue la carretera deteriorada. Se trata de unos pocos kilómetros.

Gobernadores, ministros, políticos, candidatos presidenciales y funcionarios intermedios han gastado no pocos discursos halagando a la región sobre un proyecto que se supone ha de concluir algún día pero que mientras tanto duerme el sueño de los justos.

La moda ahora es hablar de la carretera entre Armenia y Calarcá. Se le da,  incluso, la categoría de avenida. Avenida es una vía amplia. Hay periodistas veloces de imaginación que ya la tienen terminada. Ojalá pronto viéramos las primeras maquinarias y los primeros obreros.

Seamos realistas. Esto no significa pesimismo. Pero la palabra oficial es poco confiable en Colombia. La euforia no conduce a nada y por lo general queda en palabrería.

Qué grata impresión se llevaría el viajero al penetrar al Quindío por cómoda avenida arborizada e iluminada. Mientras tanto, sigamos soñando…

La Patria, Manizales, 15-X-1980.

 

 

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